Un 8-M más dividido que nunca

Agencias-SPC
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El movimiento feminista vuelve a teñir de morado las calles, esta vez sin restricciones, en una jornada reivindicativa muy marcada por los choques de la Ley 'Trans' o el 'solo sí es sí'

Un 8-M más dividido que nunca - Foto: Carlos Luján

Cada 8 de marzo es una oportunidad para alzar la voz y escenificar la unidad del movimiento feminista. Pero la fractura del colectivo es más evidente que nunca y el Día Internacional de la Mujer volverá a teñirse de morado, una vez más, por separado. Y es que, a los tradicionales choques por la prostitución o la Ley Trans, que entró esta semana en vigor, se suma este año un polémico solo sí es sí que ya ha rebajado la pena a más de 600 agresores sexuales.

Los diferentes puntos de vista por las normas impulsadas por el Ministerio de Igualdad desde hace meses empañan así una jornada que promete ser la de la recuperación, ya que será la primera sin restricciones tras la pandemia. Antes de la llegada del coronavirus, el feminismo había registrado cifras de récord en sus manifestaciones de 2018 y 2019 (en Madrid, según Delegación del Gobierno, hace cinco años marcharon 170.000 personas y 12 meses después lo hicieron 375.000). Después, con el virus ya en auge, la concentración contó con 120.000 asistentes en 2020.

La polémica que surgió de esta celebración, con expertos y políticos en contra y con el contagio de varios miembros del Gabinete que acudieron a la misma, llevó a la Delegación del Ejecutivo en Madrid a prohibir una manifestación multitudinaria en 2021, cuando en otras grandes ciudades españolas sí se produjeron protestas.

No fue hasta el año pasado cuando se volvió a ver en la capital una marcha similar a las prepandémicas, aunque con una participación bastante más baja que en ediciones anteriores -alrededor de 56.000 personas-, ya que se producía bajo la recomendación de usar mascarilla y mantener la distancia social. Este 2023 será así el primero en el que las reivindicaciones se verán libres de cualquier restricción. 

Pero lo que no se ha recuperado tras la llegada de la crisis sanitaria es la unidad del movimiento feminista. Como ya ocurrió el año pasado, volverá a ser visible la fractura con la celebración de dos manifestaciones diferentes en numerosas ciudades del país. En Madrid, partirán con media hora de diferencia, eso sí, del mismo punto de la ciudad: la plaza de Atocha.

Por un lado, la Comisión 8M, convocante desde hace años en este día, avanzó que su pancarta recorrerá, a partir de las 19,00 horas, el trayecto entre Atocha y Plaza de España, retomando así su itinerario tradicional hasta 2020.

Desde el Movimiento Feminista de Madrid, por su parte, convocan una marcha en la capital, a las 18,30 horas, que transcurrirá por esa misma calle y que llevará por lema Feministas en Lucha. Por los derechos de las mujeres. Entre sus reclamaciones están la defensa de lo público, medidas contra la brecha salarial, el internacionalismo del feminismo, la coeducación o la abolición de la prostitución. Además, mostrarán su rechazo a la violencia de género, el borrado de las mujeres o la explotación reproductiva.

Puntos de fricción

Entre los principales puntos de desavenencias está la Ley Trans, que permitirá el cambio de sexo en el registro desde los 16 años sin necesidad de tratamientos ni de informes médicos o psicológicos. El Movimiento Feminista de Madrid, más cercano al PSOE, lleva años mostrando su postura contraria, mientras que la Comisión 8M, afín a Unidas Podemos, defiende desde hace tiempo una legislación que es ya una realidad.

También la prostitución es otro aspecto de fricción habitual que enfrentará de nuevo ambas reivindicaciones. Pero si hay un tema que divide este año especialmente los movimientos es la Ley del solo sí es sí, que no ha hecho más que elevar la tensión entre los socios del Gobierno: mientras el feminismo clásico coincide en la necesidad de reformar la norma ante el goteo de rebajas de penas por delitos sexuales, desde la Comisión 8M promueven mantener la normativa actual.

En lo que sí coinciden ambas entidades este año es en no convocar una huelga feminista coincidiendo con el 8-M como se hizo en 2018, cuando se llamó a las mujeres a «parar» para demostrar que «sin las mujeres se para el mundo».