Ángel Monterrubio

Tente Nublao

Ángel Monterrubio


Por Alcaraz

09/02/2022

Alcaraz se encuentra entre cuatro cuencas hidrográficas: Guadalquivir, Guadiana, Júcar y Segura. Esta peculiaridad es muy rara, tanto, que es uno de los pocos lugares de la geografía española con esa particularidad. Pero tiene Alcaraz otras singularidades y en ellas pienso y de ellas tomo notas mientras espero en el Alfonso VIII, con un vino y un generoso pincho de lomo de orza, a que terminen con el asado.
Por ejemplo, que Andrés de Vandelvira, uno de los principales arquitectos del renacimiento español y mi preferido, que nace en Alcaraz a principios del siglo XVI, realice en 1531 una de las más bellas plazas mayores de España, junto con la portada del Alhorí y la torre del Tardón.  No son tan espectaculares como sus obras en Andalucía: Catedral de Jaén, Catedral de Baeza… pero, particularmente, me sobrecogen más. Vandelvira es el primero que introduce en España la bóveda vaída, también llamada 'bóveda de pañuelo' por su parecido con la forma inversa de un pañuelo mojado colgando de sus vértices, que diseñó Brunelleschi.
También es singular que las pieles de los machos cabríos más codiciadas y caras de toda la Península Ibérica para confeccionar los pergaminos fueran de Alcaraz. De aquí salieron todas las pieles utilizadas en los pergaminos de los libros de coro del Monasterio del Escorial.
En Alcaraz además, estaban los mejores talleres de alfombras de lana con técnica de nudo, herencia que recibió el pueblo de los musulmanes. Gracias a la presencia islámica en la península ibérica, España fue el primer país europeo que aprendió y difundió las alfombras orientales. Fueron los talleres de Alcaraz los que alcanzaron mayor fama internacional. Es una pena que los ejemplares más valiosos estén en los fondos de museos extranjeros.
Y no puede faltar cuando una anda por estas tierras Francisco Ríos, El Pernales, el bandolero más famoso de su época, considerado el último bandolero andaluz. En torno a su figura, leyenda y realidad se mezclan. Caballista, como también se llamaban, generoso y galante. Sus correrías duran solo tres años, de 1902 a 1907 y serán glosadas en famosos romances. El Romance de El Pernales de Manuel Luna lo musicarían y cantarían con mucho éxito en la época de la Transición el grupo Nuevo Mester de Juglaría. Como dato curioso decir que el último miembro de la partida del Pernales, Pedro Ceballos, el Pepino, salió de la cárcel en enero de 1936 después de estar recluido treinta años. Y aquí se acaban las notas porque llega el asado…

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