Los 50 años de vida misionera de Antonia

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La religiosa de Tembleque, actualmente en Cochabamba (Bolivia), protagonizó un homenaje en la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción. «La pobreza es el mayor tesoro», destaca

Los 50 años de vida misionera de Antonia

Antonia Barrilero, misionera toledana de las Franciscanas Hijas de la Misericordia, actualmente en Cochabamba, regresaba a Tembleque, su pueblo, para celebrar los 50 años de entrega misionera. 50 años, sus 'Bodas de oro', de verdadera «fidelidad, perseverancia, entrega y alianza» para servir desde el Evangelio a todo el mundo.

Ha sido la Parroquia 'Nuestra Señora de la Asunción' de Tembleque el lugar elegido para esta celebración de los cincuenta años de su profesión religiosa. Antonia Barrilero regresaba a «la comunidad cristiana de mi pueblo, Tembleque. La vuelta a este lugar, donde están mis raíces, fue especialmente emotiva. Aquí fui inserta a la fe, con el bautismo. Y, también en este lugar, fue donde, en el seno familiar, aprendí el valor del trabajo, del esfuerzo, de la sencillez, de la humildad y de la dignidad de vivir pobremente: porque la pobreza es el mayor tesoro cuando se aprende que los bienes materiales son efímeros y que la felicidad procede de la alegría y la confianza en un Dios providente».

Tembleque, cuna de misioneros y misioneras, prosigue Barrilero, «fue también el germen de mi vocación religiosa; el lugar del descubrimiento de la entrega y del servicio a los más necesitados como valores reveladores de la misericordia de Dios. Esto que aprendíamos en el catecismo de la Iglesia, lo descubrí hecho vida en el testimonio de las religiosas Franciscanas Hijas de la Misericordia. Con ellas aprendí las primeras letras y en ellas vi los primeros ejemplos de una vida entregada a los demás. En los rostros de estas mujeres sencillas descubrí una felicidad desbordante. Y la quise para mí. Así nació mi vocación y no dudé en secundar la llamada de Dios. Por eso, mi regreso fue muy emotivo y lleno de agradecimiento. En primer lugar, para agradecer a Dios su fidelidad para conmigo y para dar testimonio de que El Señor ha estado grande en mi historia. Y, en segundo, para agradecer también a mi familia su generosidad hacia mí, ya que siempre apoyaron mi decisión de ser religiosa».

De la celebración que ha acogido Tembleque, la misionera Antonia Barrilero detalla que «momentos como los vividos a lo largo de mi celebración de Bodas de Oro son un gran regalo de Dios. Y desde luego un motivo para mirar mi historia con una mirada agradecida por el Amor con el que el Señor ha bendecido mi vida y por haber sido yo portadora de su Amor para la humanidad sufriente. Desde mi pequeñez, desde mi día a día, desde el ámbito de misión en el que estoy destinada, he procurado dar vida a la Palabra y ser artífice de bienaventuranza».

Teniendo muy presente a su congregación religiosa, las Franciscanas Hijas de la Misericordia, Antonia asevera que «el tiempo pasa, pero no la misericordia. Es un don y valor que hemos de hacer realidad momento a momento con nuestras actitudes de comprensión y compasión por los más necesitados, por los más frágiles, por los silenciados. Eso es dar plenitud al mensaje de Jesús.  Una tarea y un reto apasionante que, cincuenta años después del primer fiat, me impulsa a decir, con la misma pasión y alegría: Aquí estoy, para hacer tu voluntad».

ARCHIVADO EN: Tembleque, Pobreza, Bolivia