Alejandro Bermúdez

Con los pies en el suelo

Alejandro Bermúdez


¿Terminará alguna vez esta locura?

25/11/2022

Se me ha olvidado desde cuándo no oigo algún proyecto sensato sobre algún servicio público. Aclaro que para mí un proyecto es sensato si se analiza de la forma más rigurosa posible al menos lo siguiente: en primer lugar si es necesario lo que se proyecta; en segundo, quiénes serán sus beneficiarios; en tercero, la  calidad que se  pretende dar y, por último pero  quizá el más importante, cuanto nos cuesta y consecuentemente si nos lo podemos permitir.
Creo que lo anterior es básico. Sin embargo actualmente, ninguna de esas cuestiones tiene la más mínima relevancia a la hora de programar, porque lo único que mueve a nuestros administradores, sobre todo a nuestro gobierno, es la rentabilidad electoral de la propuesta. De esta forma, el primer absurdo en que se incurre es en dar servicios a muchos grupos que para nada los necesitan, porque sin la acción del gobierno se los pueden proporcionar ellos mismos de forma más libre y barata. Un ejemplo de lo que digo es la subvención generalizada de los combustibles. La inmensa mayoría de la población puede pagarse la gasolina de su automóvil, aunque fastidie el precio, pero no existe necesidad alguna de que den veinte céntimos de subvención para después cobrar venticinco vía impuestos. Entiendo que haya grupos necesitados y que se les ayude, pero generalizar la dádiva es pura demagogia y derroche. Demagogia porque el objetivo en estos casos no es ayudar, sino apuntarse tantos. Derroche porque es obvio que a quién es contribuyente neto, cada servicio que se le da, se le cobra con el recargo de los gastos de administración.
Lo del precio del servicio, o muchas veces la ocurrencia, es claro que no se tiene en cuenta para nada. El señor estado decide cualquier medida y el coste nunca es razón suficiente para desistir de ello. De hecho el gasto del estado y sus administraciones sube aunque la sociedad se empobrezca cada vez más. El ama de casa se las verá moradas para llevar a casa lo imprescindible para subsistir pero el Estado no dejará de dar subvenciones a todo titirimundi que le pueda devolver el favor con el voto para las estupideces más insospechadas.
De esta forma España está alcanzando un grado de inoperancia en todo lo que depende de la administración que asusta. No es que los enfermos estén ya por los pasillos por falta de habitación en que alojarse, o que haya miles de personas sin que se les pueda diagnosticar su enfermedad por falta de elementos necesarios, o que tardes años en recuperar un inmueble si te lo ocupan, es que ya hemos llegado a una situación que ni siquiera eres capaz de conseguir que te reciban en muchos servicios esenciales. Desde que se inventó el sistema de cita previa te puedes pasar días y días intentando conseguir una sin conseguirlo, y, lo que es peor, sin que sepas cuando sonará la flauta, y mientras, el niño sin inscribir, la boda sin fijarse fecha o bloqueada la cuenta que te embargaron por error.
¿Algún responsable político se ocupa de estas cosas? Mientras les sea más rentable azuzar la división política y la radicalización, en eso pondrán sus esfuerzos y España será cada vez menos productiva, prestará peores servicios y estará más endeudada ¿Hasta cuándo?... Gracias que tenemos el mundial…