Algunos datos históricos de Pepino

José García Cano*
-

El nombre de la localidad se debe a un labrador que se llamaba Alonso Pepino el cual por alguna razón que desconocemos, se hizo popular llegándose a olvidar el antiguo nombre de Aldeanueva de Talavera por el de Pepino

Algunos datos históricos de Pepino

A unos 84 kilómetros de Toledo y a tan solo 9 de Talavera de la Reina se encuentra la localidad de Pepino. Parece ser que el nombre de la localidad se debe a un labrador que se llamaba Alonso Pepino el cual por alguna razón que desconocemos, se hizo popular llegándose a olvidar el antiguo nombre de Aldeanueva de Talavera por el de Pepino. Las Descripciones del Cardenal Lorenzana hechas en mayo de 1782 nos recuerdan que Pepino pertenecía al partido de la vicaría de la villa de Talavera de la Reina. No había conventos establecidos en el municipio, aunque sí se constata gracias a este documento la existencia de una ermita extramuros, con la advocación de Nuestra Señora de Valdelenguas, la cual se encontraba ubicada junto a la casa de un guarda, en un «cerro poblado de encinas que llaman el Cerro Mojón».

La parroquia de Pepino es la de Nuestra Señora de la Concepción y según el párroco el primer bautismo en la misma tuvo lugar en 1589, cuando ejercía de párroco don Juan Romero del hábito de San Pedro. Por otro lado el primer matrimonio tuvo lugar el 23 de noviembre de 1601. La ocupación de sus habitantes era el campo y la agricultura, destacando el ganado de cerca y el vacuno. Los productos que daba la tierra eran el trigo, la cebada y algo de centeno. Algunas mujeres se ocupaban en trabajar la seda y de ahí que en la descripción del lugar se cite que abundaban las moreras en todo el término de Pepino. Como enfermedades habituales en aquél siglo XVIII se señalan las típicas tercianas y para curarlas los vecinos solían preparar una mezcla de hierbas criadas todas en el término; cardo santo, centaura, achicoria, grama y correchuela, las cuales cocidas todas juntas formaban una infusión, de la cual había que tomarse un vaso por la mañana y otro por la tarde, consiguiendo con su ingesta «unos efectos maravillosos».

Si hay un día festivo -y especial- en Pepino es el día 3 de febrero, festividad de San Blas. Todos los vecinos se implican en esta celebración que arranca prácticamente al comenzar el año cuando los mayordomos de San Blas van solicitando las necesarias contribuciones económicas a los vecinos para sufragar los gastos de la fiesta. Cada año repiten la tradición de la quema del chozo que supone el arranque de las actividades y celebraciones en torno a este santo, patrón de los males de garganta. Hablando de días de fiesta la romería que celebra Pepino en torno a la Virgen de Valdelenguas es otra de las más importantes del municipio. Habitualmente la imagen de la Virgen es trasladada por los romeros desde la parroquia hasta su ermita, donde tiene lugar la misa campestre para celebrar a continuación diversas demostraciones ecuestres, música, bailes y degustaciones gastronómicas.

La localidad es de clima templado y sano pero el suelo -dicen las crónicas- era «áspero de piedra y cuestas y muchos cantos», dato que se confirma con el topónimo de la dehesa de Aljar, que viene a significar ‘las piedras’. En el siglo XVI dicen las Relaciones de Felipe II que las casas eran tejadas, aunque también las había pajizas y ninguna estaba doblada. Los modestos bienes comunales en aquella época se limitaban a un ejido y dos pequeñas dehesas boyales, sujetas en contribución a Talavera de la Reina.

El escudo de la población que se otorgó en 1986 nos refleja un árbol de siete brazos o ramas (recordando la condición agrícola y forestal de la zona) y también las armas del arzobispo Contreras, don Juan Martínez de Riaza, quien concedió término propio a Pepino allá por el siglo XVI, que son en los cuarteles primero y cuarto una cruz ancorada de plata y en el segundo y tercero, de gules (rojo) un castillo de oro, como aparecen en su sepulcro ubicado en la Catedral de Toledo. La localidad de Pepino se encuentra en la parte más meridional de la preciosa comarca de la Sierra de San Vicente, un enclave geográfico digno de conocer y visitar, pues en él se aúnan la naturaleza, la cultura y la tradición. Otro lugar más para visitar y descubrir en nuestra provincia de cara a las próximas fechas veraniegas que se aproximan.

*José García Cano es académico correspondiente en Consuegra de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo.