Hospital del Rey y la festividad de Nuestra Señora de la Paz

José García Cano
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En un principio el Hospital del Rey se situó junto a las casas del Ayuntamiento de Toledo aunque posteriormente se trasladó hasta un nuevo edificio en la calle de las Pescaderías, junto a la Plaza Mayor

Hospital del Rey y la festividad de Nuestra Señora de la Paz

Cuentas las crónicas que para celebrar el perdón que el rey Alfonso VI había otorgado a la reina doña Constanza y al arzobispo don Bernardo, se había establecido en Toledo la fiesta de Nuestra Señora de la Paz cada 24 de enero. Tanto la reina como el arzobispo habían desoído la orden del rey de dejar a la población musulmana el uso y disfrute de la entonces mezquita aljama (hoy catedral de Santa María) y de hecho los expulsaron de la misma «con la violencia de las armas». Parece ser que ninguno de los dos pudieron consentir que el edificio que había sido iglesia visigoda y donde la Virgen María había colocado a San Ildefonso su casulla, perteneciese al que en ese momento era el enemigo. Lo cierto es que esta fiesta se fue realizando en la ciudad de Toledo y se obligó a que para mayor honra de la fiesta y aumentar la devoción «no juzgasen los alcaldes en ese día, y que ni cristianos, ni moros, ni judíos abriesen tiendas ni mercados».  Es cierto que también la conocida leyenda del Alfaquí nos habla de este hecho que va pasando de generación en generación y que se complementa con la imagen del propio Alfaquí en el lado de la epístola del altar mayor de la catedral toledana. 

Con el paso del tiempo esta celebración se siguió celebrando en Toledo y hasta el siglo XX se realizaban diversos actos el día 24 de enero en el conocido Hospital del Rey, residencia de ancianos con muchos años de historia y hospital toledano con siglos de antigüedad. La vida hospitalaria y religiosa de esta querida fundación toledana era controlada por la hermandad del Corpus Christi, Nuestra Señora de la Paz y San Ildefonso la cual ya en tiempos de Enrique II se encontraba en funcionamiento. A esta cofradía pertenecían todo tipo de vecinos, pues en 1451 la conformaban canónigos, escribanos, notarios, hortelanos, criados, cirujanos, boticarios o arrieros. Nos dicen los documentos que este hospital se levantó con limosnas y donaciones, cuya finalidad fue la de recoger pobres enfermos y curarlos. La denominación de Hospital del Rey venía dada por la pertenencia de los reyes de Castilla a la cofradía citada, los cuales autorizaron a que se usase el nombre y las insignias reales en el escudo de la institución, como aún podemos ver en la fachada del edificio en la calle Chapinería. Desde un principio en el hospital se cuidaban además de a enfermos, también a todo aquél que necesitara cuidados, así como a pobres, viajeros y ancianos. De hecho en el escudo antes citado aún podemos leer la frase «ciegos, decrépitos e impedidos».

En un principio el Hospital del Rey se situó junto a las casas del Ayuntamiento de Toledo aunque posteriormente se trasladó hasta un nuevo edificio en la calle de las Pescaderías, junto a la Plaza Mayor. Este segundo edificio también sufriría una importante modificación a finales del XVI cuando la cofradía acuerda con el cabildo de la catedral toledana la traslación del mismo hacia el norte de la misma calle Chapinería. En 1593 se realizó el derribo del Hospital del Rey para levantar el actual entre 1595 y 1603. Como dato curioso durante las obras aparecieron unos restos de lo que parecía ser un antiguo oratorio que algunos autores identificaron con una ermita dedicada a San Tirso y cuyas trazas fueron examinadas incluso por Juan Bautista Monegro y Juan de Herrera, los que indicaron que podría tratarse de un templo del siglo VIII o IX levantado junto a la mezquita mayor de Toledo. 

En el curioso cartel que acompaña estas líneas vemos como todavía en 1897 se celebraban cultos en el Hospital del Rey a quienes eran sus titulares y patronos, es decir la Virgen María «bajo el hermoso título de la Santa Paz» así como a San Ildefonso, protagonistas ambos del milagro más conocido y difundido en Toledo en lo que fue la iglesia visigoda previa a la catedral actual. Había misa mayor el día 24 de enero por la mañana y a la tarde se cantaban diferentes cánticos religiosos que honraran a los patronos. Igualmente se indica que había concedida indulgencia plenaria para todos los fieles que visitasen la capilla del edificio, que se encontraba a la izquierda de la entrada, en la primera planta desde la calle Chapinería. 

Desde estas líneas reclamamos –una vez más- que el Hospital del Rey, una de las residencias de ancianos  a la que más cariño le tenían los vecinos de Toledo y cómo no sus trabajadores y usuarios, vuelva algún día a reabrirse para seguir realizando las labores asistenciales y de cuidados que ya realizara la institución desde al menos el siglo XV. Toda  una referencia en la historia de los hospitales de Toledo, el cual hoy, desgraciadamente después de tantos años se encuentra cerrado, aun habiendo sufrido una remodelación completa hace pocos años y cuya apertura es demandada por vecinos, colectivos y una buena parte de la sociedad toledana.