El puerto de partida de los recién llegados

M.G
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El Proyecto de Inmigración y Asesoramiento Sociolaboral de UGT lleva más de una década orientando a los inmigrantes en la búsqueda de empleo. Ana María ha ayudado en varias ocasiones a Younes, un joven marroquí que reside en Toledo desde hace 15 años

El puerto de partida de los recién llegados - Foto: David Pérez

Younes Sallas lleva muchos kilómetros encima y una mochila cargada de experiencias, unas buenas y otras no tanto, desde hace quince años. Detrás de esos ojos negros vivaces y atrevidos hay un trabajador incansable que no para. Tiene 36 años, está casado, vive y disfruta Toledo. Le gustan sus calles, «su cultura» y está en casa «porque aquí no te hacen sentir como un inmigrante». Pero conseguir un hogar cálido no fue fácil, aunque tenía claro desde el principio la elección de España por encima de Italia o Francia, así que sacrificó sus estudios de Derecho en una universidad de Marruecos por la promesa de un empleo que costó muy caro.

«Me vine a España con un contrato de trabajo  en la construcción y tuve que comprarlo y pagar 9.000 euros si quería estar legal y tener la residencia de un año». Lo cuenta sin más porque lo ha visto en Marruecos demasiadas veces. Es un negocio y casi la única alternativa si te quieres ir o necesitas marcharte. Se lo ofreció un amigo de su padre, lo pagó y puso rumbo a España en coche y en  barco.

Younes llegó a Toledo, pero sin trabajo y sin hablar castellano. Los 9.000 euros le dieron para «un día de alta como albañil» a cambio de obtener los papeles, pero las promesas de trabajo en la construcción se habían esfumado. La situación se complicaba sin dinero y sin hablar castellano, pero al menos estuvo viviendo dos o tres meses con una familia y buscó trabajo por todas partes. Sabía que únicamente podía conseguirlo en la construcción durante el primer año porque había venido a Toledo con un contrato para este sector.

El puerto de partida de los recién llegadosEl puerto de partida de los recién llegados - Foto: David Pérez«Lo único que aprendí a decir era que quería trabajar y solo me podían responder sí o no  porque no entendía nada más». Younes sonríe porque la barrera del idioma la superó hace mucho tiempo y habla como si fuera autóctono. Tampoco tenía experiencia como obrero, pero terminó encontrando trabajo en la construcción en Mocejón hasta fin de obra, más de un año. Su currículo es extenso porque de ahí saltó a otra obra en Santo Tomé unos meses y después al paro,  a un plan de empleo del Ayuntamiento, a seguir buscando trabajo y a la hostelería como camarero, cocinero y actualmente como propietario del restaurante árabe ‘Marrakech’, en la calle Cordonerías.

Younes no se ha quejado nunca  a pesar de las dificultades. Es un joven agradecido y contento con su negocio a pesar de que la pandemia ha trastocado muchos meses la facturación. Cuando repasa sus quince años en Toledo piensa que tiene mucha suerte, que otros marroquíes se han tenido que apretujar en una patera pagando 4.000 o  5.000 euros para alcanzar la costa  sin oportunidades para legalizar su residencia.

asesoramiento. En la memoria entra de lleno Ana María López, psicóloga, responsable del Proyecto de Inmigración, Asesoramiento Sociolaboral para Inmigrantes de UGT, cofinanciado por el Fondo Social Europeo y el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social e Inmigración, una iniciativa de carácter anual que lleva en marcha en Toledo desde 2007 como servicio de atención, asesoramiento y orientación.  

Ana ha hablado con Younes muchas veces, sobre todo, cuando no tenía trabajo y lo buscaba a la desesperada para poder comer y mantenerse. Han compartido muchos momentos en los últimos años y son buenos amigos, de los que se ríen juntos y se ayudan.

«La principales barreras para muchos son el idioma y el analfabetismo en algunos casos», asegura Ana María, que lleva doce años ligada a este proyecto que está en pie en un buen número de comunidades autónomas. Atiende a los recién llegados a Toledo y a los que residen y acuden al sindicato de vez en cuando con dudas o consultas relacionadas con el ámbito sociolaboral.

Lleva años escuchando de todo y atendiendo a inmigrantes que necesitan un empleo con urgencia. «Muchos vienen muy angustiados porque llevan tiempo en Toledo y tienen que encontrar trabajo como sea para sobrevivir y para tener regularizada la situación». No hay muchas oportunidades en estos momentos. Ana María está al tanto del  mercado laboral, de las novedades, los planes de empleo y los talleres formativos, pero la crisis económica derivada de la pandemia también está agravando el desempleo.

El currículum se convierte en una  documentación imprescindible que hay que ir actualizando para que los usuarios no se queden rezagados. Ahí también hay dificultades si el nivel educativo no es alto y algunos comentan en sus entrevistas con Ana María que pagan en locutorios a cambio del documento.

El proyecto es una enseñanza continúa para ella. «He crecido mucho con ellos estos años, sobre todo, con las historias que te cuentan», explica. Ana María es cercana y amable y los usuarios lo agradecen  y se desahogan. «Se te encoge el corazón  cuando escuchas que han venido aquí para sobrevivir porque en sus países no pueden y lo hacen con una gran entereza». Es lo que le ha ocurrido escuchando a algunos jóvenes que han llegado en patera, también al conocer lo vivido por varios nicaragüenses recién llegados a Toledo «que no han tenido más remedio que huir de su país».

A Ana María le llama la atención la visión distorsionada con la que un buen número sale de sus países de origen. «Conocí a una pareja de arquitectos que venía de Sudamérica que había decidido trasladarse a España porque tenía entendido que aquí era fácil conseguir tarjeta de residencia y trabajo».

La situación económica no ayuda y las oportunidades escasean y se centran en el empleo doméstico y la hostelería.  Ana María es clara porque su trabajo exige orientar y encaminar a los usuarios de la mejor manera posible, pero no disimula su rabia cuando en el mundo laboral «se aprovechan de los inmigrantes». No ocurre siempre, pero sigue pasando porque hay pocas probabilidades de que denuncien.

Ana María y Younes hablarían toda la mañana, pero tienen que seguir trabajando cada uno en lo suyo. Quizá a la próxima se vean en el restaurante con una de esas recetas árabes que tan bien cocina él.