«El montaje reconoce su fuerza, su valor y su modernidad»

C.M
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Ainhoa Amestoy dirige 'Desengaños amorosos', el montaje que esta tarde, a las 20,00 horas, podrá disfrutarse en el Rojas. La pieza visibiliza la escritura de una mujer, María de Zayas, que luchó por los derechos de la mujer en pleno siglo XVII

«El montaje reconoce su fuerza, su valor y su modernidad»

María de Zayas pelea por la igualdad de las almas y la necesidad de educación, habla de los fantasmas que persiguen a la  mujer y  permite que ellas levanten la voz y se enfrenten a ellos. Ainhoa Amestoy dirige ‘Desengaños amorosos’, una pieza -que esta tarde se sube a las tablas del Rojas- que reivindica la vigencia, la contemporaneidad y el nervio narrativo de una de las máximas autoras de la literatura, María de Zayas. Lo hace acompañada de Nando López como responsable de la dramaturgia en versión libre de las novelas de esta escritora olvidada.

Obra ganadora del segundo premio en el Certamen Nacional de Directoras de Escena de Torrejón de Ardoz y finalista en el premio de Dirección de la ADE que se fallará en los próximos meses, estos ‘Desengaños amorosos’ cumple con la obligación de desvelar y situar en el  lugar que merece a una autora de gran éxito en su época pero prácticamente desconocida en el terreno de las artes escénicas actuales.

¿Por qué este texto y esta mujer?

Tengo una productora desde hace 15 años, Estival Producciones, y siempre nos ha interesado realizar una revisión de los textos clásicos desde nuestra contemporaneidad. Ya hace tiempo, cuando tenía veinte pocos años como actriz interpreté un texto de María de Zayas -‘La  traición  en  la amistad’- en compañía de Pepe Viyuela, María Isasi o Pedro Mari Sánchez, en el que descubrí a esta mujer.

Me di cuenta de la fuerza e interés que tienen las autoras del siglo XVII, que son muchas aunque no las estudiemos. Feliciana Enríquez de Guzmán, Leonor de la Cueva o Ana Caro, hay muchos nombres que poco a poco se están empezando a introducir en libros de textos y demás, pero está costando poner en valor su escritura. Eso a pesar de que tiene la misma calidad que pueda tener un Lope, un Calderón o un Tirso.

Un buen inicio.

Sí, me enamoré de la autora y la he tenido siempre próxima buscando el momento en el que considerase que podía ser entendida. Ha sorprendido especialmente esta revisión de su escritura ya que, en vez de partir de la obra de teatro de ‘La traición en la amistad’ -que es la más conocida de la autora-, hemos partido de las novelas cortas, de corte amoroso, que tuvieron un gran éxito en su época pero que fueron prohibidas por la Inquisición por considerarlas excesivamente atrevidas. Con esos textos hemos extraído la esencia de María de Zayas.

¿Ha cumplido el objetivo de  visibilizar a la escritora?

El espectador se ha sorprendido con este montaje por conocer y reconocer a esta autora, su valor y su modernidad. Tiene frases que podrían salir en una pancarta del 8 de Marzo de lo modernas que son, no se pueden creer que hayan sido escritas en el XVII. Después el montaje también ha gustado, llevamos un par de años de gira y ha llamado la atención por ese deseo que tenemos siempre los directores de que todos los componentes de una puesta en escena estén vinculados.

Ese es el objetivo, que todo vaya a favor de lo que se quiere contar, y creo que se ha conseguido con interpretaciones magníficas de los actores, con música en directo, con una escenografía minimalista pero trabajada de manera excepcional. Además es una obra muy divertida, pero no falta de hondura, ofrece reflexión y divertimento. Todo ese cóctel es lo que ha propiciado que haya tenido un gran éxito.

¿Es este el momento que estaba esperando para ofrecerla?

En los últimos años nos hemos concienciado sobre el impulso que hay que dar a la mujer en la sociedad, cada vez peleamos más por colocar a la mujer en el sitio que merece, y eso mismo fue lo que luchó María de Zayas con gran valor y fuerza. Pedía la independencia de la mujer que estaba siempre situada por detrás del varón. No podían viajar, estudiar y prácticamente no podían salir de casa a excepción de ir a la iglesia. Ella defendió, como también lo hizo Cervantes, esas injusticias, buscó la justicia para la mujer.

Pero no sólo.

No, la pieza también habla de las falsas apariencias, de la autenticidad o no del individuo, y ahora estamos en un momento en el que nos vamos poniendo caretas. La pieza empieza con personas dotadas de múltiples máscaras que, poco a poco, se van eliminado para destaparse tal cual son. Buscando esa autenticidad del individuo.

Además María de Zayas denuncia asuntos con los que ahora empatizamos o somos más conscientes, aspectos como la violencia, la trabaja de forma muy cruda porque era una autora truculenta. Habla en sus textos incluso de mujeres emparedadas por sus maridos. En estos momentos aspectos como este llaman la atención, y en el sentido amoroso mete mucho erotismo, habla de relaciones homosexuales, temas muy modernos sobre los que gusta reflexión y ante los que podemos contemplar que no somos los primeros en hacerlo. Es extraordinariamente moderna, otros autores de su época buscaban los finales felices, ella no.

¿Calculó los riesgos de llevar a escena esta apuesta?.

Sí, lo que pasa es que el teatro siempre es un misterio, hay que lanzarse y arriesgar. Dentro de la cultura tenemos ciertos deberes, no podemos hacer teatro historicista ni buscar simplemente el aplauso, tenemos la responsabilidad de buscar la crítica y la reflexión sobre los problemas de la sociedad.

Lo cierto es que no sabíamos cómo iba a funcionar y nos sorprendió el éxito que tuvo en una de las primeras representaciones en Almagro.

Sí nos podían dar más miedo ciertas escenas de la obra en las que se aborda el tema de la homosexualidad con una relación entre hombres, aunque Zayas lo hace entre dos mujeres. Pero creo que se trata con elegancia, si se sabe hacer el espectador lo acepta.

¿Qué tal ha reaccionado el público más joven?.

La respuesta de los adolescentes ha sido fantástica, incluso los profesores de Secundaria lo han valorado como una manera de conocer otras formas de hacer teatro en el siglo XVII. Hay compañías que buscamos una vuelta al clásico desde la contemporaneidad, reinterpretando ese magnífico patrimonio, que lo tenemos a pesar de que parece que los españoles nos menospreciamos ante Shakespeare o Molière.

Pero ese andar es lento.

Ya, pero hay que seguir apostando, que nos creamos un poco más porque tenemos los mejores dramaturgos de la historia del teatro del XVII. Es difícil, pero creo que en ese sentido los programadores de los teatros tienen que apostar, no hay que ir a lo fácil. Al público lo educamos todos, y no es tonto.

¿Está satisfecha con el resultado?

Sí, pero siempre estamos en la lucha. Tengo el deseo de seguir ahondando en este trabajo, de seguir tirando de la cuerda, por ello en verano vamos a estrenar un nuevo espectáculo que hablará de María de Zayas y de otras autoras, del contexto literario, social y artístico del siglo XVII, tanto de mujeres creadoras como de hombres. Una quiere saber más, hay mucho de lo que hablar y creo que tenemos que seguir investigando.