Los remontes mecánicos de Toledo «son para mí las estructuras más representativas de nuestros días, las obras más importantes que se han hecho en Toledo durante los últimos años, una inversión brutal de esfuerzo colectivo de la ciudad, que representa muy bien nuestro tiempo. En el fondo son estructuras para el turismo de masa, también para la ciudadanía, estructuras para meter gente, para hacer accesible una cosa que no lo es. Reflejan la idea de la ciudad amurallada en la que vivimos, que conlleva los problemas de vivir en una colina, y cómo estas estructuras contemporáneas cambian completamente el paisaje urbano».

El toledano Javier Longobardo es fotógrafo profesional de arquitectura. Ayer inauguraba a las siete de la tarde su exposición 'Remontes', un conjunto de seis fotografías sobre los tres remontes que dan acceso al Casco histórico y que desde su punto de vista configuran un paisaje urbano moderno que ha cambiado la ciudad. La muestra en sí se integra en el Tallerón de Roca Tarpeya, en la última exposición temporal antes del desembarco de la obra de Canogar, en un montaje específico, que juega con el espacio y con la luz.

Este montaje especial es lo que diferencia esta nueva muestra de la que se desarrolló hace ocho meses en el Colegio Oficial de Arquitectos de Castilla-La Mancha, con motivo de la Semana de la Arquitectura y del vigésimo aniversario del primer remonte. Esta en realidad, reconoce el autor, es una selección de un trabajo de 2014, adaptado en este caso al espacio. Recoge seis imágenes de los remontes mecánicos, pero no desde el punto de vista arquitectónico, sino desde otro personal, mostrando en un juego de metáforas los remontes de los estudios de arquitectura de José Antonio Martínez Lapeña y Elías Torres (La Granja); Rafael Moneo (palacio de congresos); y Paz+Cal, José Ramón González de la Cal y Josefa Blanco Paz (del Granadal o de Safont).

Longobardo reinterpreta al Greco a través de los Remontes - Foto: David PérezRemontes y el Greco. En la faceta artística, Longobardo ha querido hacer una lectura en clave clásica y del Greco, aunque totalmente reinterpretado. El fotógrafo comenzó su serie precisamente en el año 2014, el año del aniversario en el que se volcó la ciudad, y eso dejó una profunda huella en aquel estudiante que estaba concluyendo Bellas Artes. Estas fotografías fueron, en realidad, su primer trabajo más serio, que le implicó durante casi tres años. Aunque no había salido hasta ahora.

Longobardo hace en estas fotografías una interpretación propia del Greco, basada en la metáfora. El cretense, recuerda, es uno de los primeros grandes paisajistas, como se descubrió en el siglo XIX. Él mira aquella representación de la ciudad desde su propia óptica, con imágenes que aluden a los potentes contrastes del Greco en paisajes sugerentes casi nocturnos. Su exposición recoge una serie de fotografías nocturnas de gran exposición, que concentran la mirada en unas zonas retroiluminadas, que pueden recordar algunos cuadros del Greco.