Paula Alonso y la profesionalización de la mujer como artista

María López Pérez
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Paula Alonso Herreros de Vidal pintó en el cambio del siglo XIX al XX. Fue discípula del pintor Matías Moreno y logró un pequeño espacio propio en un universo principalmente masculino. El Museo del Ejército conserva una de sus obras

Paula Alonso y la profesionalización de la mujer como artista

Dentro de la práctica artística de las mujeres del siglo XIX copiar a los maestros del pasado era algo habitual. Algunas autoras lograron incluso irrumpir en una esfera marcada por la presencia masculina, exhibiendo sus obras en exposiciones públicas o incluso depositándolas en instituciones que custodiaban colecciones reseñables dentro del ámbito de la Historia y las Bellas Artes. Este último caso nos acerca a la pieza que hoy nos ocupa, un retrato del teniente general Manuel de la Peña, copia del original de Pedro Girón por Paula Alonso Herreros de Vidal, tal y como indica la propia autora en la leyenda que acompaña al retrato en el ángulo inferior derecho. Aunque el retrato, ejemplo de composición característico del género en el ámbito militar, nos permitiría centrarnos en una lectura meramente histórica, hoy no pondremos el acento en el retratado sino en la autora del retrato. Nos acercamos así a la figura de una mujer pintora que aprendió el oficio de un pintor, fue 'copista' de obras realizadas por hombres y donó algunas de ellas a espacios donde podían ser preservadas y expuestas. Sabemos que este retrato se entregó al Museo de Infantería en 1920. El Archivo del Museo del Ejército conserva una carta-borrador del coronel director del Museo [AH 32-35] que agradece a la donante y también autora «Sra. Dña Paula A. Herreros de Vidal» su ofrecimiento. Incluye además cierta información que nos permite reconocer que la pintora contó, ya en este momento, con cierto reconocimiento, señalando que ésta y otras de sus obras le habían «otorgado un puesto distinguido entre los artistas toledanos, como discípula aventajada del inolvidable maestro D. Matías Moreno».

Poco sabemos de la vida de la pintora Paula Alonso, fue discípula de Matías Moreno y González, primer director de la Escuela Superior de Artes Industriales de Toledo (hoy Escuela de Arte de Toledo), inaugurada el 27 de abril de 1902. Su inquietud intelectual pudo verse influenciada por su maestro. Sabemos que Moreno defendió la educación femenina en la Escuela de Toledo, baste recordar que en su discurso inaugural destacó que la no participación de la mujer en la enseñanza y práctica del arte resultaba «un abandono incomprensible y verdaderamente absurdo». Tal y como podemos contrastar en las imágenes conservadas (recomendamos las completas colecciones de Pedro Román en el Fondo Rodríguez del Archivo Histórico Provincial de Toledo y la colección particular de Rosalina Aguado), las aulas de la Escuela eran frecuentadas por alumnos pero también alumnas. Las fotografías retratan esa presencia femenina que reivindicaba su primer director, tanto en clases de oficios vinculados tradicionalmente con la mujer, como la "costura", como en otras disciplinas ligadas a la tradición de formación del artista, como eran «pintura», «modelado» o «cerámica».

En este contexto Paula Alonso se formó en la práctica del arte, buscando la profesionalización y encontrando cierto elogio en su tiempo. Participó en la Exposición General de Bellas Artes de 1878, citada en el Catálogo como «Doña Paula Alonso y Herrero, natural de Toledo, discípula de D. Matías Moreno».  Años después el diario 'El Eco toledano' (5 de mayo de 1920) publicará que ella «merece llamarse artista, pero artista de verdad, de profesión, pues ha pasado de la categoría de aficionada, y demuestra en sus cuadros una soltura y una seguridad que a primera vista indican una mano maestra». Respecto a su carácter, 'El Castellano' (29 de abril de 1920) la define en su Sección de Arte como «notabilísimo» en el retrato, de «pincel austero y verídico». Quizás estos adjetivos puedan trasladarse también al retrato que conserva el Museo del Ejército. Un retrato veraz, narrativo y cargado de sencillez. Esta falta de artificio parece responder a la intención de la artista, pero también a la función específica de la obra. Recordemos que copió la efigie de un destacado militar para donar la imagen a un Museo de Historia de España y de su Ejército. Entendemos por tanto esta obra en su ambigüedad, como un trabajo de copia y destreza, pero también de intencionalidad documental, ya que la propia autora dona la obra a un Museo de Historia, no a un Museo de Pintura. Hoy queremos terminar este encuentro recordando que las colecciones del Museo del Ejército conservan pequeños fragmentos de nuestra historia, pero no sólo de aquella que se centra en narrar episodios, sino también en la que habita en quienes dieron forma a las obras que conserva.  Nos referimos al artista, en concreto al pintor y más específicamente al pintor de retratos. En este caso nos hemos detenido en un retrato 'de autora', una pequeña parada que no quede en el olvido.