El silencio del Cristo que comparte morada con El Greco

J.S.
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El de la Expiración es un Cristo sin adornos, circunstancia que le convierte en una procesión única. Por no llevar no lleva ni un tambor destemplado.

Silencio, sobriedad extrema y recogimiento. Son dos de las palabras que mejor definen la procesión del Cristo de la Expiración, que salía de su sede canónica del Monasterio de Santo Domingo el Antiguo a las tres de la madrugada del Viernes Santo. Desde su mudanza del convento de las Capuchinas, hoy cerrado por falta de hermanas, el Cristo de la Expiración es una afortunada talla de madera puesto que, durante el resto del año, comparte muros con la tumba de Domenikos Theotokopoulos 'El Greco' y con alguna de las sus obras que aún conserva este monasterio emparentado con el de Santo Domingo de Silos. 

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La procesión del Cristo de la Expiración sale a las tres de la madrugada de Santo Domingo el Antiguo.
La procesión del Cristo de la Expiración sale a las tres de la madrugada de Santo Domingo el Antiguo. - Foto: M.D
Algunos de los penitentes rezan de rodillas las estaciones del via crucis.
Algunos de los penitentes rezan de rodillas las estaciones del via crucis. - Foto: M.D
El Cristo de la Expiración procesionará por los cobertizos.
El Cristo de la Expiración procesionará por los cobertizos. - Foto: M.D.

Los dos años de pandemia han propiciado que los toledanos y visitantes cojan con fuerza la Semana Santa toledana, declarada de Interés Turístico Internacional. Tal vez por este motivo, el Cristo de la Expiración ha contado con más público que en ediciones anteriores, que han contemplado cómo los miembros de esta Cofradía rezan las estaciones del vía crucis. Una de ellas tiene lugar en el Convento de Santo Domingo el Real. Allí una representación del Capítulo de Caballeros Penitentes del Cristo Redentor salen al pórtico de la iglesia de este Monasterio para cantarle el Miserere como media hora antes hacen con el Cristo de la Vega.
El de la Expiración es un Cristo sin adornos, circunstancia que le convierte en una procesión única. Por no llevar no lleva ni un tambor destemplado. La talla sin policromar ni barnizar es llevada en andas por ocho cargadores en un sepulcral silencio tan sólo roto al chocar la horquillas contra el suelo de cantos rodados de buena parte de las calles del Casco histórico toledano, que recorrió por espacio de hora y media. Quienes también prueban la dureza del pavimento son parte de los penitentes que se arrodillan para rezar en todas y cada de las estaciones del vía crucis que preside esta talla cuya cruz se erige sobre un calvario en el que hay depositado una calavera, que nos recuerda lo fugaz del tiempo.