Editorial

Balance optimista a las puertas de otra oleada

-

La crisis del Covid-19 no ha terminado, lamentablemente, y las consecuencias económicas y sociales se aventuran devastadoras

Los brotes se multiplican por toda la geografía española sin que, de nuevo, haya un patrón que permita a las autoridades sanitarias atajar con rapidez la expansión del virus. Los más de 1.700 positivos, sin contar los datos de Castilla-La Mancha, por cuestiones técnicas, y el País Vasco, por ser festivo, suponen una cifra muy similar a las peores semanas del confinamiento allá por finales del mes de abril. No resulta alentador la nueva curva ascendente que nuestro país está sufriendo respecto a un coronavirus para el que aún no se ha encontrado una vacuna.

Entretanto, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quiso examinarse con la ya típica rueda de prensa de verano para valorar el curso político que, de momento, ha estado marcado por dos asuntos trascendentales para España: la crisis sanitaria y la institucional, representada en los asuntos turbios del anterior jefe del Estado, ya alejado de las fronteras españolas. Sánchez, como suele ser habitual en estos tipos de discursos, se autoimpuso una nota alta por cómo había afrontado, su Gobierno, una de las pandemias más devastadoras en siglos. No escatimó halagos para sus ministros ni tampoco para la coalición con Unidas Podemos a la hora de ejecutar decisiones difíciles y trascendentales en los meses más complejos del estado de alarma.

Cierto que son momentos históricos y que cualquier ejercicio de comparación es infructuoso y por eso caer en los mismos discursos, alabanzas partidistas y posiciones con un país en plena emergencia social y sanitaria quizá no sea el mejor camino para mantener la tensión durante este verano. Muchos españoles aparcarán su paréntesis veraniego para afrontar sus problemas financieros tanto en el ámbito doméstico como en el empresarial y esperar a otros tiempos para concretar el descanso. Tampoco ayuda esa sensación de ‘falso’ control en los numerosos rebrotes que están apareciendo sin que, de momento, haya una alternativa al confinamiento.

Que el presidente del Ejecutivo disfrute de unas vacaciones extensas en estas semanas claves no deja de ser anecdótico, pero traslada una imagen de aparente normalidad que inquieta ante los últimos datos de fallecidos y contagios. En cualquier caso, es cierto que el Gobierno ha hecho los deberes hasta el día de hoy con fallos y aciertos. Pero la crisis del Covid-19 no ha terminado, lamentablemente, y las consecuencias económicas y sociales se aventuran devastadoras para prácticamente todos los sectores a partir del mes de septiembre. Por mucho que los descansos sean necesarios y reparadores e incluso beneficioso para el turismo, la lucha todavía no ha concluido. Quizá no haya hecho nada más que empezar de cara a un otoño imprevisible en todos los ámbitos.