Miguel Ángel Dionisio

El torreón de San Martín

Miguel Ángel Dionisio


Tangana en la Catedral

13/10/2021

Según el Diccionario de la RAE, 'tangana', en su segunda acepción, significa 'alboroto, escándalo, pelea'. Un poco de todo esto hemos visto estos días a raíz de la publicación del videoclip del rapero homónimo. Un artista que no deja indiferente a nadie, rodeado frecuentemente de polémica. En esta ocasión, más que por la letra, por las imágenes que acompañan la canción, que entiendo que quienes están hablando de ellas habrán visto. Quisiera ofrecer una pequeña -y necesariamente superficial- reflexión sobre lo acontecido.
Muchos fieles se han sentido ofendidos, heridos y escandalizados, de ahí las consoladoras palabras del arzobispo que, como buen pastor, debe cuidar de su grey. Otros católicos han considerado que es un intento válido de diálogo con el mundo contemporáneo, tan urgente como necesario. Por tanto, no resulta sencillo dirimir la espinosa y sensible cuestión de modo simplista, pues ambas posturas tienen argumentos razonables entre los mismos creyentes.
En realidad el debate no es ni nuevo ni original. Forma parte de la compleja relación que desde los inicios de la contemporaneidad mantiene el catolicismo con unas expresiones artísticas que, a partir del siglo XIX, rompen la tradicional armonía entre la fe y el arte. La reciente polémica sobre las puertas de la catedral de Burgos es un claro ejemplo. Pero ya en el siglo XVI las pinturas de Miguel Ángel en la Sixtina, que todos admiramos, generaron un agrio debate que llevó a la intervención sobre las mismas de Daniele da Volterra, quien, tras cubrir púdicamente algunos desnudos, pasó a la historia con el sobrenombre de Il Braghettone. Por otro lado, basta conocer la historia de nuestras catedrales para saber que, desde su origen, junto a la celebración del culto, han desempeñado una múltiple función en la vida cívica de las ciudades, teniendo lugar en ellas Cortes, compraventas o galanteos, así como liturgias profanas más transgresoras que el susodicho vídeo –la fiesta del obispillo, tan significativa, no era una cándida e inocente fiesta infantil-, sin olvidar que, en el cristianismo, no existen templos, sino espacios para celebrar y orar, porque el verdadero Templo es la persona donde inhabita el Espíritu Santo. Que mueran Templos de Cristo en el Estrecho no nos escandaliza.
Quizá lo más lamentable de la polémica ha sido el resurgir, en algunos, de un auténtico odium theologicum que en las redes sociales alcanzó su cenit. Dicen que dijo -aunque parece que realmente no- San Agustín que in necessariis unitas, in dubiis libertas, in omnibus caritas. Estos días se ha olvidado este sabio consejo; ni se ha respetado la libertad en lo dudoso, ni, sobre todo, ha habido caridad en los debates. Y como, injusta y torticeramente, tampoco se ha respetado el in dubio pro reo, quiero expresar públicamente mi cercanía, comprensión y solidaridad con el deán, no dudando ni de su recta intención ni de su altura de miras.
Coda: lean el Cantar de los Cantares.