Francisco Muro de Iscar

MUY PERSONAL

Francisco Muro de Iscar

Periodista


El misterio de porqué estamos todos locos

12/07/2020

"No sé tú, pero yo..." decía el bolero que compuso Armando Manzanero y que cantó, entre otros, Luis Miguel. "No se tú, pero yo..." estoy harto de esta vieja política, que ya denunciaba Ortega, y, sobre todo, de estos políticos antiguos, incapaces de decir la verdad, de conectar con las necesidades reales de los ciudadanos y, sobre todo, de encarar el futuro con consensos. Porque el futuro va a ser diferente y va a exigir grandes acuerdos ante problemas complejos. Por eso me atrevo a decir que hay que aprovechar este tiempo de verano, de desconfinamiento, amenazado o amenazante, para descansar, para desconectar y para recuperar fuerzas. Esa recomendación vale también para los políticos en el Gobierno o en la oposición: por favor, váyanse de vacaciones, no hagan nada, seguro que las cosas no irán peor si no hay nadie al frente del "mando único" o del otro. Cuando el presidente de Argentina, el que fuera entonces, se encontró con la madre del gran Facundo Cabral, le preguntó: "Señora, ¿qué quiere que haga por usted?". Y ella le respondió: "Con que no me joda, tengo bastante". Pues eso.

Nos espera, seguramente, uno de los peores otoños de nuestra vida. Te pones a hacer la lista de problemas que van a tener que resolver los políticos y te salen ronchas en la piel. Sin guardar ningún orden, este otoño tendremos que poner en marcha la reconstrucción de un país devastado por el Covid y por la mala gestión de los gobernantes. Y aunque Europa nos suelte más dinero, lo hará con exigencias. Nos van a decir que gastemos bien, pero que gastemos menos, que reduzcamos el déficit, que la reforma laboral se toque poco, que la fiscalidad se adecue a la europea, que rindamos cuentas de lo que hacemos con el dinero que se nos da. Y el Gobierno tendrá que tratar de aprobar unos Presupuestos --Rajoy y Montoro se siguen riendo de que este Gobierno siga atado al que aprobaron ellos--, afrontar un desempleo escandaloso, sacar del hundimiento a sectores básicos como el automóvil, el turismo o la agricultura y ver dónde invertimos para tener futuro, sin nacionalizaciones que son pan para hoy y hambre para mañana.

Mientras todos miramos si hay un rebrote del Covid o viene otro virus -- y tal como se están comportando muchos, incivilizadamente, eso parece muy posible--, nuestros políticos tendrán que abordar una reforma sanitaria sin apenas medios y, me temo, sin contar con los profesionales que son los que saben; ver qué hacen con la educación en, seguramente, el curso más complejo y difícil de la historia; y enfrentarse a un otoño caliente en las fábricas y en las empresas.

Y todo ello sin hablar del "rebrote" del problema catalán, con convocatoria de elecciones y nuevos episodios del culebrón de la Mesa para la "otra reconstrucción"; del debate sobre la Monarquía, impulsado, en un ataque de locura, desde el propio Gobierno; del colapso de la Justicia ante las reclamaciones de los ciudadanos y la incapacidad de este Gobierno --y de todos los anteriores-- de modernizarla, como lo están Hacienda o la Seguridad Social; o de los efectos del Brexit para Europa. Y en casi el noventa por ciento de todos los problemas que he citado, alguien que tiene altas responsabilidades, puede hacer que todo empeore. Claro que me refiero a Pablo Iglesias, que también tiene abierto su caso.

Decía Mark Twain: "Vamos a replantearnos que estamos todos locos; eso explicaría cómo somos y resolvería muchos misterios". Abandónense a lo incierto, descansen, hagan lo menos posible este verano. Lo disfrutarán y, en todo caso, cuando llegue septiembre, alguien se encargará de confirmar que este mundo está loco. Me temo que no hemos aprendido nada tras esta terrible pandemia.