Es triste ver cómo el pasado domingo, de nuevo, el Salto del Caballo se volvía a engalanar con una de las aficiones más numerosas y fieles en su grada. Sin embargo, su equipo demostró otra vez lo que  le cuesta ser capaz de competir.
Afición fiel y numerosa, pero cada vez más peligrosamente complaciente ante una situación deportiva a la que asusta acostumbrarse. Lo peor es que viene siendo habitual en este estadio que el CD Toledo sea incapaz de salir de la dinámica en la que se encuentra encallado.
Las dinámicas en el fútbol parecen algo secundario, pero están presentes como en la vida misma, con buenos y malos momentos, aunque no queramos verlo. Las dinámicas positivas pueden ayudarte a llegar a lo más alto, y, por el contrario, como en este caso, las negativas te sumergen en lo más hondo de un pozo del que es muy complicado salir.
Y es que la psicología, base de estas situaciones, es algo tan abstracto como fundamental. Motivación, confianza, estrés, ansiedad, indefensión, inseguridad… son aspectos que veo emerger de la plantilla sobre el verde domingo a domingo, y no pueden obviarse si se quiere encontrar una solución a la situación actual.
Estoy seguro de que hay un gran trabajo diario, unos mimbres mejores o peores (para gustos los colores), pero todo ello no sirve para nada si no va acompañado de una intervención que evite las dificultades en la gestión de los procesos psicológicos y mentales, especialmente de los pensamientos negativos que merman la confianza y el rendimiento de los jugadores. Y es que, hacen aparecer los fantasmas que les llenan de dudas domingo a domingo, y que les alejan de dar su mejor versión.
El CD Toledo se mantiene vivo en una competición que parece que se empeña en esperarlo una y otra vez, y, aunque las jornadas van pasando, el equipo verde todavía está a tiempo de revertir la situación y cumplir el que para mí debe ser el primer objetivo, salir del descenso. Eso sí, sin cambio de dinámica nada será fácil, ni el propio cambio de dinámica.