Ángel Monterrubio

Tente Nublao

Ángel Monterrubio


13 de diciembre de 1814

14/12/2022

Corría el año de Nuestro Señor de mil ochocientos catorce. Mal año para Talavera. Los gabachos habían regresado a la ciudad a principios de abril, ya de retirada, como una mala plaga de langosta. Sangraron las consumidas arcas de la villa con una contribución de guerra de medio millón de reales y arrasaron y quemaron, los muy hijos de puta, lo poco que quedaba por arrasar y quemar. En la dehesa de la Aceitunilla, entre retamas, acebuches y encinas, un padre y un hijo pastoreaban las cabras del amo.
El muchacho, ciego de nacimiento, se daba buena mañana en controlar la cabrada, aún estando solo, con la ayuda de dos perrillos careas que eran sus ojos y quería, en su falta, como a tales. El padre, hombre recio y testarudo, en un momento de ofuscación pegó con la garrota a uno de los canes que no obedecía sus órdenes. El perrillo buscó refugio al socaire de su joven amo y empezó la discusión. La cosa pasó a mayores. Hubo  insultos y empujones. El ciego echo mano a la faja y sacó una perica cabritera de palmo y medio con la que mató a su padre de una certera puñalada en el corazón.
El parricida, limpió con esmero la navaja, encerró las cabras en el corral, bajó a Talavera y se entregó a los cuadrilleros de la Santa Hermandad, que pusieron a buen recaudo en la cárcel de la Puerta de Zamora. El juez que instruía la causa del crimen determinó una curiosa sentencia: Condenó al criminal a ser ahorcado, pero estimó que merecía ser ajusticiado el día de Santa Lucía, patrona de los ciegos, como desagravio a la santa. Y así se hizo el trece de diciembre. Además, obligó a asistir a la ejecución a todos los invidentes de Talavera y su comarca para que le encomendasen con sus oraciones a bien morir.
Una vez ahorcado su cadáver fue metido en una cuba de madera, cerrado con clavazón y arrojado a las aguas del río Tajo por el verdugo. Los invidentes suplicaron misericordia a la Cofradía de la Caridad y éstos sacaron del río, varias semanas después, el tonel con el cadáver y le dieron cristiana sepultura en el cementerio de la parroquia de Santa Leocadia.