José María San Román Cutanda

A Vuelapluma

José María San Román Cutanda


‘Los pasos perdidos’ de Alfonso Paso

27/06/2022

El pasado jueves, veintitrés de junio, se presentó en la sede de la Sociedad 'Arte' de Toledo, y mediante una iniciativa proveniente de miembros de la Hermandad de Nuestra Señora del Alcázar, un magnífico libro titulado Los pasos perdidos, que recoge una compilación de hasta sesenta artículos de prensa publicados por el escritor, cómico y dramaturgo español Alfonso Paso y cuya presentación y comentario corrieron a cargo del profesor Juan José Fernández Delgado. Este libro fue editado en el año 2017 por Ediciones Barbarroja, y de él se ha publicado ya su tercera edición, protagonista de la presentación de la semana pasada. La idea de compilar estos artículos tiene que ver con un gran impulso que sobre la figura de Paso ha procurado su hija, Almudena Paso, al que se ha sumado uno de los mayores expertos en la vida y obra de este autor, Juan Vicente Oltra.
Alfonso Paso es, por desgracia, una de esas figuras que tristemente van cayendo poco a poco en el olvido del imaginario colectivo español. Y es triste, primero, porque no se le estudia como debiera en los programas educativos, en los que tiempo atrás sí se podían conocer los muchos y polifacéticos matices que caracterizan su prolífica obra. Además, Paso ha sido un autor de récords: sus obras han sido traducidas a más de treinta idiomas, algunas de sus obras han sido representadas hasta dieciocho temporadas seguidas en teatros de todo el mundo (y, en algunas, él mismo fue actor), alcanzó el récord de estar hasta veinticinco años ininterrumpidamente en cartel, fue el único autor que tuvo hasta ocho obras en cartelera en Madrid y fue, también, el único autor vivo que estrenó en Broadway, con obra El canto de la cigarra, de 1968. Interesante, ¿verdad? También en el aspecto intelectual fue hombre de superar barreras, pues estudió hasta tres carreras universitarias (Medicina, Filosofía y Letras y Periodismo)
En el libro Los pasos perdidos, los sesenta artículos periodísticos de Paso nos abren las puertas a un eje diacrónico de algunos aspectos de la sociedad española de su tiempo, puesto que es demostrativo del estilo propio de los autores más reconocidos de la literatura posterior a 1939. Y, en el caso concreto de nuestro protagonista, esta compilación recoge artículos de diversas temáticas y orientaciones de su autor, nacidas muchas de ellas de sus reflexiones personales, además de actuar como narrador del testimonio, a veces muy cercano o casi directo, de algunos hechos de la intrahistoria española de su época.
Algunos de los artículos publicados, de corte humorístico y publicados muchos de ellos en la magnífica revista 'Can Can', tratan con humor moderado y a la vez desternillante situaciones tan cotidianas como el deseo de un padre de que su hijo sea varón para poder conservar el 'raro' apellido Fernández («¡Que no se pierda Fernández!», en la página 27), o los consejos de educación y vestimenta más básicos para acudir a una boda sin llamar la atención («Diez consejos para ir a una boda», en la página 43), donde el autor nos recomienda normas tan básicas como no intentar comerse la pamela de la madrina o no hacer referencia, en el momento de la foto, al fusilamiento de Torrijos­. Hay gente que tiene corazoncito. Y otra, susceptibilidad.
Otros artículos, más profundos, tienen que ver con escenas de la vida del propio Paso. En concreto, es realmente emotivo el titulado Por la manera de levantarte, publicado por Paso en el diario 'El Alcázar' en 1972, y que dedica a su hija como regalo del día de su Primera Comunión. Este artículo, en concreto, me parece de una extraordinaria riqueza interior, que se manifiesta en tres reflexiones enmarcadas en tres ámbitos completamente distintos: una, sobre la importancia de comulgar, porque, a decir del autor, crea una dependencia necesaria de la gracia de Dios que resulta como lección de humildad; otra, levantarse rápido de la caída, casi sin pestañear, como hizo la niña Almudena Paso aquel día, tras caerse mientras volvía con sus compañeras desde el ambón hasta su sitio; y la tercera, con qué materia prima se fabrica la suerte, que no es otra que el trabajo.
También en el ámbito del periodismo, Paso somete a la consideración de sus lectores algunas de sus reflexiones al respecto. Me resulta de una visión muy curiosa el artículo titulado Parte de paz, que se publicó en el diario 'ABC' en 1967, en el que trata sobre la enseñanza que le hizo el periodista de guerra William Somerset Maugham sobre cómo se leen los partes de guerra y enseña a leer entre líneas el contenido de lo que él denomina 'partes de paz', que no son otra cosa que las noticias donde solemos encontrar un fallecimiento o una noticia grave de corte similar. Y lo cierto es que Paso tiene razón cuando reflexiona al respecto, porque, por ejemplo, detalles como encontrar a alguien fallecido repentinamente pueden llevar tras de sí una serie de circunstancias condicionantes que pueden haber tenido que ver en el desenlace.
Y, en el ámbito intrahistórico, me erizó el entendimiento leer el artículo ¿Quién mató a Muñoz Seca?, publicado en el diario 'El Alcázar' en 1977, en el que cuenta cómo su padre, el también escritor Antonio Paso, procuró por todos los medios posibles salvar a Pedro Muñoz Seca de la muerte tras el tiempo en que estuvo preso en la cárcel de San Antón. Una experiencia de una crudeza difícilmente descriptible, en la que Alfonso Paso parece narrar la primera vez que en su vida tuvo el miedo y el dolor en primera plana y delante de sus ojos.
Junto a otras importantes figuras de la literatura española, como es el caso de mi admirado José García Nieto o, incluso, del propio Muñoz Seca, la imagen de Alfonso Paso se difumina en el tiempo sin que haya, por parte de quien debería hacerlo, un esfuerzo por reivindicar la vida y la obra de un autor español en cuyas obras se resume una parte de la vida de la España del siglo XX, en la que se encuentran la tragedia y la comedia, el humor y la reflexión. Y, sobre todo, la vida prolífica de un hito literario que murió demasiado joven y que, lejos de buscar su lugar como autor entre la burguesía, prefirió ser un autor para el público, motivo quizá de parte de su gran éxito. Así, declaró en una ocasión: «Quiero ser, dentro de mis insobornables convicciones estéticas, autor de público, dando a este término su mejor y más noble sentido». Tristemente, esta España nuestra, siempre cainita y a veces muy cainita, no pudo reconocer en su día a la figura que fue para nuestra literatura Alfonso Paso. Quizá haya llegado el momento de rectificar este error.