Enrique Belda

LOS POLÍTICOS SOMOS NOSOTROS

Enrique Belda


Crímenes machistas y cultura base

10/05/2022

Los asesinatos machistas más cercanos a nosotros en esta semana pasada se cultivan continuamente por la permanencia de una sociedad desigual. Esta circunstancia es, como se ha visto, más recurrente cuanto más intolerante es la cultura en la que el maltratador potencial homicida se forma. El ambiente de nuestros países siendo mejor que el de otras referencias de países en desarrollo, tampoco está para dormirse ni ponerse de perfil.
En los países democráticos de nuestro entorno, el último tercio del siglo XX marcó las políticas efectivas de promoción de la mujer en el ámbito del sector público, lo que disparó la presencia de estas en las administraciones, llegando hoy a ser un porcentaje equilibrado en la función pública o la judicatura, aunque algo menos en la universidad y la investigación. Pero realmente la auténtica asignatura pendiente en el siglo XXI está siendo su equiparación, salarial y en puestos directivos, en el ámbito de la empresa privada. La ciudadanía y los agentes sociales, tan dados a pedir cuentas a los gobiernos de la escasez de medidas de promoción de la mujer, son (somos) los primeros que deberían explicar por qué si las administraciones públicas van encabezando en sus plantillas la incorporación y la igualación de salarios, la sociedad civil sigue renuente a la imprescindible entrega del protagonismo a las mujeres. Escandaloso es el desequilibrio en número de puestos de dirección y salarios en las grandes empresas, pero también en las cabezas de sindicatos y en los liberados.
Por si eso fuera poco, las nuevas fuerzas redentoras de los desfavorecidos protagonizaron episodios deleznables de colocación de las sucesivas novias del líder mesiánico, en vez de arremangarse para defender desde la realidad, y no desde la proclama, las condiciones salariales de las empleadas en el sector privado. En fin, que nuevamente la denominada 'sociedad civil' (para algunos, llamada 'la gente') se rasga las vestiduras frente a un sector público que en realidad cumple bastante, mientras que en su entorno más inmediato el machismo casero marca el paso. No comento otros ámbitos de desigualdad porque, a lo mejor, mañana me pegaban en la calle. Pero vamos, es evidente que en los años que llevo asistiendo a pediatras, colegios y guarderías, el porcentaje de 'arrime de hombro' paterno, es sustancialmente mejorable. En la casa, todas las excusas son buenas para limitarse a 'ayudar'. No sigo, pero si la propia mujer fuera consciente de su igualdad real antes de comenzar una relación o fundar una familia, algunas cosas quedarían claras y, al menos en el ámbito privado, ciertos comportamientos se atajarían. En efecto, como siempre, es cosa de educación: cuando cambiemos el ambiente público, creo que avanzaremos en transformar el privado.