Las Casas de Nipa del Museo del Ejército

Esther Rodríguez López
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Dos joyas construidas para acercar la cultura filipina a los españoles del siglo XIX

Las Casas de Nipa del Museo del Ejército

Nostalgia es un poema incluido en la obra Mi casa de Nipa, del escritor filipino Jesús Balmorí, en el que leemos:

Casita mía, aquella que en mis locas hazañas

abandoné, tundido en amargura y lloro;

Ahora estará trepando el rosal por tus cañas,

Y se abrirán las rosas entre tus nipas de oro!...

Evocadores versos añorando una vida pasada en Filipinas que nos sirven para presentar dos maquetas de casa de nipa, dos joyas preciosistas que se realizaron en el siglo XIX, cuando el archipiélago filipino era todavía una colonia española.

Ambas piezas ingresaron en nuestra colección procedentes del Museo de Ingenieros, institución que las había presentado en la Gran Exposición de las Islas Filipinas celebrada en el Parque del Retiro de Madrid en 1887, exhibiéndose en la Sección 3ª dedicada al Ejército e institutos armados auxiliares de la Administración. Realizadas con anterioridad a 1848, respondían al carácter etnográfico de la muestra que pretendía, entre otros objetivos, acercar la cultura de los indígenas filipinos a la metrópoli. La precisión que reflejan sus tipologías constructivas y el entorno natural que las rodea, sólo pueden ser obra de alguien testigo directo de aquellos paisajes. No es difícil imaginar la mano de un ingeniero militar tras ellas.

Las casas de nipa, de planta cuadrada, contaban con una única habitación en la que se hacía la vida comunal de la familia. Se construían con cañas de bambú o madera y hojas de la palmera nipa en paredes y techos. Eran estructuras elevadas sobre pilotes de madera, a modo de palafitos, preparadas para soportar las fuertes lluvias monzónicas, creando bajo ellas un espacio abierto en el que se criaban animales y se almacenaban enseres.  Sus techos, altos y a dos aguas, permitían la circulación del aire manteniendo los interiores ventilados y frescos. 

Nuestras maquetas muestran dos variantes de época colonial de esas casas de nipa tradicionales, conocidas también con el nombre de Bahay Kubo, a las que se incorporaron innovaciones adaptadas a las necesidades de las clases acomodadas que las habitaban. Respetando la planta cuadrada, uno de los modelos responde a una construcción realizada enteramente con elementos vegetales, mientras el otro presenta la parte inferior de piedra y la superior de madera, modalidad conocida como Bahay na Bato o casa de piedra. En ésta última, las ventanas correderas de concha de capiz cubren todo el perímetro del segundo piso. Los techos desmontables, de hojas de nipa, ideados por el autor de las maquetas, nos permiten ver la división de espacios interiores, al modo europeo, y el mobiliario que las decoraba, del que aún se conserva un precioso armario chino. Estas tipologías de casas coloniales estuvieron presentes en todas las ciudades filipinas desde Manila a Luzón, donde todavía se pueden admirar algunas de ellas.

Las maquetas están rodeadas de un riachuelo, un huerto y un cuidado jardín, que se constituyen en un muestrario tridimensional de la fauna y la flora autóctonas de las islas. Árboles ilang-ilang en plena floración, palmeras de nipa y tallos de bambú, entre otras especies, sirven de escondite a pájaros tipol, de blanco plumaje y estilizada figura, que divisan desde las alturas, moluscos y serpientes visibles en el lecho del riachuelo. Detalles todos realizados en vidrio soplado de colores verdes, rojos, azules y amarillos que se revelan como joyas de luz, aportando un brillo especial a estas dos exquisitas maquetas, evocadoras de paisajes orientales y de historias lejanas que ahora recordamos.