Enrique Sánchez Lubián

En el Camino

Enrique Sánchez Lubián


Echániz

16/02/2020

El gobierno de María Dolores de Cospedal en Castilla-La Mancha siempre será recordado por sus recortes. Para muchos, aquellos años representan la cara más amarga, detestable y antipática que la acción política puede alcanzar en sanidad, educación, servicios sociales o función pública. Uno de los ‘duros’ que le acompañó en aquella desventura fue José Ignacio Echániz, quien esta semana se ha ganado la irritación de buena parte del país al declarar, sin rubor, que tras la proposición de ley para regular la eutanasia en España, tomada en consideración por el Congreso de los Diputados, se esconde la voluntad socialista de ‘ahorrar’ dinero a las arcas públicas en sanidad y pensiones.
Esgrimir semejante argumento en sede parlamentaria, despreciando algo tan básico como es el derecho a una muerte digna y trivializando sobre una cuestión cuyas aristas morales, médicas o emocionales son tan complejas, es mezquino, máxime si quien las esgrime es profesional sanitario. Este disparate dialéctico enlaza con algunas de las bravuconadas que Echániz prodigó entre nosotros. Se las tuvo con farmacéuticos, médicos y personal sanitario, pacientes, alcaldes, sindicatos, funcionarios, jueces… A estos últimos, por ejemplo, tachó de ‘miopes’ porque el TSJ de Castilla-La Mancha estimó las reclamaciones de ayuntamientos afectados por el cierre de las urgencias nocturnas en sus municipios. Al hilo de esta polémica, no conviene olvidarlo, llamó ‘vagos’ a los facultativos que prestaban estos servicios de emergencia, acusándoles de estar durmiendo el mayor tiempo de las guardias por falta de actividad. Y a los pensionistas, ante el copago sanitario, les dijo que las medicinas no iban a costarles más que cuatro cafés.
Es indudable que asunto tan serio como la regulación de la eutanasia debe ser acompañado de un debate político, científico e intelectual riguroso, no queriéndonoslo presentar cual perverso ajuste contable. Dislates así no contribuyen a ello. Como tampoco ayudan en nada, ahora que la rueda electoral vuelve a girar en el País Vasco y Galicia, a aquellos dirigentes y militantes del PP que intentan consolidar una imagen moderada y de sosiego, distanciándose de esa ultraderecha tan crecida que, a juicio de muchos españoles, está marcándole el paso a Casado, a sus ‘cayetaners’ y, ahora también, a sus ‘echanices’.