Enrique Belda

LOS POLÍTICOS SOMOS NOSOTROS

Enrique Belda


Los dos presidentes Núñez no caen en la trampa de Page

20/12/2022

Unos meses antes de las elecciones autonómicas de 2003, hace justo veinte años, el presidente de mi Comunidad, José Bono, que se presentaba también a la reelección como ahora lo hace su delfín y continuador ideológico, García Page, andaba reñido con el líder nacional de su partido, Zapatero, que le había ganado en un congreso interno. Como Page, Bono obtenía el poder en Castilla-La Mancha gracias al plus de votos de la derecha sociológica, habitualmente mayoritaria en elecciones generales, por lo cual, también como Page, tenía como afán y regla marcar distancias con su partido, el PSOE, en un continuo encaje de bolillos almagreño para decir una cosa y la contraria según conviniese.
Los perfiles de los socialistas y las pugnas con los de Madrid se repiten dos décadas después y de manera más evidente, pues ahora no se trata solo del pique Bono-Zapatero por una futura Presidencia del Gobierno: hoy se escenifican presuntas distinciones en la continuidad misma de la unidad de España y en el mantenimiento de un mínimo decoro en la separación de poderes y en las formas.
Las cosas son más sencillas de lo que parecen: la Constitución y las leyes protegen por completo a Page y a sus diputados y senadores allegados para que se opongan a la cadena de barbaridades de Pedro Sánchez. Si lo que aquí denuncian no se replica en Madrid votando en contra por disciplina (la clase política es la que es y no sabe diferenciar la beneficiosa y habitual unidad con plantarse ante los jefes cuando pierden el juicio), también es comprensible que asuman las consecuencias: que no nos tomen por tontos intentando que, al menos, no los castiguemos en las urnas autonómicas por su silencio, complicidad, hipocresía o quietud. Page está evitando a toda costa que dentro de pocos meses esto le pase factura y pierda el sillón, para lo cual seguro que está dispuesto a forzar su discrepancia con Sánchez al máximo, pero lo que no puede evitar es que los demás le digamos que más importante que su continuidad es la de nuestra comunidad nacional. Si no es su sillón y si se trata de España, basta que ahora, ya y sin dilación, utilice su liderazgo para que los diputados y senadores que le siguen abandonen la disciplina de voto en Madrid.
Hace veinte años, el compadreo de Bono con los que entonces mandaban en el Partido Popular consolidó este montaje, que se pretende hoy, de vender a los desinformados que pueden votar a un PSOE 'bueno'. Se hizo simplemente para dañar a Zapatero, candidato nacional del PSOE, a costa de un apoyo implícito al prestidigitador manchego en la autonómicas. No dudaron incluso en echar de sus cargos a los dirigentes regionales que denunciábamos esta pantomima. Sin embargo, Page ahora se ha topado con dos presidentes en el partido adversario, en Madrid y en Castilla-La Mancha, que no ceden y con partidos que han aprendido del error. Núñez Feijóo no va a sacrificar una victoria de su formación en Castilla-La Mancha para pagar a un aparente enemigo de Sánchez que no es de fiar para él como tampoco lo es para el resto del PSOE nacional. Y el Núñez de aquí, Paco, ha logrado que cada cuarto de hora los tradicionalmente evasivos jefes 'populares', máximos dirigentes nacionales que históricamente no se mojaban, denuncien esta práctica esquizoide de Page: los planta al amanecer a la puerta de Fuensalida para darle estopa en su propia casa, o los educa para que emitan vídeos, declaraciones y macutazos en los que las primeras espadas son tajantes ante la palmaria trampa. Se hace respetar en Madrid y eso se nota mucho, pues encima también le apoyan a él personalmente como alternativa y líder. Los dos Núñez saben que es ahora, en diciembre de 2022, cuando el vaso ha rebosado y tan solo cabe esperar que la gente no se deje engañar de aquí a mayo con el carnaval mediático que nos ha preparado el poder y sus satélites. En estos días se están jugando el poder en Castilla-La Mancha.