El anticipo de las ayudas de la PAC, este lunes 17 de octubre, y la transferencia de más de 350 millones de euros para los agricultores y ganaderos de la comunidad autónoma, representa en el calendario de pagos el verdadero arranque de la nueva campaña, el estreno de la reforma, y por ende, el final de la última que vuelve a cambiar el sistema de reparto y asignación de las subvenciones. De momento reduce de 50 a 20 el mapa territorial de regiones agronómicas donde se agrupan los importes, los beneficiarios, según hayan activados los derechos en tierras de secano, regadío, cultivos leñosos o pastos.
Comparado con el modelo anterior que entró en vigor en 2014, y habiendo simplificado las reglas, no debería representar para los productores un tránsito traumático a la hora de justificar los nuevos compromisos medioambientales del 'Pacto Verde' (antes greening) que estructuran ahora los nueve eco-regímenes y sus prácticas asociadas, sobre todo en el caso de algunos sectores como el cereal. Al fin y al cabo son medidas clásicas de rotación, porcentajes de barbechos que varían, reservas de leguminosas y especies para fomentar la biodiversidad que habrá que sembrar pero no cosechar. Todo ello no ha impedido que alguna organización como Asaja Ciudad Real haya solicitado cierta flexibilidad por los sobrecostes actuales de los insumos y el capital que cada uno arriesgará en este escenario de guerra tan preocupante que empeora la sequía.
Asimismo, los verdaderos avances de justicia social que persiguen los reglamentos comunitarios y reales decretos con la convergencia interna no se verán a corto plazo, más bien de forma progresiva, mientras vaya aumentando el baremo que busca equiparar las subvenciones con la media restando a los que más cobran para que suban los que menos recibían hasta ahora.
El pago redistributivo de las ayudas, el mecanismo más novedoso que beneficiará a las explotaciones más familiares, a las primeras hectáreas de una estructura agrícola o ganadera menos dimensionada, pero de gran valor socioeconómico en el medio rural, también buscará un mejor reparto del dinero junto a la modulación de ayudas desde los 60.001 euros en adelante.
El desarrollo rural tendrá más protagonismo en el nuevo período PAC para el que la consejería de Agricultura ha calculado un presupuesto de unos 900 millones de euros que gestionará a través de un PDR que debe validar la Unión Europea y que incluye nuevas líneas como la del viñedo de secano, las agroambientales y la de fomento de la agricultura ecológica.
Pero la nueva PAC y Bruselas quizás se han quedado cortos con los jóvenes. Porque a pesar de haber incrementado hasta un 3 por ciento la reserva presupuestaria para impulsar el relevo generacional, y ampliar la cobertura de hectáreas en el reparto de derechos gratuitos de la reserva nacional una vez se incorporan, o incluso, pese a haber introducido la perspectiva de género otorgando un 15 por ciento más de valor a la subvención si la solicitante es mujer, veremos si resulta suficiente para contrarrestar el miedo, o las incertidumbres que surgen ahora en un contexto tan convulso y sobrevenido, con una inflación disparada, un crédito y una financiación más cara y restringida, un Cambio Climático acelerado, y los problemas de comercialización de siempre que debería controlar la ley de la cadena.
Las administraciones que gestionan este dinero, y las propias organizaciones agrarias, tienen por tanto un reto complejo. Toca hacer más pedagogía que nunca para que las amenazas que ensombrecen el futuro no disuadan al que estaba esperando ansioso las próximas convocatorias de subvenciones para arrancar. Quizás convenga revisar algún condicionado.