Las administraciones públicas deben calibrar la consideración de un gasto como despilfarro. Más aún en estos meses dislocados que dejan boquiabiertos al consumidor por el aumento de precio de los productos y los servicios. Los pueblos pequeños de la provincia manejan presupuestos exiguos, y cualquier ahorro beneficia a las arcas municipales. Así al menos lo ha pensado el alcalde de Santa Ana de Pusa, Serafín Diego, y su equipo, que ha decidido apagar aproximadamente el 20 por ciento de las farolas del núcleo urbano para raspar unos 1.000 euros al mes de la factura de la luz, cuyo encarecimiento ha obligado al Consistorio a recurrir a las tirejas.

El alcalde explicó a este diario que las farolas de las afueras del núcleo urbano o de zonas sin habitar durante estos meses de otoño e invierno quedarán permanentemente sin suministro. «Al precio que está la luz», apunta para justificar una medida que alcanzará aproximadamente a unas 70 luminarias de las más de 300 repartidas por el núcleo urbano de la localidad jareña, situada a unos 35 kilómetros de Talavera.

La fecha de recuperación de la normalidad todavía resulta incierta, pero el horizonte es largo; probablemente, hasta la llegada de la primavera, hacia el mes de abril. De esta manera, el alcalde confía en ahorrar entre 800 y 1.000 euros al mes, una cantidad considerable en un municipio con unos 360 empadronados pero con solo 200 vecinos de facto durante los meses de otoño e invierno.

En este sentido, el corte del suministro durante los próximos meses afectará a «las zonas turísticas» del municipio. Por primera vez, el Ayuntamiento de Santa Ana de Pusa toma esta medida de ahorro que implicará, a su vez, destinar esos 1.000 euros a otros servicios. A su vez, se trata de la primera vez que el Consistorio hace un recorte en gasto energético.