Pedro Carreño

La Ínsula

Pedro Carreño


Fenavin

10/05/2022

Viajar a Ciudad Real siempre es motivo de alegría y regocijo. Y más, cuando en la ciudad manchega, se sabe que esperan amigos y una buena copa de vino.
A medida que el visitante se acerca a Ciudad Real, la visión de la ciudad a través de las ventanas del AVE ofrece un color rubí magnífico y soberbio. Las primeras horas del día a través del cristal, contribuyen al espectáculo cromático de esta primavera –y edición-, tan esperada. Como en un calidoscopio, los colores se tornan del teja al cereza, para mutar radicalmente en las tonalidades más pajizas, pálidas, verdosas y doradas. Los colores del vino ni juegan ni confunden al viajero. Solo le ofrecen toda su variedad y hermosura, y el abanico de tonalidades y pluralidad que encierra este país que se llama España.
Cuando el visitante pisa el suelo manchego, su nariz se impregna de todos los aromas que destila Ciudad Real estos días y siempre. Primarios, secundarios y terciarios se mezclan en la pituitaria con elegante maestría y equilibrio. Olores inolvidables que van guiando al viajero hasta la Feria. Maderas, florales y frutales. A levadura y vegetal. Todos espléndidos y embriagadores, como perfumes en el aire. Fragancias evocadoras que portan y guían al viajero hasta las mismas puertas de la Feria.
Y es allí, ya en el recinto, donde el viajero saborea y cata su visita. En Fenavin, en la Feria Nacional de Vino. Larga de trago, sabrosa, carnosa y aterciopelada, con final elegante cada dos años y con vocación de repetir el próximo. Castigada por la pandemia, las cepas de Fenavin lloraron estos dos años por no acudir a su cita. Por no brillar como la mejor feria del sector de España. Por ser la feria del Vino con mayúscula. Y del Vino Nacional como mejor y único apellido.
Fenavin se ha convertido en la mejor copa expositora. Ha sido labrada con mimo y manos artesanas y, como las buenas viñas, ofrece unos racimos cada vez más esplendorosos y radiantes. Fenavin ya es espejo y orgullo. Un tesoro que cultivar y preservar y en el que, el sentido de 'lo nacional', ha de primar sobre cualquier otro concepto.
Tras dos años de ausencia por la pandemia, Ciudad Real se convierte esta semana en el centro mundial del sector vitivinícola. A la ilustre ciudad manchega se dirigen todas las miradas del sector. De bodegueros, cosecheros, embotelladores, profesionales, amateurs o sencillos y honrados aficionados al vino. Grandes o pequeños. Pero todos, ansiosos de volver a brindar por una feria que se ha convertido en el mejor escaparate de nuestros vinos.
Quizá estemos más cerca del día en el que, el Vino, sea declarado Bebida Nacional de España. Porque todavía, inexplicablemente, no lo es. (O sí).
Brindaremos ese día por ello. Hoy, por Fenavin.

ARCHIVADO EN: FENAVIN, Ciudad Real, España