La histórica villa de Casarrubios del Monte (I)

José García Cano*
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Al estudiar la historia de Casarrubios es imprescindible hablar de la dehesa denominada Berciana, donde diversos autores coinciden en situar a la antigua población carpetana de Bercicalia, donde a lo largo del tiempo se han hallado diversas ruinas

La histórica villa de Casarrubios del Monte (I)

La localidad toledana de Casarrubios del Monte se encuentra a apenas 50 km de la capital y profundizando en su historia nos encontramos con un interesante pasado que se remonta al siglo XII, en pleno periodo de la Reconquista. Sobre el origen del nombre nos dicen algunas fuentes que procede de 'casas rojas' o 'caserío rojo', haciendo referencia quizá al primer asentamiento que hubo en el lugar. Citando a nuestro querido Luis Moreno Nieto el nombre derivaría de las casas que poseyeron dos hermanos que debido al color de su pelo eran conocidos como 'los rubios', los cuales posiblemente fueran guerreros venidos con las tropas de Alfonso VI a estas tierras toledanas. 

Al estudiar la historia de Casarrubios es imprescindible hablar de la dehesa denominada Berciana, donde diversos autores coinciden en situar a la antigua población carpetana de Bercicalia, donde a lo largo del tiempo se han hallado diversas ruinas, así como varias lápidas romanas dedicada a Munio Quinto Cinna, habitante de Bercicalia. Ya en el siglo XVIII se hablaba de una de estas lápidas funerarias, de la cual conservamos su inscripción: «Consagrado a los dioses manes, de Ates el bercicaliano, hijo de Alon, de edad de cuarenta años. Aquí yace. Seate la tierra ligera». Si llegamos al siglo XI será Alfonso VI el que reconquista este territorio, para poco después repoblarse por castellanos viejos. Encontramos algunos documentos que hablan de la localidad a partir de 1124. Ya en el siglo XIV la villa era propiedad de don Alfonso Fernández Coronel, a quien se la arrebató don Pedro I el Cruel. A partir de ese momento la localidad pasó por diferentes manos, como por ejemplo doña Juana Iñíguez, reina de Navarra o la reina Isabel la Católica y finalmente en 1484 tomará posesión del lugar don Gonzalo Chacón, conde de Casarrubios y posteriormente en sus sucesores, los condes de Miranda. 

Del 22 al 25 de septiembre de 1468 el rey Enrique IV permaneció en Casarrubios para realizar desde aquel lugar un llamamiento a los nobles que no estaban a su lado y dio órdenes para proclamar a su hermana Isabel como heredera. A principios del siglo XVI Casarrubios tenía 400 vecinos y en la segunda mitad de siglo llegó hasta los 650, lo que serían aproximadamente 1.800 y 2.925 habitantes respectivamente. La villa estuvo cercada con gruesas y consistentes murallas de tierra con tres puertas para cruzarlas, destacando el imponente castillo del que hablamos en su día en la relación de fortalezas toledanas y que fue construido por el señor de Casarrubios, aunque reformado por completo por don Gonzalo Chacón, el cual mandó edificar otro bello edificio gótico en la localidad como es el palacio de los señores de Casarrubios. Por Casarrubios pasaron Carlos I (en el año 1525) y Felipe III el 8 de noviembre de 1619 cuando venía enfermo de Portugal, el cual tuvo que descansar en la localidad, ya que llegó con «calentura, vómitos y cursos». Fueron decenas las personas que visitaron al rey para enterarse por su estado de salud, realizándose procesiones para pedir a Dios por su salud. Como recuerdo de la concesión de Villazgo a la localidad se levantó una picota sobre cuatro gradas que ya estaba colocada en el año 1441. Las principales iglesias que aparecen descritas en el siglo XVIII eran la de San Andrés y la de la Natividad de la Virgen, siendo la primera de ellas la más antigua de la localidad siendo la única parroquia hasta el año 1564, momento en el cual (el 25 de abril) se bendijo la nueva parroquia de la Natividad. El convento de frailes agustinos calzados era otro de los lugares de culto de Casarrubios, el cual existía ya en el año 1272, contribuyendo a su fundación don Diego Gómez, alcalde mayor que fue de Toledo y su esposa doña Inés de Ayala y donde se encontraba una imagen de Nuestra Señora de Gracia, la cual según la tradición fue traída desde Ceuta por Juan I de Portugal, al regresar en 1417 de una expedición a Marruecos, dejándola en su palacio de Lisboa y desde allí fue robada por un español llamado Juan López del Rincón, sirviente de la reina doña Leonor, quien la trajo hasta Casarrubios en 1441. Otro convento ubicado en el término de Casarrubios fue fundado a mediados del siglo XVII por Alonso García de Orea y María Rodríguez su mujer, naturales ambos de la localidad. También se citan dos ermitas: la de San Sebastián y la de San Antón, la cual se denominaba de Santa Ana a finales del siglo XVIII. Las crónicas hablan también de dos hospitales, el del Corpus Christi, que fundado por el doctor Rodrigo de Vivar y otro de San Pedro, levantado por Pedro del Castillo, alcalde mayor de Casarrubios y donde se recogían las mujeres pobres, del que ya no hay datos en el siglo XVIII. En aquel siglo sabemos que había una escuela para enseñar a hilar, siendo hilada lana para paños finos en la fábrica de Guadalajara. Tenía Casarrubios privilegio de mercado todos los jueves y feria todos los años durante cuatro días, siendo el primer día el jueves inmediato después de la Natividad de Nuestro Señor, destacando el número de cabezas de ganado que se vendían en ella. La enfermedad más común eran las fiebres tercianas, dándose también casos de tabardillos, dolores de costado y algún caso de tisis.

*José García Cano es académico correspondiente en Consuegra de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo