Pedro Carreño

La Ínsula

Pedro Carreño


Los Héroes

11/01/2022

Arrancar la columna con una alusión a un meme muy viralizado, no es original. Si, además, ese meme está más visto que el tebeo, no es de extrañar que al lector se le pasen las ganas de seguir aquí -si es que alguna vez las tuvo-. Que pase de esta columna, y migre a las páginas en las que se da caña a ese señor que, creyéndose heredero de la Alemania Democrática, pega un tiro de gracia a nuestro sector ganadero en The Guardian. Una ironía, como mínimo de mal gusto, que este señor no haga honor a ese medio de su actual empleo, como guardián de los intereses exportadores y nacionales.
A lo que vamos. El meme es este: «Mi papá no tiene capa, pero es un héroe».
Que los héroes de ahora no llevan capa, se sabe desde hace tiempo. Ahora llevan bata blanca o pijama verde, y su labor es encomiable. Los guionistas de la Marvel deberían tomar nota y sacar un personaje que se llamara SuperDoc, o Capitana BataWhite.
Si usted es padre, madre, incluso abuelo y abuela, entenderá mejor que nadie el meme y dará razón a su hijo o nieto. Y más en estas fechas, conocidas como la cuesta de enero. Si todos los años se afronta con una marcha más o menos corta, en este no queda más remedio que bajarse del coche, porque coger el automóvil es casi ya un privilegio. Así que, lo más sencillo y barato, es hacer el camino de enero a patita y ahorrar gasofa.
Pero también hay otros héroes que merecen consideración y respeto. Aquellos y aquellas que luchan día a día, en la cesta de su compra, contra la subida de la inflación. El llamado impuesto de los pobres. Esos héroes anónimos que, jornada tras jornada, tienen que ajustar su buchaca y olvidarse de privilegios como invitar a café a un vecino.
La lista de héroes es más extensa, y se necesitaría un medio británico en formato sábana para reflejar el nombre de un pequeño porcentaje de ellos. Por ejemplo, el de los agricultores que miran con recelo lo que deja en su sector el nuevo modelo de la reforma laboral.
Y la Netflix, o cualquier otra plataforma, tendría que hacer una serie con tropecientos capítulos para incluir a los autónomos que, a pesar de la subida de impuestos y el jodío ómicron, siguen abriendo sus negocios día a día. E, incluso, tienen la esperanza de contratar algún empleado en los próximos meses. Dentro de este grupo de héroes, se encuentra el colectivo de la peluquería, que tiene sus superpoderes agotados.
En formato enciclopedia Espasa Calpe, estarían aquellos y aquellas que luchan porque sus hijos estudien dónde ellos decidan. No dónde y cómo les dicten. Así de sencillo.
Y en el Summa Artis de don José Pijoan, aquellos abuelos y abuelas que estiran su pensión para que, sus hijos y nietos, lleguen a fin de mes. Y los héroes que velan, a cada instante, por nuestra seguridad y quieren seguir haciéndolo con dignidad. Y por supuesto, los que rezan y dan gracias todos los días por tener un puesto de trabajo, y lo defienden a capa y espada.
Todos los citados, y muchos más que no caben en esta columna, merecen el título de héroes. Y llevar capa, que Esquilaches ya tenemos de sobra.