Pedro Carreño

La Ínsula

Pedro Carreño


La ducha

11/10/2022

Además de los relojes de cuco y del chocolate en tableta, los suizos también han pasado a la historia por su capacidad para mejorar la prosperidad universal. Básicamente, por inventar utensilios y herramientas fundamentales para el desarrollo, y devenir, de la humanidad.
A la llamada navaja suiza -poco útil para la vendimia, todo hay que decirlo-, los helvéticos han contribuido al bienestar general con inventos como la cremallera, el velcro, el papel aluminio o el pelador de patatas. Todos ellos de patente suiza. Orgullo de un país con una de las mayores rentas per cápita del planeta.
La inventiva suiza no cesa en su empeño por mejorar nuestra salud y economía. Por eso, desde Suiza, nos ha llegado esta vez algo más que un invento. Se nos presenta una idea que cambiará -si triunfa-, nuestras futuras relaciones sociales, personales, higiénicas y quién sabe si también comerciales.
La ministra de Medio Ambiente de Suiza, Simonetta Sommaruga, pasará a la historia por su propuesta.  En su afán por bajar la tarifa eléctrica y de gas, ha inventado el coduching. ¿Y qué significa esta palabreja? Pues nada más ni nada menos, que instar a los ciudadanos a bañarse en pareja para así ahorrar recursos energéticos.
El caso es que la propuesta de esta alta funcionaria suiza se ha extendido como la pólvora, y ha alterado el famoso aburrimiento que dicen, reina en aquel país. Tal ha sido la polvareda, que Sommaruga ha tenido que aclarar que el coduching no sería para todo el mundo. «No sería cómodo ducharse dos personas a cierta edad», ha especificado la ministra helvética, concretando que la medida se aplicaría solo a los más jóvenes.
La ministra no ha especificado aún, quiénes entrarían en el segmento que ella y su ejecutivo considera 'jóvenes'. Es decir, cuándo se considera que uno es mozo, y cuándo deja de serlo en Suiza. Tampoco ha aclarado la ministra, caso de que las medidas físicas de los duchantes lo requirieran, si será necesario reforzar el suelo de la ducha para garantizar su resistencia, y evitar así desgracias no deseadas.
Hasta la fecha -y que se sepa-, ningún político serio en España se ha hecho eco del último invento suizo y lo ha hecho suyo. Quizá, la idea haya recalado ya en la sede de algún partido, y esté en fase de mejora en algún laboratorio de ideas. También -todo es posible-, porque la tradición española siga anclada en aquello de 'que inventen ellos'.
En España -en el centro de Madrid y a principios del siglo pasado-, existían las corralas. Unas soluciones habitacionales en las que varios vecinos y familias compartían ducha y baño sin cronograma (no queda constancia de que el agua y el jabón fueran compartidos). De lo que sí hay conocimiento, a través de las zarzuelas, es que la gente cantaba mientras esperaba su turno. Incluso, también bajo el agua.
Sommaruga no ha dicho, tampoco, si se podrán cantar arias o cuplés -tipo duetos-, bajo su ducha. O si se podrá abrir una cuenta bancaria al mismo tiempo.
Sobre si habrá beneficios fiscales por utilizar la ducha, aún no hay datos al cierre de esta columna.

ARCHIVADO EN: Suiza, Inventos, Salud, Economía