Tras Madrid o Luxemburgo llegó Toledo. Es la historia de la artista brasileña Daniella Broseghini, que después de presentar sus obras en galerías internacionales lo hace ahora en la ciudad en la que lleva afincada seis años. Toledo, y más concretamente, las Cuevas de Hércules acoge hasta el próximo día 6 de marzo un recorrido lleno de obras con colores vivos que mezclan la influencia brasileña y toledana de esta artista.
Broseghini explica que su exposición muestra un recorrido hasta llegar al cuadro final, el más grande, de dos metros de ancho por dos de alto. Antes de llegar a él, el espectador se encuentra con diversos mosaicos, una técnica que combina diferentes elementos y que se suele ubicar en paredes o techos para sustituir a otras pinturas. Los mosaicos elaborados por Broseghini tienen forma de circunferencia y combinan una base de pintura con materiales poco usados en esta técnica, como pueden ser juguetes o restos de un mantel. Finalmente, la artista otorga una última capa de cristal que suele fracturar en pedazos «para simular situaciones de conflictos bélicos o guerras». Pese a tratar este tipo de temáticas sus obras reúnen colores muy llamativos, lo que ella explica en que proviene de su país: «Me crié cerca del mar y eso hace que en mis obras predominen tonos azules, no sé transmitir con tonos negros o grises».
Hasta llegar al cuadro final se aprecian obras puramente pictóricas, en las que asegura que se denota «su influencia toledana», después de que haya obtenido detalles de la ciudad que, posteriormente, aplicó en las mismas. En definitiva, la artista busca transmitir sus inquietudes hacia el interior del espectador «para que conozca el trabajo que hay detrás».