«La sociedad sigue siendo tolerante con la violencia sexual»

M.G. /Toledo
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La jueza del juzgado número 2 de Violencia sobre la Muje número 2 de Las Palmas habla de la actividad judicial, de las carencias legislativas, de la falta de perspectiva de género en las sentencias, de la necesidad de atender a las víctimas sin prisa

La jueza Auxiliadora Díaz ofreció una ponencia en las jornadas Viogén, organizadas por el Colegio de Abogados de Toledo - Foto: Yolanda Lancha

Sonríe y no para de hablar a toda velocidad, a pesar del deje canario, en los cinco minutos libres que tiene para picotear y ponerse al día con su buen amigo Ángel Cervantes, decano del Colegio de Abogados de Toledo, antes de esta entrevista y de su conferencia en las jornadas Viogén. Todavía tienen mucho que contarse y 'Auxi', como la llaman cariñosamente quienes conocen a esta jueza titular del juzgado de Violencia sobre la Mujer número 2 de Las Palmas, está dispuesta a hablar de todo, sobre todo, por ellas, por esas víctimas que necesitan una escucha activa en los juzgados, más recursos y más implicación de las administraciones.
«¡No pareces jueza!» Se ríe a carcajadas porque lo sabe, porque se siente un verso suelto en los juzgados y defiende, aunque cueste y deje algún peaje, otra justicia distinta, más de calle, de tú a tú. Ellas, las víctimas, no saben cuando se sientan a su lado su dilatada experiencia en esta materia, tampoco que es miembro del grupo de expertos del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género y que ha participado como ponente en la ONU para explicar el acceso de la mujer a la Justicia. Auxi es mucha Auxi. Quizá sea la mejor definición.

 

Acaba de recibir el premio 'Beatriz Galindo' del Colegio de Abogados de Salamanca por su labor profesional  para erradicar la discriminación de la mujer. ¿Contenta?
Estoy supercontenta por este reconocimiento. Pero como dije en  la recogida del premio, se lo dedico a las mujeres ucranianas y a los niños y niñas. Estamos acostumbrados a ver  cuando ponemos la tele a los hombres de la guerra, que portan las armas, y nos estamos olvidando de esas mujeres que se están dedicando  al sustento y cuidado de niños y mayores. Tampoco podemos olvidar los abusos y las agresiones sexuales que todos sabemos que ocurren en las guerras. Es una manera de visibilizar y de decir que las mujeres seguimos a día de hoy siendo discriminadas y mucho más cuando existe un conflicto armado.

 

La Ley Integral contra la Violencia de Género pronto cumplirá 18 años y desde el ámbito judicial se habla siempre de que necesita retoques. ¿Cómo lo ve alguien que está día a día con las víctimas?
Esta ley fue puntera cuando apareció y diferenció claramente lo que es la violencia doméstica de la de género, pero es una ley parcial, no da cumplimiento al contenido del Convenio de Estambul y todavía el legislador español no ha integrado las premisas que se establecieron en este convenio que entró en vigor en 2014 y aún no ha tenido su reflejo en el derecho interno. Se encuentra obsoleta, es muy buena para la violencia en el ámbito de la pareja y la expareja, como dicen los datos, pero está claro que hace falta otra norma, la Ley Orgánica de Garantías contra la Libertad Sexual, que está en marcha, que habla de la violencia sexual, que se encuentra invisible todavía a los ojos de la sociedad.
Tenemos que ser conscientes de que la violencia de género no se da solo en el ámbito de la pareja o expareja, es toda la que se ejerza por un hombre hacia una mujer con independencia del vínculo que exista, con lo que tenemos que incorporar  los delitos de libertad sexual en todas sus manifestaciones, la trata de seres humanos con fines de explotación sexual, la mutilación genital femenina y los matrimonios forzados. Aunque pensemos que es cosa de otras culturas, existen en España potenciales víctimas que a día de hoy pueden ser víctimas de este tipo de violencia sexual.
Tampoco podemos olvidarnos del acoso sexual y del acoso por razón de sexo, donde no existen datos. Y sin cifras no se pueden adoptar políticas públicas. Una vez que determinemos los datos sabremos realmente cuáles son las mujeres víctimas de la violencia de género. Ahora mismo solo estamos enfocando una parte del problema.

 

En esa reforma legislativa, ¿también habría que proteger más a los menores, que también son víctimas de la violencia a pesar de que hasta ahora se hablaba poco?
Existe la Ley Orgánica 8/2021 desde junio de 2021, que trata de la protección a la infancia y la adolescencia. Tienen su propia norma específica. Pero los menores han sido totalmente invisibilizados desde el punto de vista institucional, y sólo a partir de 2015 se empieza a ver esa necesidad de contemplar que los menores son víctimas directas de esos delitos, con independencia de que se haya producido un acto directo de violencia hacia su persona, y basta con que presencien, vivan o convivan con la violencia. El hecho de que se diga que no se le hizo nada no significa que no sea víctima directa.
Por tanto, tenemos tres grandes grupos de menores víctimas, los expuestos a la violencia de género, 1.650.000 menores según una macroencuesta de 2019; las víctimas de la violencia vicaria, con 47 menores asesinados por sus padres o la pareja de sus madres desde 2013; y los menores huérfanos de la violencia, los que su padre o la pareja matan a su madre y se quedan sin la madre y el padre, que son invisibles a los ojos de la sociedad. Sin embargo, con esta nueva ley se pretende decir que esas medidas de protección, que ya venían de 2015, tienen que ser puestas de manera inmediata por el poder judicial. Aun así, el problema es la aplicación de la perspectiva de género y no basta solamente con tener una formación en esta perspectiva de género, aunque el Consejo del Poder Judicial ha puesto todos los medios para que todos accedamos a ese curso que lleva cuatro años implementado y con mucho éxito, hace falta que después se integre esa perspectiva de género a la hora de dictar las resoluciones. Lo importante es la implementación de la perspectiva de género en los jueces y en todos los operadores jurídicos.

 

Desde el punto de vista social sigue llamando la atención que  en los casos de violencia de género que acaban con el asesinato de la víctima no se garantiza que los hijos sean apartados de los agresores y esos padres tengan derechos sobre sus hijos. ¿Hay solución para esto? ¿Hay que ser más duros legalmente?
Hay una falta de tolerancia por parte de la sociedad a entender que un maltratador no es un buen padre. Lo llevo diciendo desde 2016 y he establecido suspensión de visitas desde ese año porque el legislador ya nos daba herramientas para ello. Pero ha tenido que venir el año 2021 para poner la mano sobre la mesa y decir: 'Señores, el 94 del Código Civil dice que cualquier menor que haya vivido, sufrido, o convivido con la violencia de género lleva consigo la suspensión del régimen de visitas'. La verdad es que todo el mundo se tira de los pelos y cuando lo digo y chirría muchísimo, pero eso es porque no se entiende cuáles son las consecuencias de esa violencia de género sobre los niños, si se supiera no se sería tan tolerante. La paternidad por sí sola no es un elemento suficiente para entender que tienes que tener contacto con los hijos en el caso de los hombres maltratadores en un proceso penal y serán ellos los que tendrán que acreditar habilidades parentales suficientes para estar con sus hijos en un lugar seguro.


Desde que se puso en marcha la Ley Integral contra la Violencia de Género el número de asesinatos se ha reducido en un 40%, según el Gobierno de Castilla-La Mancha, pero aún así las cifras siguen siendo altísimas, entre 40 y 50 mujeres muertas al año. ¿Cómo se lo toma?
Siempre me preguntan hasta cuándo y si la ley no es efectiva porque sigue habiendo víctimas. Pero ocurre lo mismo con otros asesinatos y eso que están castigados en el Código Penal. Ahora bien, también está claro que en el problema de la violencia de género nos queda mucho y Naciones Unidas decía en 2018 que todavía nos faltaban 200 años para que se hable de una igualdad real y efectiva. Mientras no haya una sociedad igualitaria siempre va a existir la violencia de género y la sociedad sigue siendo muy tolerante a día de hoy, sobre todo, en la violencia sexual. Estamos más concienciados en la violencia de la pareja o expareja, pero no en el resto de violencias.

 

¿Se sienten protegidas las víctimas en los tribunales?
Depende mucho de la persona que te toque. Siempre digo en relación con los juzgados de violencia que se trata de un juzgado especializado y que se requiere una escucha activa, tiempo y que todos y todas -los jueces y juezas incluidos- tenemos que estar presentes en todos los actos que se refieren a ella. La mujer víctima no puede venir y que tú la metas prisa porque te tienes que ir a otra cosa. Por eso, siempre digo: 'estoy aquí' y vamos a estar el tiempo que ella necesite. Es necesario instruir como dice el Tribunal Constitucional, la escucha activa y más tarde resolver. Me suelen decir con lo de la escucha activa que soy pro víctima, pero no es así, lo primero es atender a la señora y luego veremos si absuelvo, si archivo o si no tengo pruebas suficientes.
El trato inmediato tiene que ser directo y con los niños y niñas, igual. No se puede intentar solucionar un problema rapidito por las prisas. Sé que ocurre en muchas actuaciones de carácter penal, no solo en violencia de género, porque hay mucha carga de trabajo. Y no vale solo el escalafón, por el hecho de tener un número superior a otra persona no es elemento suficiente para estar en un juzgado de violencia. Se requiere vocación y un plus al margen de la especialización porque es necesario integrar la perspectiva de género en las resoluciones. Por ejemplo, la sentencia de la manada fue dictada con el mismo Código Penal por la Audiencia Provincial de Navarra con un resultado y después por el Tribunal Supremo, pero las sentencias se diferencian porque este último aplicó la perspectiva de género.
En definitiva, es atender una situación que, inicialmente y conforme a la aplicación de la norma, puede ser injusta o desigual y convertirla en igual con la aplicación de la perspectiva de género. Hay que tener en cuenta que nuestro Código Penal está hecho por hombres en el año 95,  y  si se mantiene en la actualidad debe ser interpretado con esa perspectiva de género y adecuarlo a la realidad de 2022.

 

También se necesitan más recursos porque se observa que la mayoría de los juzgados de violencia sobre la mujer comparten esta materia con la de un juzgado mixto.
Eso me pasó a mí también durante un tiempo y fue terrible. Está claro que hay tres tipos de juzgados de violencia, el de primera, el de segunda, que llevan violencia, instrucción e instancia, y el de tercera. Este último es que tiene violencia de género, instrucción, de todo, y guardias, con lo que tenemos que tender a juzgados especializados y a operadores jurídicos también preparados porque el trato debe ser exquisito. También se necesitan unidades de valoración integral porque lo que ocurre en Canarias es terrible.

 

¿Qué papel pueden jugar esos equipos psicosociales? La figura del psicólogo es fundamental, pero hay muy pocos profesionales en el ámbito judicial.
Las unidades de valoración integral, con psicólogo, trabajador social y un forense, son fundamentales. Tienen que tener formación en perspectiva de género y no puede pasar que a mí, por ejemplo, me manden de fuera un equipo de psicólogos que dice que tiene perspectiva de género, pero en sus informes no es así. Estamos tirando el dinero y hay muchas fisuras aún por parte del sistema.

 

Desde hace años las administraciones y las distintas campañas animan a las mujeres a denunciar su situación, pero sigue habiendo mucho miedo y falta de protección.
Es necesario realizar informes de valoración de riesgo y que se implementen en las unidades de valoración integral, que yo tampoco tengo y en Toledo tampoco habrá, imagino. Ese equipo tiene que tener formación específica y no vale cualquiera. Siempre he dicho que las mujeres tienen que denunciar, pero primero tiene que haber una asistencia psicológica y jurídica de las oficinas de asistencia a la víctima, que pasen por allí y no vengan rápido al órgano judicial porque muchas veces te las encuentras a todo correr y hay que recabarlo todo antes de llegar al juzgado. La única forma de salir del círculo de la violencia es adoptando medidas de protección y es necesario acudir a los juzgados, pero hay que hacer un buen seguimiento.

 

¿Le preocupa la cantidad de mujeres que deciden apearse del proceso judicial?  
Muchísimo. Mi pequeño granito de arena es poner delante de mí a las mujeres que no quieren denunciar e intento tener una conversación tranquila con ellas. Incluso me invento cosas porque muchas de ellas se ponen con ansiedad y para evitarlo les digo: '¿No sabes que soy azafata de Binter?' Y pido una bolsa para que respire y las dos nos ponemos con una para respirar y que se relajen. Y si nos sentamos en una mesa no me pongo al otro lado, me siento a su lado.

 

Y cuando se empeñan en dejar el proceso ya no hay nada que hacer normalmente, ¿no?
Se puede seguir de oficio siempre que haya testigos que lo hayan visto. Una cosa buena es ponerse a hablar con ellas. Me acuerdo de una señora marroquí que tenía ya tres partes de lesiones, un niño de tres años, no tenía permiso de residencia y pensaba que yo la iba a echar del territorio español. Y le dije claro que quien le hubiera dicho eso mentía. Me terminó diciendo que no quería seguir en el proceso no porque no le tuviera miedo, sino porque tenía un niño con síndrome de Asperger y no podía trabajar. Mi papel fue hacer de nexo con Asuntos Sociales, que los adoro y ellos a mí. Al final, le consiguieron una cuidadora por las mañanas para el niño y se decidió a denunciar.
Suelo llamar mucho, al Cabildo y a todos y noto que se llevan muy bien conmigo aunque sea invasiva y lo pida muchas veces por favor. También en el juzgado tengo información de varias ong y les digo a las víctimas que si lo necesitan acudan a alguna y les doy la tarjetita. También les digo claro que si piensan que por el hecho de retirar la denuncia la violencia va a cesar están equivocadas, va a ir mucho más rápida. Algunas de ellas lo agradecen y otras no, pero con que haya algunas cuantas que sí...

 

¿Se revictimiza mucho a la víctima todavía?
Sí y debemos no hacerlo. Se hace cuando se obliga a una mujer a venir una vez, dos o tres veces, a venir con el niño y más tarde con el médico forense... Ocurre muchas veces y es horroroso para ellas, que quieren salir del juzgado corriendo.

 

¿Qué siente cuando se habla de la existencia de denuncias falsas?
Es otro de los grandes mitos, eso de que las mujeres vienen a quedarse con la casa y con los niños. Siempre termino tumbando esta percepción. El año pasado tuve 1.400 denuncias en el juzgado y casi el 99,9% de las víctimas tienen hijos, pero solo 75 pidieron finalmente el divorcio, así que no se puede decir que quieren quedarse con la casa y con los hijos.

 

¿Cuál es su papel en el Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género?
Formo parte del grupo de expertos y se hacen análisis de informes. Estoy muy contenta de estar, es gente con perspectiva de género, ganas y vocación. Ojalá todos estuviéramos tan formados y comprometidos.

 

Y tiene experiencias laborales internacionales más allá de los juzgados.
He estado en dos sesiones en Naciones Unidas, en Georgia, en Kenia dando formación específica y en el Tribunal Supremo de Cuba... Y seguiré en ello.

 

La conocimos a nivel mediático hace tiempo porque es víctima de acoso. ¿Cómo lleva esta situación?
A lo largo de mi vida he tenido situaciones difíciles. Cuando voy al supermercado hay gente que me increpa, también en el banco o en El Corte Inglés porque los agresores se ven como mucho más poderosos. También hay un señor que está obsesionado conmigo desde el año 2009 y es una persona peligrosa que ha dicho que  me va a matar, e incluso de qué manera ejecutará el plan. Pero hay que dejar claro que  este señor no es Poli Díaz (ella también llevó el caso del boxeador y recibió amenazas anónimas). Todo esto no me echa para atrás, tampoco otro tipo de actos que intentan devaluarme desde el punto de vista profesional. Si es el precio que tengo que pagar para una sociedad más igualitaria para mis hijos, aquí estoy, no me voy a achicar.

 

Es una jueza atípica e incluso tiene presencia en las redes sociales.
Sí, pero a nivel profesional, no familiar. Ayuda a visibilizar los temas.

 

Los jueces de menores observan cada vez más violencia entre jóvenes.
Es una manifestación de la sociedad y preocupa. Les echamos la culpa a los jóvenes y a los niños, pero hay que tener en cuenta que la pornografía es violencia sexual y algo habrá que hacer, autorregularla. Me encuentro muchas jóvenes con lesiones por actos sexuales y me dicen que lo ha visto en las películas porno con su novio y creen que es lo normal. Estamos entendiendo y normalizando determinadas conductas que son en sí violencia de género. Y no solo es la pornografía, también el amor romántico de las series, el control, los celos, que también está en las redes, la música...

 

¿Le preocupa que haya partidos políticos que sean negacionistas con la violencia de género o la achaquen a los extranjeros?
Sí. Me preocupa bastante la sociedad europea que está por venir.