Cómo superar las decepciones

M. Jesús Álava (Psicóloga)
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Recuperar la ilusión es el primer paso en un proceso en el que es importante ahondar en el autoconocimiento para sentirse motivado, aspecto muy vinculado con la relación que se tiene con uno mismo

Con frecuencia sufrimos decepciones en nuestra vida. Este último año ha podido ser muy decepcionante para muchas personas. Sin duda, la vida está llena de decepciones, pero lo más doloroso es cuando nos sentimos decepcionados con nosotros mismos.

Las decepciones pueden provocarnos estados de hundimiento, decaimiento profundo, falta de ilusión y desesperanza.

 

¿Hay algún antídoto contra la decepción?

El mejor antídoto es recuperar la ilusión. Las ilusiones nos hacen reaccionar en los momentos difíciles y nos proporcionan la fuerza necesaria cuando necesitamos volver a creer en algo.

La actitud con la que vivamos nuestra vida determinará el éxito o el fracaso de nuestras acciones.

No se trata de engañarnos y negar la realidad. La clave es enfrentarnos a ella con el convencimiento de que podemos superar las dificultades.

En los momentos en los que hemos sufrido una decepción, uno de nuestros mejores recursos será utilizar el humor. Si alguien está muy hundido, el humor le ayudará a superar las dificultades y encontrar la solución, porque activa nuestra área creativa, nos proporciona el equilibro necesario para superar los obstáculos y nos da la seguridad que necesitamos para perseverar y vencer las resistencias.

 

¿Cómo conseguimos superar las decepciones?

Activando nuestra capacidad para enfrentarnos a la adversidad.  En algún momento de nuestras vidas todos tenemos que hacer frente a las adversidades. De cómo lo hagamos dependerá que las superemos o que nos hundamos en el intento. 

La confianza no es algo que se pueda improvisar, pero sí se puede trabajar. 

Tenemos que ponernos nuevas metas, pero las metas tienen que ser estimulantes, realistas y proporcionadas; nunca inalcanzables.

 

Para superar las decepciones tendremos que empezar a cambiar nuestra forma de pensar.

En la decepción, hay tres realidades importantes que conviene considerar:  

La primera es que a veces las cosas no salen como esperábamos o como nos gustaría. 

La segunda es que en la mayor parte de los casos este hecho no es terrible, ni horroroso, ni tan siquiera negativo.  La tercera es que casi siempre, con independencia de la gravedad de la situación, hay algo que podemos cambiar. 

 

¿Podemos medir nuestro estado emocional?

Sí podemos y de vez en cuanto conviene que nos hagamos un test sobre cómo nos encontramos, si estamos animados o desmotivados, alegres o tristes… Es una forma de tomarnos el pulso, de medir cómo está nuestro termómetro emocional. Para ello, podemos intentar reflexionar y contestar las siguientes preguntas:

 

- Si pudiera elegir en estos momentos, ¿qué cosas desearía que cambiasen en mi vida?

- ¿Quién es la persona más importante de mi vida?

- ¿Para quién soy insustituible?

- ¿Qué espero de los demás? ¿Qué les pediría?

- ¿Qué es lo que más me gusta de mí mismo? 

- ¿Qué es lo que más orgullo me produce?

- ¿En qué me he propuesto mejorar este año?

- ¿Cuál ha sido el principal regalo que me ha hecho la vida?

- ¿Qué es lo que nunca me gustaría perder?

- ¿Cómo soy realmente?

- ¿Cómo no me gustaría ser?

- ¿Qué es lo que más me preocupa en estos momentos? ¿Cómo voy a superar mis dificultades actuales? ¿Cuáles son mis principales resistencias para actuar de otra forma?

- ¿Cuál es mi mayor ilusión?

 

Cuanto más reflexionamos, más aprendemos y más posibilidades tenemos de gobernar nuestra vida. En definitiva, sentirnos motivados dependerá, en gran medida, de cómo actuemos con nosotros mismos y con las personas que nos rodean.

Por tato, el mejor elemento para la motivación interna será el reconocimiento a uno mismo, la valoración de nuestras acciones y la aceptación de nuestra forma de ser, sentir y actuar.