Ilia Galán

LA OTRA MIRADA

Ilia Galán

Poeta y filósofo


Pinchazo obligatorio

21/01/2021

No quería la ancianita, tampoco su hija; acaso no se enteraba demasiado, pero llegó el de la bata blanca y embozado con quirúrgica mascarilla le clavó la dolorosa jeringuilla, inyectándole el producto biológico que tantos temían, el que los dirigentes políticos no habían tomado públicamente, «siempre ejemplares»...  La señora, de ochenta y cuatro años en sus galaicas tierras, fue obligada a vacunarse del coronavirus por orden judicial.
¿Insumisión! ¿Por qué esa población vetusta no podía ser custodiada por quienes ya inmunes resultarían inocuos sirviéndoles, mientras que médicos, profesores, policías y quienes tratan frente a numeroso público siguen esperando en vano la ansiada medicina? 
Hay quienes prefieren esperar para ver en otros los efectos. Es su derecho. ¿O ya no puede uno morir de forma natural sin que las leyes vengan a pincharle o rajarle con sanitarios catecismos de la nueva y salutífera, dogmática creencia?
¿Hasta qué punto el cada vez más invasivo estado puede ordenarnos todo? -observará el lector asiduo de estas líneas que siempre lo escribo en minúscula, porque no es nombre propio ni merece el honor que le prodigan-. Aumentan las incursiones de las leyes en la intimidad, en la vida cotidiana y, «por nuestra seguridad» van siendo recortadas, cada vez más, nuestras libertades. Ya no es el individuo libre, la persona, quien cuenta, sino una estructura torpe, lenta, que dirigen nuestros gobernantes, es decir, los «bienamados y respetados políticos» a quienes cada vez más se les insulta con los epítetos más infames y cuyo respeto se ha mutado en desdén y tremendo desprecio por la mayor parte de la población. Gran peligro, pues, para cualquier democrática nación. 
¿Es malvado el pueblo..., desagradecido? Véase cómo se querían subir el sueldo los políticos mientras la gran mayoría se hundía en el lodo o en la desesperación, véase cómo se indultan, como se protegen con aforos para que la justicia no descubra sus inmundicias... ¿Y pretenden luego que se respete a «sus señorías»?
Mientras la situación catastrófica se ceba sobre la pandemia, como una plaga bíblica, mientras el Apocalipsis parece emerger en un horizonte político y hasta de posibles hambrunas planetarias, cuando el clima ha azotado ferozmente nuestra península, organizan los más ineptos y vacunan a ritmo de vacuno; sistema tan torpe como demostraron sus medidas contra la pandemia. Mientras Israel noche y día vacuna a quienes lo desean, ayudados por el ejército, aquí todavía hay hospitales que no han vacunado a su personal sanitario, en alto porcentaje, después de muchos días. En cambio, a algunos ancianos que un soplo de nuevo día puede llevar a la tumba por la edad vivida, ya larga y cumplida, tuvieron preferencia e incluso hay quien ha sido forzado en su sangre, con la inoculación de las multinacionales farmacéuticas. 
La anciana protestaba dolida mientras la aguja violaba la intimidad de su cuerpo.