«'Quercus' lucha contra los que nos manejan como marionetas»

M.G
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El escritor Rafael Cabanillas regresa al panorama editorial con su decimocuarta obra, esta vez con una historia ambientada en los Montes de Toledo. En cuatro meses ha agotado prácticamente la segunda edición de la mano de Cuarto Centenario

«'Quercus' lucha contra los que nos manejan como marionetas»

En ocasiones, David es más fuerte que Goliat y una editorial de la tierra, Cuarto Centenario, es capaz de hacerse hueco en las estanterías de las grandes librerías, en rincones de centros comerciales atestados de novedosos títulos con editoriales de nombre detrás. No hay ingredientes secretos, salvo el trabajo duro de una empresa y la buena escritura de un autor que regresa con su novela más salvaje, con una historia de vida, naturaleza, luchas y vacíos, una trama diferente, ambientada en los Montes de Toledo. ‘Quercus’ está a punto de agotar su segunda edición de la mano de Rafael Cabanillas, un escritor que seduce con su sencillez, sus descripciones y un léxico salpicado de giros rurales que enriquecen a sus personajes. Y como decía Delibes, «en la literatura no hay nada más difícil que la sencillez».

Publicar con la que está cayendo  económicamente por la pandemia no es fácil, pero se ha arriesgado con una nueva novela hace unos meses.

El riesgo no ha sido mío. Con todo el respeto, no es autoedición. Quien ha arriesgado ha sido la Editorial Cuarto Centenario. De las pocas que quedan en Castilla La Mancha antes de, si no lo evitamos, su extinción. Ubicada en Toledo y en Albacete, está luchando heroicamente para subsistir en un momento tan complicado para las empresas, y más las culturales y las del papel. Pero han encontrado en ‘Quercus’ un aliento de esperanza y se lanzaron con una segunda edición de unos miles de ejemplares y en cuatro meses está casi agotada. Una lucha titánica, la de David contra Goliat. Compitiendo codo a codo contra el oligopolio editorial, con el boca a boca de los lectores y un trabajo editorial de orfebrería.

Una de las mejores cosas que le pueden decir los lectores a un autor  es que  ‘Quercus. En la raya del infinito’ no acabe nunca... Y se lo están diciendo a menudo.

Eso que dice es bellísimo porque coloca a los personajes de los libros en la eternidad. Los hombres, seres materiales y perecederos, que evitan la muerte a toda costa. Los de los libros eternos: Ulises, Hamlet, Alonso Quijano, Emma Bovary, Anna Karenina. Todos vivos y nosotros muertos. Y en ese paso a la eternidad el lector quiere mantenerse vivo con ellos. Y piensa que si la novela continúa, ellos  también seguirán viviendo.

Colosal, brutal, conmovedora, salvaje... Son algunos de los adjetivos que figuran en las críticas de su novela. ¿Aciertan?

Quiero entender que sí. El que manda es el lector, con su veredicto. En esta sociedad hiperconsumista que va a acabar con el planeta, los libros se venden con el martilleo constante del marketing en los medios y redes sociales, o con la recomendación de alguien. Nosotros de publicidad 0, por lo que nos quedamos con la segunda. Mi editor dice que todo el que lee ‘Quercus’ lo recomienda. Lo lee uno y se multiplica por diez.

Solo con la sinopsis se engancha al lector. ¿Cuánto de maquis tiene este protagonista que huye de la Guerra Civil y se refugia en una cueva?  Los Montes de Toledo se convirtieron en escondite para los guerrilleros.

Es cierto, toda esa sierra fue refugio del maquis. Utilizo la Guerra Civil como un elemento introductorio en las primeras páginas. No mucho más. Abel, el protagonista, es un joven de 16 años que huye, pero que aún no ha forjado su conciencia política. Es la novela de las consecuencias  de la explotación, de la miseria, del vaciamiento del campo a la fuerza.

Prácticamente tiene agotada la segunda edición. ¿Se lo esperaba?

No. Nunca se sabe. Si lo supiéramos, escribiríamos bajo esos parámetros. He necesitado toda una vida para empaparme de lo que ahí se cuenta, llenarme hasta arriba para derramar mis emociones en esas páginas, hasta quedar casi sin respiración. Lo dicen algunos lectores, que se les corta la respiración en las entrañas de ese monte y al sentir el palpitar agónico del corazón de esos hombres.

Esa encina solitaria que anuncia la novela en la portada, ¿representa a esa España rural, vaciada, que lucha por sobrevivir en esa sociedad tan enferma de cosmopolitismo?

Así es. Los romanos llamaron ‘Quercus’ a esos árboles que dan bellotas, que aquí les decimos rebollos. La encina se queda sola porque la gente se ha ido porque su pan, que son las bellotas, ya no pueden cogerlo. Por lo que hay que huir a los extrarradios de las grandes ciudades, a los poblados chabolistas de chapa y cartón. Abandonar su mar de jaras por ese mar de plástico y dolor.

Su profesión como docente, ¿también está enseñándole como autor a acercarse al lector para enseñar y mostrar esa naturaleza tan viva y singular al mismo tiempo?

Mis alumnos me ayudan a escribir. Son mis mejores asesores. Les leo, debatimos, les planteo mis dudas. Y en su candidez siempre eligen la palabra o la frase perfecta. ¿Conoce mejor clase de Lengua y Literatura?

Comparan su novela con grandes obras como ‘Pascual Duarte’, de Cela, o ‘Los santos inocentes’, de Delibes. ¿Abruman tan buenas críticas?

Me abruma por excesivo. No lo merezco. Aunque sean críticos nacionales y de prestigio, se han pasado. Pueden decir, aunque no le llegue ni a la suela de los zapatos, que ‘Quercus’ es un homenaje a ‘Los santos inocentes’. Con muchos paralelismos. Delibes lo escribió sólo con comas, y yo me he atrevido a escribirlo sin puntos y aparte. He arriesgado mucho, los lectores me podía haber mandado a ... Y sin embargo, alguno dice que es como si te agarraran de la pechera y te arrastran sin descanso hasta el final del capítulo.  

Hablando de Delibes... Decía que era cazador y escribía así porque de esta manera había tomado contacto con la naturaleza. ¿Comparte la afición?

 Fui cazador porque mi padre nos metió ese veneno en el cuerpo. Una droga muy dura. Nadie amaba tanto la caza y a los animales como mi padre. Pero dejé de cazar, hace años. Ahora prefiero ver correr un corzo delante de mí que dejarlo tieso.

Delibes dejó escrito lo siguiente: «El hombre moderno vive ajeno a esas sensaciones inscritas en lo profundo de nuestra biología y que sustentan el placer de salir al campo». ¿Se identifica ‘Quercus’ con la reflexión?

Me identifico y las aumento porque  se han pervertido aún más. Las sensaciones del hombre moderno ahora son la de las compras,  la adquisición compulsiva de productos que nos esclavizan y sirven para destrozar el planeta.

Antes jugábamos en la calle y nos llevaban al campo a merendar; hoy están, o estamos, horas y horas frente a una pantalla en un mundo virtual, y el día libre nos llevan a los centros comerciales.  Y lo peor es que somos conscientes de que nos cargamos el planeta, pero no nos importa: ¡No he visto un animal más idiota y egoísta en la Tierra! Pues ‘Quercus’ es la reivindicación de lo contrario, de la lucha contra los que nos manejan como marionetas.

De alguna manera la novela promociona esos Montes de Toledo... ¿Una reminiscencia quizá de su etapa como director general de Turismo y Artesanía de Castilla-La Mancha?  

Antes de ese nombramiento había publicado 6 libros y cuando lo dejé, otros 8. ‘Quercus’ es mi libro número 14. Es decir, que ninguna relación entre política y literatura. Mientras estuve en el cargo, hace ya 12 años, no pude escribir nada. Pero la política es un arte noble y es una lástima que unos pocos la hayan pervertido de tal manera que la sociedad piense  que todos los políticos son unos ladrones y unos sinvergüenzas.

Estuve cinco años, y un día, al llegar al despacho, escribí al presidente y le dije que había desarrollado todas las ideas que tenía en la cabeza y estaba agotado y lo mejor era dar el relevo. Al día siguiente estaba en mi instituto dando clase.

Los lectores están dejando muy buenas impresiones en las redes sobre ‘Quercus’. «El mismísimo Delibes la recomendaría. Es una ventana abierta al pasado para comprender el presente», dicen. ¿Qué opina?

Deme los datos de quien ha escrito eso, que le mando un ramo de rosas o una caja de bombones. ¿Recuerda aquel poema de Alberti: ‘Si Garcilaso volviera, yo sería su escudero, qué buen caballero era’?  Pues si Delibes volviera, sería su escudero, aunque fuera para llevar de la correa a la ‘Fa’, su perra.