Lo que la espada se llevó...

Mario Gómez / VILLASECA
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Alejandro Adame pincha dos faenas de triunfo importante en las que mostró un concepto asentado y lo saldó con dos intensas ovaciones. Se lidiaron astados de San Martín (1°, 2° y 3°) y Dolores Aguirre variados de juego

Alejandro Adame dio una gran imagen ante dos astados de complicada condición. - Foto: Dominguín

El sexto fue más largo que el reinado de Isabel II, q.e.p.d., largo y alto. Y Adame de nuevo dispuesto aprovechó las idas y venidas para endosar dos buenas chicuelinas. Empezó por alto con los talones clavados en el suelo antes de irse a los medios y correr la mano por el derecho. Una faena brindada a Víctor Guijarro, ganadero de El Montecillo, en la que con muleta pequeña, hubo toreo grande. Mano baja y vaciando siempre por debajo de la pala del piton. Una faena en la que el animal encampanafo asomaba a la altura de la hombrera y en la que el valor lo usó para pensar, pasar a pintón contrario y sacar todo lo que su oponente tenía. La espada desmembró la obra.

Las buenas maneras del tercero en el capote de Alejandro Adame chocaron con la vergüenza de tercio de varas en el que tras ser mal cogido , quiso aprovecharlo para darle mucho y mal. Marcos Prieto se desmonteró en banderillas continuando la gran feria que está firmando. Adame brindó al público antes de muy derecho torear delicado al natural. Francamente bien estuvo con un animal muy desentendido al que quiso tapar los defectos a base de poner mucho y torear muy de verdad. Faena intensa y de quilates, en la que tuvo la inteligencia de cruzarse a pitón contrario y dárselos de uno, a pesar que no rubricó con la espada y se llevó el posible premio. El enfado era evidente cuando recogió la más que merecida ovación.

El quinto fue otro novillo con hechura de toro y comportamiento de manso. Muy arraigado al piso Cristian Pérez se afanó en sacar muletazos de un balde que solo medio embestía si le dabas todas las ventajas. Entonces arrollaba. Un toma y daca en el que Pérez salió victorioso. Guerrero de mil batallas, su rostro mostraba las marcas de la última, la del día anterior en Albacete donde renació como torero y se libró como hombre de una paliza que pudo ser fatal. Traía el triunfo y la molienda en su cuerpo, y con ello plantó cara a un animal que no regaló nada y al que saludó una merecida ovación. 

El segundo de la tarde fue alto pero con cuajo, y se dormía por el pitón derecho en el capote de Cristian Pérez. Adame mostró sus ganas con un quite de dos ceñidas chicuelinas en las que la condición del toro se denotó no ser la mejor. En banderillas midió y a punto estuvo de calar a Lavado cuando quiso hacer un quite en el primer par de Julien Merenciano, que en su segundo par, le echó mano contra las tablas con una cornada. En la muleta desparramó la vista y se puso desentendido del torero y pendiente del tendido. Estuvo voluntarioso por ambos pitones y lo despachó con una estocada atravesada. A pesar de ello, guardaba algunos arreones que comprometieron a los de luces. Despachó con habilidad con el descabello.

Llegó Lavado a Villaseca con todo su largo bagaje de novillero y se las vio en el primer capítulo de la tarde con uno de San Martín entipado pero cambiante en su comportamiento. El animal tuvo calidad por el derecho y el malagueño estuvo aseado por ese pitón. Pareció tener más de lo que se vio cuando fue a por los aceros, con los que no estuvo acertado y saludó una leve ovación.

El cuarto fue un toraco de Dolores Aguirre con romana y cuajo propios de festejo de mayor entidad. El capote en el recibo se lo quiso quitar siempre de delante, y en la muleta Lavado estuvo dispuesto pero la faena no tuvo lucimiento a pesar de la emoción de las embestidas. Para matar pinchó arriba y se echó el animal, y saludó una ovación sin petición con algunos pitos