Jorge Jaramillo

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Jorge Jaramillo


Pulso con Teresa Ribera

19/01/2020

La nueva configuración ministerial del Gobierno de coalición ha abierto una grieta en el campo, en el orgullo agroalimentario, y especialmente entre los dirigentes de las tres principales organizaciones agrarias, Asaja, UPA y COAG, temerosos de 'perder' ahora una de las principales direcciones que siempre vertebró la estructura del clásico Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA).

En la tarde del jueves, y a escasísimas horas del primer Consejo de Ministros donde se aprobaron cargos de segundo escalafón, desvelaron en un comunicado conjunto su oposición frontal a que la Dirección general de Desarrollo Rural se incorporase al organigrama de la vicepresidencia cuarta de Teresa Ribera, quien tiene ahora el mandato de coordinar la acción política del 'Reto Demográfico'.

Ese precipitado escrito dejaba al descubierto varias cosas. Primero, la certeza de que lo que siempre fue un rumor en redes sociales, estaba a punto de fraguarse. Y segundo, la posible llamada de auxilio para que  fuera el sector quien recordase al Presidente Sánchez la importancia de dejar la joya de la corona en el edificio donde siempre estuvo la corona: en la glorieta de Atocha. Y así lo describieron en la carta, burofax o correo electrónico enviado con urgencia al propio jefe del Ejecutivo que a día de hoy no ha contestado. Si sirviera de señal, el primer Consejo no ha entrado de momento en esos pormenores.

La última vez que un Presidente hizo cambios en la organización de este departamento con resultado polémico fue cuando José Luis Rodríguez Zapatero designó a Elena Espinosa como titular del nuevo Ministerio de Medioambiente, Rural y Marino (MARM). De un brochazo, 'pintó de verde' la fachada -como luego diría la sucesora Rosa Aguilar-, borrando del viejo MAPA los conceptos más sagrados que coronan la entrada como siempre fueron la Agricultura, la Pesca, y la Alimentación, para quedar diluidos después en ese MARM donde la propia Aguilar naufragó con el final de la legislatura.

El reto de fusionar las competencias del medio ambiente para conectarlas con el medio rural tocó el orgullo de agricultores y ganaderos que entendieron como un desprecio la supresión de esos vocablos que les dan visibilidad ante la sociedad a la que alimentan y bajo los que se sienten protegidos y representados. Y aunque no parece que la intención del Gobierno fuera la de provocar una tormenta, lo cierto es que el malestar fue generalizado, lo que no dudó en aprovechar el principal partido de la oposición para agitar el sentimiento de 'afrenta' en diferentes sesiones parlamentarias.

La posibilidad que se abre ahora con la reorganización del nuevo Departamento de la Transición Ecológica, despierta idénticos fantasmas, tratándose además de la principal Dirección General que tendrá máximo protagonismo en los próximos años y mayor capacidad presupuestaria para desarrollar la reforma de la Política Agraria Común (PAC) que también viene teñida de verde y mucho más medioambientalista.

El dilema es serio porque el 'Green Deal' podría condicionar hasta un 40 por ciento las ayudas a través de nuevas configuraciones de subvención en las que se trabaja como los eco-esquemas o el propio 'greening'. Así que el pulso entre Luis Planas y (parece ser) el secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán, está en alto. Ambos, hombres de confianza de Pedro Sánchez, pero uno de ellos, con importantes responsabilidades en Desarrollo Rural en la ejecutiva del PSOE (37 Congreso) y en Ordenación del Territorio (38 Congreso), y brazo ejecutor de la flamante nueva vicepresidenta que necesita competencias y contenido para frenar la despoblación.