«Nuestra meta será tener al menos 20 niños en el colegio»

Leticia G. Colao
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David Palomares, alcalde de Garciotum, presume de haber incrementado la población en 40 vecinos, con ayudas al alquiler y colegio para nuevas familias

«Nuestra meta será tener al menos 20 niños en el colegio» - Foto: Manu Reino

Garciotum es un pueblo diferente. Sufre las consecuencias más habituales de lo que se conoce como España Rural pero también, y aunque parezca raro, ha sabido enfrentarlas con unos resultados envidia de muchos otros. Así, sufren como el que más el envejecimiento de la población, la escasez de servicios en las comunicaciones con sus poblaciones de referencia o las limitaciones con internet, pero las combaten con medidas que, entre otras cosas, han logrado incrementar el padrón municipal.

Así, pese al continuo descenso de población en las zonas más alejadas de las grandes ciudades, Garciotum tiene más vecinos. Tanto es así, que en la última década han crecido en 40 habitantes, según ha confirmado estos días el InstitutoNacional de Estadística, pasando de los 166 de 2009 a los 206 a 1 de enero de 2019 o, lo que es lo mismo, el 19,4 por ciento más en el padrón municipal. «Los problemas hay que atajarlos y solucionarlos», explica a La Tribuna David Palomares, alcalde de esta localidad de la Sierra de San Vicente.

En Garciotum vivieron su «peor bache» con el cierre del colegio público Santa María Magdalena tras el curso 2011-2012, durante el Gobierno de Cospedal. Tras una ‘lucha’ en la que se implicó el pueblo entero y en la que incluso el Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha les dio la razón, el Ayuntamiento se puso manos a la obra para que esto no volviera a pasar. «Fue la peor época, los niños dan mucha vida al pueblo».

Para ello, lanzaron en 2018 dos ayudas al alquiler para atraer familias con niños que se escolarizaran en el colegio y a la vez rebajaran la edad media de los vecinos. Esta consistía en pagar 200 euros por una casa así como todo el material y actividades de los niños en el centro, «libros, mochila, estuches, fotocopias o excursiones», explica el alcalde. 

Sin embargo, fue tal la avalancha de peticiones que duplicaron las ayudas de dos a cuatro familias y próximamente, para febrero o marzo, recibirán a una quinta. «Ayer mismo -por el jueves- me ha llamado una con tres hijos interesada en la noticia», dice. 

Ahora son 14 niños los que reciben la educación en el colegio de su pueblo, sin necesidad de traslados necesarios y con más objetivos por delante: «La meta es tener al menos 20 niños», dice Palomares, quien subraya la implicación de todo el pueblo. «No es que a mí se me antojase, es que así lo quisieron los padres y todo el pueblo. La vitalidad que dan los niños no lo da nada más y es por el beneficio del pueblo».

Todos los vecinos apoyan este tipo de medidas que busca más gente joven, y que supone  20.000 euros del presupuesto municipal, algo más cuando llegue la quinta familia. «Todos están de acuerdo porque además supone un círculo que mueve a mucha gente».

El alcalde asegura que incluso han tenido problemas por no disponer de casas para arrendar, aunque un par de familias han cedido las suyas para que esta medida pudiera salir adelante, indica destacando la colaboración de los vecinos.

trabajo. Las nuevas familias que han llegado participan como uno más en la realidad de Garciotum y colaboran para hacer mejor la vida de los vecinos que así lo necesitan. Así, algunos ayudan a pesonas mayores y así se mantienen en sus casas «en lugar de tener que irse con sus hijos fuera del pueblo»; cuidan huertos, jardines o piscinas, obteniendo un dinero que, a la vez, se queda en el municipio. «Esto permite que la gente siga aquí».

Todas estas medidas en beneficio del pueblo que pasan por encima de la despoblación, se suman a otros servicios básicos que han contribuido a dar más vida a Garciotum. A la farmacia y el centro de salud, se suma la apertura del Mesón El Olivar hace ahora nueve años, que atrae a mucha gente de la comarca, o el autoservicio de Mari Carmen, única tienda del pueblo.   

La realidad de la localidad mejora sobremanera en los meses de verano cuando, como el resto de pueblos de la zona, llegan casi a duplicar su población. 

Garciotum pone su mejor cara  a lo peor del mundo rural. Su gente se esfuerza en mantener su pueblo y antes que dejarlo morir, le dan nueva vida.