Triste final para una temporada de ensueño

A. L. Fernández
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Esteban Becker, técnico del CD Torrijos, se mostró muy satisfecho con la temporada de su equipo a pesar de caer en semifinales de los 'playoff'

Triste final para una temporada de ensueño

Triste final para una temporada extraordinaria. El CD Torrijos rozó la final de Tomelloso pero se quedó a las puertas. No hay nada que reprochar. El comportamiento del equipo rojiblanco no da lugar a la duda. Tras 120 minutos de partido, el equipo toledano no pudo pasar del 1-1 que permitió que el cuadro conquense hiciera valer su mejor clasificación en la liga regular.

Unos días después de la batalla, el técnico, Esteban Becker, deja su análisis del enfrentamiento. «Estoy muy orgullosos por el equipo, fuimos merecedores de la victoria, pero al final el fútbol no entiende de merecimientos», asegura. El equipo toledano se puso por delante en el marcador y, a pesar de que el empate llegó tras un fallo defensivo, el equipo no se vino abajo y dispuso de varias ocasiones. «Con el empate dispusimos de varias oportunidades para decantar el partido a nuestro favor, pero no supimos concretarlas», reconoce.

El billete para la final fue para el Quintanar del Rey, que demostró una gran deportividad con el Torrijos como bien expresa Becker: «Recibimos las felicitaciones del rival, tanto del cuerpo técnico y jugadores como de la directiva; para un entrenador eso es un orgullo inmenso».

Con unas elecciones a la vuelta de la esquina, el cuerpo técnico del Torrijos la próxima temporada es una incógnita. «Es hora de hacer memoria y balance, el equipo ha encontrado una identidad y con esa misma identidad debemos seguir buscando los objetivos», manifiesta Becker.

Por lo demás, cabe destacar el gran papel que ha desempeñado la afición del Torrijos, que se desplazó en masa a Alcázar de San Juan para apoyar al equipo, de ahí los elogios del entrenador argentino del Torrijos. «Estoy muy feliz, el pueblo se ha volcado con el equipo y este ha respondido, para mi es una satisfacción enorme», concluye Becker.