Javier López

NUEVO SURCO

Javier López


El periodismo como bien común

09/11/2022

Citaba el otro día nuestro director, Fernando Franco, en el evento celebrado en Toledo con motivo del veinticinco aniversario de La Tribuna en la provincia, el informe de la Unesco que declaraba el periodismo como bien común. El discurso de Fernando fue ejemplar y acertado, y creo que no se dejó ningún palillo sin tocar, quiero decir, de lo que hoy debemos hablar los periodistas sin somos capaces de hablar de 'lo nuestro' alguna vez. Nunca como ahora, lo recalcó también Fernando, la sociedad, las sociedades democráticas, se habían visto tan aquejadas del fatal virus de la desinformación. El asunto es totalmente alarmante: hemos renunciado en gran medida a saber lo qué realmente ocurre y la mayoría de las personas se conforman con consumir la basura mediática y desinformadora que se suministra a través de las redes sociales. Pasto envenenado para rebaños desinformados deseosos de confirmar sus prejuicios más que información para ciudadanos conscientes deseosos de acercarse a la verdad de lo que acontece. Por no ser demasiado pesimista, la confirmación de los prejuicios de cada uno siempre ha estado presente a la hora de informarse, pero nunca de forma tan enfermiza como ahora.
El panorama es totalmente desolador: el periodismo de calidad, el periodismo hecho por periodistas, es algo absolutamente devaluado y prescindible sin que ninguna Denominación de Origen nos proteja como ocurre con el queso manchego o los ajos de Las Pedroñeras. La comparación que hago puede parecer una frivolidad, pero viene a cuento porque en el momento en que los productos de calidad, con un valor de origen acreditado por la forma de producción y la identidad del territorio, sufrieron el peligro cierto de devaluación en un mundo cada vez más interconectado se vio la necesidad de etiquetarlos y protegerlos para que el consumidor supiera distinguir lo auténtico de las imitaciones, y después actuara en consecuencia, sin necesidad de prohibir nada. No ocurre así en el periodismo auténtico, que parece tocado de muerte en los últimos años. El periodismo se ha visto absolutamente afectado por un ejército de chisgarabís, ocurrentes en el mejor de los casos, que pueblan las redes sociales contando lo que no saben o saben a medias y pontificando sobre lo divino y lo humano. Es más, cualquiera piensa que es capaz de comunicar, de decir algo interesante, de redactar una noticia o de editorializar sobre cualquier tema. La descomposición es absoluta, y el periodismo hecho por periodistas o la comunicación realizada por comunicadores camina por este mundo inhóspito como puta por rastrojo. De ahí lo pertinente de la Unesco de declarar al periodismo como bien de común, es decir, como algo imprescindible para el desarrollo correcto de una vida en comunidad, como la educación o la sanidad universal, o como la propia organización democrática de las cosas
De este maremágnum se salvan iniciativas a veces quijotescas como las de mantener en pie, en papel y digital, la prensa local, tal que La Tribuna de Toledo, que celebra su cuarto de siglo, y las otras cabeceras provinciales del grupo Promecal. El interés por lo local es más difícilmente manipulable y es universal, basta con vivir en un municipio, que es lo que todos hacemos. La prensa local se mantiene, como nos dijo Fernando Franco, porque cuenta con el aliento del vecindario detrás, un hecho inclasificable pero real como la vida misma. Al director de un periódico local se le para por la calle igual que se le para al alcalde o al concejal de obras, y es ahí donde reside su grandeza. De manera que el aniversario celebrado por La Tribuna solamente puede ser un motivo de gran alegría para los lectores y para los que como en mi caso llevamos ya bastantes años aportando nuestro granito de aliento a la vida de esta cabecera porque si sin periodistas formados no puede haber periodismo auténtico ni libertad,  sin prensa local y apegada al terreno el periodismo queda deshilachado y sin base de sustentación. La prensa local es la que lo tiene más difícil pero es la que necesita sobrevivir con más urgencia porque además de la libertad está en juego el arraigo en comunidades reconocibles, tan necesario en una sociedad globalizada. Larga vida a La Tribuna de Toledo, a todas las Tribunas del grupo Promecal, y a todas las tribunas de lo local habidas y por haber.

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