Pedro Carreño

La Ínsula

Pedro Carreño


Hasta el final

24/05/2022

En la vibrante escena final de 'Alatriste', el Tercio Viejo de Cartagena presentaba batalla al ejército francés en los campos de Rocroi. La infantería española estaba formada por soldados veteranos y nobeles, todos fieros y orgullosos, pero muy diezmados. Allí, en el norte de Francia -un mes de mayo de 1643- los españoles se enfrentaban, en clara inferioridad, a la formidable artillería y caballería del duque de Enghien. Durante más de ocho horas, los españoles soportaron el asedio gabacho de forma heroica y numantina. Sin rendirse.
Tal fue la lucha de los españoles, que los oficiales franceses se acercaron a parlamentar con una delegación del maltrecho, pero aún orgulloso, Tercio. Transmitieron que, el duque Enghien, había quedado impresionado por su forma de luchar y defender la posición. Como reconocimiento a su valor, el duque ofreció a los españoles algo que consideró lógico, digno e irrechazable: una rendición honrosa.
Los soldados del Tercio, que apenas se podían mantener en pie, escucharon en posición bizarra la oferta francesa. El capitán Alatriste se adelantó y tomó la palabra . Habló a la oficialidad gala en los siguientes términos: «Díganle al duque de Enghien que agradecemos sus palabras. Pero esto es un Tercio español». Tras su breve, pero concisa argumentación, realizó un saludo cortés y dio la espalda a los franceses. Regresó junto con sus compañeros, a las líneas españolas, para seguir luchando hasta el final. 'El perro de Rocroi', el cuadro del genial Ferrer Dalmau, inmortaliza maravillosamente ese episodio heroico.
Lo ocurrido en Francia ese mes de mayo de hace cuatro siglos, es un espejo de cómo nos las gastamos (y se las gastan con nosotros). El próximo sábado, en Francia, un equipo español de veteranos y nobeles defenderá su historia, su honor y orgullo. A estas alturas, y pase lo que pase al finalizar el partido, seguidores y no seguidores del club más laureado del mundo, saben ya que el Real Madrid no se rendirá. El equipo blanco, cicatrizado en mil batallas por Europa, se enfrenta a la armada británica. A unos chicos de Liverpool que interpretan actualmente la melodía del fútbol con magisterio. Y como contrincantes, merecen el mayor de los respetos.
Nadie duda que el Real Madrid no bajará los brazos, y que nunca dará el partido por perdido. Que luchará hasta quedar extenuado en el Stade de France. Hasta el final, siempre. «No nos podemos rendir. Esto es el Real Madrid», repetirán en su mente cada uno de los jugadores blancos. Y también la afición y seguidores. El Real Madrid jamás entregará la espada. Y muchos menos, el balón.
Más allá de explicaciones épicas, milagrosas, místicas, mitológicas e incluso exotéricas para argumentar la historia y victorias del Real Madrid -especialmente esta temporada-, el equipo de Chamartín siempre deja una lección: lo ilógico se impone a veces a la razón. Y cuando el Real Madrid está en el campo, esa ilógica es más frecuente, real y vencedora.
Una manera irracional de pensar que hace que la rendición nunca sea una opción. Un modo aparentemente absurdo e incoherente (para algunos) de afrontar el destino, y en el que la lucha, la fuerza, el orgullo, el sacrificio y la fe en lo que se hace y se defiende, sobrepasan todos los límites racionales para hacerse Real. También Irreal. El Irracional Madrid.
El gran Rafa Nadal, también sabe mucho de esto.