Ana Nodal de Arce

Me la juego

Ana Nodal de Arce


A mis queridos lectores

29/12/2022

De un tiempo a esta parte no levantamos cabeza. Y en este 2022, a las incertidumbres que han marcado esta década maldita, se une una contienda que deja muertos, no sabemos cuántos, destrucción y una herida que será difícil que cicatrice en la vieja Europa. Mirar hacia atrás da vértigo y el futuro es tan incierto que el presente, aun marcado por una desoladora crisis económica, nos invita a apurar una existencia en busca de sentido.
Del 2022, me quedo con las personas. Porque sí, amigos, he conquistado una peculiar secta de haters, pero he de admitir, y eso me reconforta, que, a la vez, otros muchos me han obsequiado con un cariño sincero, ese que solo te regalan quienes nada te deben y a quienes no tienes nada que ofrecer, salvo tus palabras. Que me lean, es un honor que agradezco inmensamente. A ellos quiero dedicarles, pues, esta última columna del año, a esas personas que se me acercan o me escriben a través de las redes sociales para animarme a ejercer un periodismo crítico, libre, sin lisonjas, que una para eso siempre ha sido austera.
A mis queridos lectores, les animo a que se unan a los grandes frentes que tiene abiertos la ciudad: el Tajo, el respeto al legado visigodo en Vega Baja o la defensa de una zona tan sensible como la Peraleda, a punto de perecer bajo las fauces de Tolón y su cuartel de la guardia civil. O que se sumen a la apuesta por un Casco Histórico vivo, en el que los residentes encuentren los servicios que se les niegan, más allá de macrohoteles insensatos. Es imprescindible que nuestro Casco refleje la diversidad social, que acoja hogares de toda condición, con un empujón público para que la vivienda sea accesible y asequible a todos los que sueñan con vivir entre unos muros que rezuman historia, pero que necesitan adaptarse, sin perder su esencia, a los tiempos presentes.
Mi objetivo, obviamente, no es otro que transmitir mi opinión personal, alejada de consignas, a veces equivocada y dispuesta a enmendar, si es menester. No obstante, si contribuyo a que se remuevan conciencias sobre asuntos de calado para la ciudad, pues, qué quieren que les diga, me doy por satisfecha. Aunque solo sea para generar debate, un hermoso concepto que se ha perdido en una sociedad tan radicalizada como la actual.
Pero en Toledo, no solo hay que hablar del Casco, sino del resto de barrios, dejados de la manos de Dios, abandonados a su suerte en una ciudad sin proyecto que mira a este 2023 con una ilusión especial, esa que marcan las urnas. No nos resignemos a ser una capital de provincias del montón. Nuestra obligación, como vecinos, como ciudadanos, como personas, es aspirar a lo mejor. Y ahí estamos unos cuantos, en ese deslavazado equipo que lucha contracorriente, pero sin rendirse ni ante amenazas ni ante censuras de políticos que buscan su promoción personal frente al interés general. Bienvenidos sean aquellos servidores públicos que aspiren a conservar nuestro preciado Patrimonio de la Humanidad, a realzarlo y a convertir a Toledo en el icono que siempre fue y que perdió por burdos intereses especulativos. En esta tarea sé que estamos unos cuantos, cada uno desde su personal perspectiva, con su peculiar punto de vista. Gracias infinitas por vuestra complicidad, queridos lectores. Os deseo lo mejor para este 2023. Salud.