«CORPO me ha impresionado mucho. Es muy interesante»

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Director General de los museos reales de Bellas Artes de Bélgica

«Realmente me ha impresionado mucho. Es muy interesante» - Foto: David Pérez

No pudo asistir a la inauguración oficial de la colección Roberto Polo del pasado mes de marzo, ¿qué le ha parecido la muestra? ¿Cuál ha sido su primera impresión tras ver todo el conjunto?

Este diálogo entre la historia de España que se respira en todas sus paredes, en su arquitectura en general, es muy interesante. Ver cómo dialoga con la vanguardia y la modernidad con la contemporaneidad que Roberto Polo ha traído fundamentalmente fuera de España, de países como Bélgica e Italia, fundamentalmente. Eso solo puede ser posible aquí. Realmente me ha impresionado mucho. Es muy interesante.

¿Cómo valora ser patrón de la Fundación Roberto Polo?

Estoy muy orgulloso y es, ante todo, un honor. Agradezco la decisión de Roberto Polo, y el acuerdo del Gobierno de Castilla-La Mancha con él. Soy director del primer conjunto de museos belgas, que  alojan arte de los primitivos flamencos, desde el siglo XV, hasta nuestros días, y me siento en cierta forma como una especie de embajador de la cultura belga. Estoy entusiasmado de ver como aquí se ha alojado y se ha dado cabida a una colección belga al 70 por ciento y, además, de ver cómo esto puede reiniciar un diálogo de lo que fue la historia de Flandes con la cultura de España.

Como director y CEO de los Museos Reales de Bellas Artes de Bélgica, ¿qué le parece que su país no ofreciera a Roberto Polo la posibilidad de instalar allí su colección? En 11 años de residencia de Polo allí, ¿nadie se planteó esa posibilidad?

Bélgica es un país muy pequeño y con una altísima producción artística, de gran calidad, y para un coleccionista de arte belga es más interesante enseñar sus obras fuera, donde pueden ser admiradas, que dejar que pasen más o menos inadvertidas allí. Como director de los museos reales, mi función es casi la de un embajador del arte belga, y opino que es muy positivo que nuestras obras salgan fuera del país, porque es una forma de dar a conocer en el mundo el valor de nuestros artistas.

Roberto Polo descubrió hace años a los auténticos pioneros del arte belga de las vanguardias históricas, principalmente del surrealismo dadaísta y la abstracción, propiciando que ese periodo fuera reconsiderado. Muchas obras descubiertas por él fueron tasadas y expertizadas en Bélgica, como parte de su rico patrimonio, y ahora están en Toledo. ¿Cómo valora eso? ¿Es un fracaso de la gestión artística belga?

Más que reescribir lo que está haciendo es mirar dentro de los ángulos oscuros de la historia del arte. En sus esquinas escondidas. No hay otra selección tan minuciosa y de tan alto nivel de las vanguardias del siglo XX como la suya. Tiene a los pioneros de la abstracción y el constructivismo como Flouquet o Servranckx. Esto no es que reescriba, sino que descubre. Descubre a los belgas esa vanguardia que ellos creían que procedía de fuera entre 1911 y 1917. Sobre todo de las vanguardias rusas. Pero Roberto demuestra que eso no fue así. Abre una ventana en lo que se daba por hecho y es muy interesante la historia que él cuenta.

Los belgas para describirse empiezan siempre con una negación: no somos esto, no somos lo otro… y no se valoran a sí mismos. En ese sentido, Roberto Polo es muy importante en la valoración del arte belga.

Como historiador de arte, ¿qué le parece la figura de Roberto Polo?

Nos conocemos desde hace muchos años, siempre a través de préstamos que él hizo para diversas exposiciones, antes incluso de venir a vivir a Bruselas, donde nuestra relación se estrechó más. Con Roberto puedes discutir sobre la historia del arte y esto me interesa mucho. Y en cuanto a su faceta de mecenas, yo lo definí como «un americano perdido en Bruselas», siempre colaborando con instituciones culturales, con ese espíritu de comunidad que él aprendió en Estados Unidos pero que en Europa resulta tan extraordinario.

Roberto Polo asegura que usted considera ‘Vue de Gravelines (nord), vu du Grand-Fort-Philippe’, de Henri Edmond Cross, como la obra maestra de su colección. Me gustaría que argumentara esa afirmación.

No quiero contestar nada de favoritos. Pero, evidentemente, cuando vi ‘Vue de Gravelines’ en su casa quedé muy impresionado.

Entre los siglos XV y XVII el arte flamenco, y sobre todo su pintura, se consagró en España, en la Corona de Castilla, principalmente, cuya capital incuestionable es Toledo. ¿Qué le parece que años después desembarque en esa misma ciudad una nueva oleada ‘flamenca’?

La relación de los pintores flamencos con los españoles fue, evidentemente, capital en Europa. Tradición en la que el Greco es una excepción. Evidentemente, esta historia de la pintura española nace en Toledo. Traer de nuevo Flandes a España es rehabilitar parte de la historia perdida durante el siglo XX y traer la modernidad a debate dentro de la cultura española.

La fuerza de la identidad española y flamenca puestas en diálogo son equivalentes a la identidad europea. Es muy importante basarse en esto para crear un espíritu europeo, que va en contra de la crítica que afirma que Europa es un invento. No lo es.

Debemos estar muy orgullosos de ser europeos y universales; y la unión de estos dos polos, España y Flandes, es una demostración histórica y cultural de que Europa sí que existe

En los últimos años, muchos coleccionistas privados están eligiendo España para asentarse. ¿Por qué? ¿Cuál es en su opinión el motivo que les hace decantarse por este país?

Es importante reflexionar. La laguna del periodo franquista hizo que durante ese tiempo España estuviera cerrada a la modernidad, al progreso, por ese motivo la apertura del museo Reina Sofía fue muy importante. No solo porque sea un gran museo ni porque trajera de vuelta el Guernica, sino por los archivos que se pudieron recuperar. Aquí en España no hubo un juicio después del franquismo como sí que hubo en Alemania después del nazismo. Recuerdo con horror cuando en los años 80 en España aún las monedas tenían la cara de Franco. ¿Se imaginan una moneda después de la II Guerra Mundial con la cara de Hitler?

En aquellos años los españoles me decían que la Transición fue pacífica, y sí, es encomiable y, a la vez, no lo es, porque si no cuestionas el pasado es muy difícil construir correctamente el futuro. De esta falta de análisis del pasado vienen cuestiones pendientes aún hoy en día, como la cuestión catalana.

El Reina Sofía y su apertura fue muy importante en el sentido de incitar la reflexión sobre la contemporaneidad y la modernidad en España. Por eso, como hay aún esas lagunas, las instituciones y museos están muy abiertos a traer esa parte de la historia artística que falta, y que es importantísima para la construcción del futuro. Esa apertura y esa disponibilidad es lo que creo que ha hecho posible que una colección como la de Roberto Polo recale en Toledo.

Por último, ¿había estado alguna vez antes en Toledo? ¿Qué le parece la ciudad?

Estoy visitando Toledo por vez primera y estoy realmente impresionado con esta ciudad: cómo transmite el legado histórico, cómo lo ha sabido conservar, en todos sus aspectos. Es algo que se respira en estas calles y no solo en sus monumentos y museos.