«Pensamos que la autovía cortaría el fuego... y la saltó»

Luis J. Gómez / Toledo
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Les dieron el aviso de un incendio de pasto arriba de la Bastida. El teléfono no paraba, hacía mucho calor y viento. Cuando Jesús Muñoz iba por Tavera intuyó que debía pedir refuerzos

«Pensamos que la autovía cortaría el fuego... y la saltó» - Foto: VÁ­ctor Ballesteros

Al día siguiente le tocaba irse de vacaciones y ni siquiera estaba en el turno de primera salida. Le correspondía a su compañero, que le propuso que la asumiera él para acudir a unas jornadas con niños de Afanion en el hospital. «El aviso llegó a las 16:50», recuerda Jesús Muñoz, cabo del Parque de Bomberos de Toledo. A menos cinco o menos tres ya estaba montado en el coche de mando para desplazarse a Montesión con una bomba rural, la única que tienen, porque les habían dicho que se trataba de un fuego de pasto arriba de la Bastida. Sin embargo, al ir por Tavera intuyó que harían falta refuerzos y pidió la nodriza. 

Fue intuición y experiencia, dado que sabía que las condiciones eran adversas, con mucho calor, viento y con un campo que estaba muy seco desde el inicio del verano. También podía oír que no dejaba de sonar el teléfono en la sala de comunicaciones. 

Cuando llegaron a la zona cero del incendio, cerca de la casa en ruinas de la finca Loches, se cruzaron un técnico de la Junta. La velocidad de las llamas fue de lo primero que le llamó la atención. Según los cálculos que pudo conocer después, a esas horas avanzaba a 400 metros cada diez minutos. Uno de los camiones que llevaban lo tuvieron que desplazar porque las llamas le estaban llegando. 

«Pensamos que el fuego se cortaría en la autovía, con sus dos carriles por cada sentido», expuso Muñoz, «pero la saltó». Todavía tiene en la cabeza la imagen de los coches volviendo en dirección contraria por la carretera ¿Y cómo salta el fuego tanta distancia sin vegetación? Según cuenta este cabo del Parque de Bomberos de Toledo, «la masa de aire caliente» hizo que en el otro lado de la autovía se reprodujeran las llamas. 

Muñoz cuenta que fue una suerte que el incendio no se originara ni se extendiera por la parte baja del monte, en la que hay más casas. Explica que tuvieron que ayudar a salir a una persona impedida de su casa y que, en términos generales, los vecinos respondieron bien, aunque alguno hubo alguno que se resistía a abandonar su vivienda.

Recuerda que los medios aéreos llegaron a la hora y media y que cogían agua del Tajo. Todo se coordinaba desde el puesto de mando avanzado, porque estaban trabajando en el incendio las brigadas de Infocam de la Junta, los bomberos de Toledo, los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad (Policía Nacional y Guardia Civil), la Policía Local... La Unidad Militar de Emergencias llegó a las 23:00 y, a la vista de la situación favorable para el control del fuego de Montesión, se trasladaron de ahí a Almorox, donde se había originado otro incendio que los días siguientes se extendió por Cenicientos y Cadalso de los Vidrios, en Madrid. 

Del Parque de Bomberos de Toledo acudieron más de treinta efectivos, aparte de los que se tuvieron que quedar en la sede porque «no se puede desatender el resto de la ciudad». Lo recuerda como una «paliza» porque fueron horas muy intensas de trabajo. «Vinieron  voluntariamente compañeros de refresco y se llamó a gente también que hicieron relevos a los que estábamos trabajando», explica, «de esa manera te vas dosificando el esfuerzo». También en el parque se preparó contingencia de bebida y bocadillos.

Durante el trabajo de extinción en la zona se les averiaron tres vehículos. «Tuvimos que llamar al mecánico de madrugada», recalca. Dice que uno de ellos no lo paraban del todo porque si no, no arrancaba y que de otro salía el agua de la tubería por donde no tenía que hacerlo. Eso sí, reconoce que el coche nuevo funciona muy bien. «Siete u ocho mangueras se quemaron, pero es lo normal», indica. Lo normal en un fuego de esas dimensiones.

Muñoz cree que fue providencial que remitiera el viento para que el fuego se pudiera controlar. También admite que «la masa de vegetación que se iba quemando, se extinguía y apagaba, porque al final el incendio termina apagándose porque ya no hay más que quemar». Todavía quedaba algún susto más para la madrugada, pues pasadas las 6:00 de la mañana recibieron un aviso de un fuego que se reavivaba en la zona. 

Al día siguiente le tocaba irse de vacaciones y ni siquiera estaba en el turno de primera salida. El aviso llegó a las 16:50 y Muñoz recuerda que no se vio descansando hasta las 03:00.