Page censura «las trampas y gritos» del independentismo

Javier D. Bazaga
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El presidente de Castilla-La Mancha acudió a los actos conmemorativos de la Carta Magna en el Congreso defendiendo un texto que «está por encima de los gobiernos, los partidos y la coyuntura política».

Emiliano García-Page llegando al Congreso de los Diputados. - Foto: Juan Lázaro

El presidente del Gobierno de Castilla-La Mancha defendió este viernes en Madrid la validez de la Constitución española de 1978. Una carta «contrastada» que ha visto pasar «crisis económicas, terrorismo, la incorporación a la UE, mayorías y minorías», repasó Emiliano García-Page. Una constitución por tanto «acostumbrada al ruido» pero para la que reclamó precisamente no dejarse llevar por «las trampas, los ruidos y los gritos de quienes patalean porque quieren egoístamente ser más o tener más», en clara referencia al independentismo en Cataluña. De hecho, advirtió de que «el futuro no es de los egoístas, no puede serlo», frente al mensaje que dejó la constitución del 78, que «nos enseñó a generaciones enfrentadas a compartir».

García-Page acudió a los actos oficiales de conmemoración del Día de la Constitución que se celebraron ayer en el Congreso de los Diputados, para acompañar al resto de autoridades convocadas en lo que llamó una «celebración serena» de la constitución que más tiempo ha estado vigente en nuestra historia, y que en 41 años ha hecho cambiar a España «de la noche al día».

Precisamente en este punto vio Page el éxito de nuestra norma fundamental, en la evolución de un país que «queremos que siga cambiando, sin trauma y entre todos». El presidente autonómico recordó que «no es la primera vez que tenemos desafío independentista, y no es la primera vez que se habla de autodeterminación en España, pero la constitución está por encima de los gobiernos, de los partidos y de la coyuntura política», sentenció.

Es por eso que quiso dejar un mensaje para los que piensan que en España se está acabando lo que se inició en 1978. «No es su día» proclamó, ya que, a su juicio, «lo que empezó en el 78 va para rato porque es muy complicado diseñar una constitución que defina un modelo alternativo al nuestro», donde se tengan en cuenta las sensibilidades históricas, la descentralización del poder en los territorios, o se tenga en cuenta el Estado Social para una España moderna.