El calendario de la magia en la provincia (VIII)

José García Cano*
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San Roque es habitual en algunas localidades toledanas porque también se le considera protector contra la peste, y de ahí que se levantasen decenas de ermitas e iglesias bajo su advocación para proteger a los vecinos de tan mortal enfermedad

San Roque. - Foto: Fototeca del IPCE. Ministerio de Cultura

En agosto encontramos la festividad de la Asunción de la Virgen, muy celebrada tanto en Toledo capital como en multitud de localidades como Alameda de la Sagra, Alcolea de Tajo, Belvís de la Jara, Camarena, Camuñas, El Romeral, La Estrella, Los Navalmorales o Almonacid de Toledo, donde veneran a la Virgen de la Oliva en estas fechas como ya recogimos en la quinta entrega de este calendario mágico. En Almorox se celebra igualmente la Asunción y San Roque; precisamente a San Roque se le llama y se le reza cuando queremos suerte en los negocios y en el trabajo y de ahí que aparezca en alguna oración y ensalmo mágico desde hace siglos. Este santo es habitual en algunas localidades toledanas porque también se le considera protector contra la peste, y de ahí que se levantasen decenas de ermitas e iglesias con la advocación de San Roque para proteger a los vecinos de tan mortal enfermedad. De igual forma existen algunos conjuros o hechizos en los que aparece una imagen de San Roque o simplemente su nombre, para curar determinadas enfermedades de la piel; por cierto, a este santo también lo homenajean en Cervera de los Montes, El Casar de Escalona, Erustes, Escalona, Navalcán, Palomeque y en Quismondo.

Y llegado el 24 de agosto no podemos olvidar a San Bartolomé, un día en el que es normal oír la frase de 'el diablo anda suelto', ya que, según las crónicas, ese día no se debían realizar trabajos o actividades demasiado peligrosas, pues podríamos ser víctimas de algunas malas acciones provocadas por el mismísimo diablo. Parece ser que esta frase proviene de una tradición latinoamericana en la que se cuenta que Bartolomé se sorprendió cuando determinados vecinos caían en tentaciones perdiendo posteriormente todas sus posesiones, por lo cual entró en juego el maligno quien retó a Bartolomé a una carrera, apostando en ella la libertad de las almas que vivían en aquella región de Perú o la condena de las mismas si él ganaba. Como en la citada carrera el demonio iba ganando con mucha ventaja, aprovechó para descansar, a lo cual Bartolomé pidió ayuda a Dios consiguiendo dar un salto con el que cruzó todo el río lo que le dio una enorme ventaja con al maligno; cuando éste intentó retomar la carrera tropezó, cayendo al río y perdiendo, por lo que al salir del río, el demonio gritó y perjuró enfadado, que cada día de San Bartolomé volvería a la tierra para molestar a los cristianos y de ahí que se día se recomiende no usar armas, jugar con fuego o meterse en aguas muy profundas ante el peligro de que satanás haga de las suyas. Este santo es patrón de los carniceros y de los fabricantes de libros. San Bartolomé fue condenado por el rey Astyages a ser desollado vivo para después ser decapitado. Se decía también de él que era un santo muy milagroso, pero que cuando se enfadaba podía enviar grandes granizos hacia los animales y los cultivos; por esta razón también en algunas ocasiones se llamaba a este santo para protegernos precisamente ante alguna tormenta de granizo o para salvar nuestras cosechas. Entre otras poblaciones toledanas que recuerdan y festejan a San Bartolomé tenemos a Añover de Tajo, Hormigos, Navahermosa o San Bartolomé de las Abiertas.  

El martirio de San Bartolomé.
El martirio de San Bartolomé. - Foto: Fototeca del IPCE. Ministerio de Cultura
El día 25 de agosto nos encontramos con una fiesta muy interesante en la localidad de El Viso de San Juan; nos referimos al Cristo de la Buena Muerte, una imagen muy venerada en esta localidad y cuya tradición cuenta que ante el ataque que iba a sufrir la localidad cierto 24 de agosto, se comenzó a tocar las campanas para avisar a todos los vecinos del peligro. Cuando los asaltantes comenzaron a atacar a los moradores de El Viso, sucedió que una pobre mujer murió a la entrada del pueblo y en ese momento se produjo un hecho totalmente imprevisible y es que se comenzó a hacer de noche, oscureciéndose tanto el cielo que se convirtió en noche cerrada; no podemos asegurar si un eclipse propiciaría aquel hecho o no, pero lo que sí es cierto es que los bandoleros culpables, asustados ante aquel prodigio, cogieron sus caballos y dieron media vuelta dejando El Viso de San Juan tranquilo. Todos los vecinos estaban convencidos de que fue el Santísimo Cristo de la Buena Muerte el que intervino para que los enemigos marchasen; poco después se creó la Mayordomía del Cristo y cada 24 de agosto siguen celebrando esta fiesta. Casi finalizando agosto nos encontramos con la fiesta de San Agustín que tiene lugar el 28 de agosto; San Agustín de Hipona es Doctor de la iglesia y además patrón de los impresores, de los cerveceros y de los teólogos. Hablar de magia es muy apropiado si analizamos la obra de San Agustín encontramos la manera que durante siglos tuvieron teólogos y religiosos para enfrentarse a la magia y al conocimiento oculto; prácticamente hasta el siglo XII el punto de vista sobre la magia que aportó San Agustín (354 d.C-430 d.C) fue el predominante y más apoyado. Para San Agustín el demonio era el culpable de toda magia y conjuro; también condenó la astrología, aunque no la considerara una disciplina mágica. Para él la adivinación podría considerase realmente magia cuando en ella participaran los demonios, pudieron éstos interferir también en la astrología. San Agustín aseguraba que los demonios no eran sino ángeles caídos que buscaban egoístamente su bien propio; en aquellos momentos vuelve a utilizase el término superstitio, es decir todas aquellas prácticas que se alejaban de Cristo y de su fe. San Agustín también veía con malos ojos el uso de talismanes o amuletos y decía que debíamos mantenernos fuertes antes las tentaciones de usar este tipo de adivinaciones o magias. Realmente lo que consiguió San Agustín no fue acabar con la magia si no que de alguna manera la transformó y la cristianizó, encontrándonos una vez más con la eterna dualidad de lo mágico e inexplicable y de lo divino y lo cristianamente razonable.

*José García Cano es académico correspondiente en Consuegra de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo.