A pesar de las altas temperaturas que azotan Toledo, vecinos y visitantes se han reunido esta tarde-noche en torno a la Catedral de Toledo para vivir otro de esos episodios únicos que solo regala esta ciudad. Como una de las actividades programadas por la semana del Corpus, las diferentes especies de aves que duermen en los campanarios locales echaron a volar a eso de las 21:00 horas ante la proliferación de las campanas.

Volvió el Corpus y volvió ese concierto instrumental que comenzó por las parroquias más alejadas del Casco Histórico o, al menos, de su centro neurálgico, como las ubicadas en la Cornisa o las carreras de San Sebastián a esa hora puntual, que siguió cinco minutos después por los campanarios de los conventos, como los de las Comendadoras de Santiago o San Clemente, y que terminó, como si de una ruta se tratase, con los toques de las campanas de la Catedral de Toledo y de un instrumento histórico guardado durante años en el Templo Primado, la matraca.

Turistas y toledanos pudieron ver el sonido de este instrumento de percusión que, siglos atrás, servía para silenciar a las multitudes o para sustituir a las campanas primadas cuando no se anunciaban momentos gloriosos, como por ejemplo la Semana Santa. En cualquier caso, este mágico final hizo que la mayor parte de asistentes vivieran el concierto en las inmediaciones de la Catedral toledana, junto a la plaza del Ayuntamiento.