Pablo Corrales

Desde mi tribuna

Pablo Corrales


Fue una noche de San Blas

09/02/2022

Reconozco que, conociendo que los actuales gobernantes de esta ciudad suelen confundir plan con ocurrencia o, si se quiere, programación con parches, no he querido escribir sobre este asunto hasta pasados unos días (con fin de semana de por medio) por si, en un ataque repentino de ocurrencia o de parcheo, nuestro gobierno municipal tenía a bien 'organizar' algo digno en memoria de una de las mujeres más importantes de la Historia de nuestra ciudad: doña María Pacheco. Pero no ha sido así.
Un cuatro de febrero de 1522, hace 500 años, en la noche de San Blas, nuestra ciudad, Toledo, ponía fin a la Guerra de las Comunidades reconociendo de facto su derrota. Esa noche, doña María Pacheco, derrotada por las tropas realistas, comenzaba su exilio camino de Portugal, primero en Braga y, posteriormente, a Oporto donde, el 24 de mayo de 1531, moriría sin el perdón real de Carlos I (ni lo pidió ni se lo dieron). Sorprende cómo, un hecho como éste -que dejó profundamente marcada para la historia a nuestra ciudad-, ha pasado completamente desapercibido para el gobierno de la ciudad.
Para el Ayuntamiento de Toledo esta efeméride ha transcurrido, incomprensiblemente, sin ningún acto de homenaje -ni siquiera de recuerdo- para aquella toledana que, junto con otros valientes toledanos, lucharon contra la arbitrariedad, contra el abuso de poder y en defensa de lo que consideraron justo para la ciudad en su conjunto. En estos días de absurdos, de conformismo, de apatía, casi de resignación (cristiana para muchos), donde nuestros ciudadanos se enfrentan a situaciones esperpénticas a diario -obligados a creer que las cosas no pueden ser de otra manera-, en la que se nos manda callar y acatar, se nos exige sumisión y silencio cómplice so pena de ser acusados de crispar -¿Crispar por opinar? ¿Hay algo más totalitario? ¿Hay algo más antidemocrático?-, los comuneros toledanos nos indican el camino de rebeldía con causa ante las imposiciones del ejercicio supremacista y autoritario del poder.
La libertad tiene un precio y hay que luchar por ella, incluso hasta el final, como hicieron ellos cuando el prior de San Juan sitiaba la que sería a posteriori imperial ciudad y, los toledanos, sabiéndose perdidos, siguieron dando la batalla meses después de saber perdida la guerra. En aquel momento, ya hacía tiempo que el resto de ciudades comuneras se habían rendido pero Toledo decidió resistir y mantuvo su lucha contra lo que consideraba injusto, dando una de las tantas lecciones de pundonor, resistencia y de compromiso en defensa de la libertad que han jalonado nuestra historia. Los toledanos, más pronto que tarde, recuperaremos aquél espíritu contra el mal gobierno, contra el abuso de poder, por el bien de nuestra ciudad y en defensa de nuestra propia Historia, de nuestra esencia.
Hubiera sido justo que la ciudad, en recuerdo de aquellos acontecimientos y en homenaje a la figura histórica, enigmática y casi legendaria de María Pacheco -mujer que, hasta el final, defendió la causa comunera- le hubiera rendido su merecido homenaje. Es más, si este gobierno municipal tuviera costumbre de cumplir lo que se aprueba en sus plenos, le hubiera podido rendir tan merecido homenaje mediante un tributo artístico: una escultura en su honor, tal y como se aprobó por el pleno municipal en octubre de 2020 ¿Creen que, desde entonces, ha dado tiempo a prepararlo? Yo creo que sí (pero no). Dice el refrán castellano que 'nunca es tarde si la dicha es buena' por lo que, aunque sea fuera de fecha, aunque sea tarde, aunque sea mal, el Ayuntamiento de Toledo le debe una a María Pacheco. Páguese. Cúmplase con lo que aprueba el Pleno.
No hagamos bueno el pensamiento de algunos de nuestros toledanos más ilustres cuando decían que «desde que a los comuneros les cortaron la cabeza, a los toledanos nos cortaron los … (arrestos para rebelarnos ante la injusticia)».