Recordaba Jorge Molina en su entrevista de esta semana en La Tribuna su paso y consecución del Alfarero de Plata 2017 con la voluntad de quererlo repetir. Se plantó en Villaseca con la intención de hacer realidad lo que sus entrenamientos soñaban. Después de mucho tiempo, Jorge Molina volvía a recordar a aquel novillero sin caballos que ilusionaba a la par que arreaba tarde tras tarde, y suponía la ilusión de la afición toledana.

Y con ello brrindó Molina a Esaú Fernández y a Montero, con quienes entrena en Villaseca y recetó muletazos suaves a media altura al burraco de Cebada que embestía con nobleza y colocando la cara. Se encumbró al natural con un ramillete de muletazos al ralentí antes de ser volteado por primera vez. La segunda fue por el derecho, al torear con desmayo. Mató a la segunda y paseó un trofeo.

El éxtasis llegó ante el quinto, un hechurado animal de Cebada Gago; sobrado de clase pero no de fuerzas. Quedó claro desde el principio que el de Torrijos iba a aprovechar su cartucho con  un cambiado por la espalda antes de correr la mano con largura. Toreó con gusto y mucho mando, dando importancia a la faena y lo abrochó con rotundidad con un gran espadazo que me valieron las dos orejas.

Jorge Molina mostró su sensacional momento de forma. - Foto: Dominguín.El primero de la tarde careció de poder y se dedicó a querer defenderse y tratar de puntear las telas. Ante ello Villita quiso implementar gusto y cabeza para extraer muletazos vistosos y de calidad. El de Manzaneque mostró frescura de ideas para tratar de llevar hacia adelante un animal a la defensiva y anclado al piso. Labor meritoria a base de colocarse en la que faltó la implicación del novillo y el acierto con la espada.

Quiso poner lo que le faltaba al novillo Villita en el cuarto y se entregó ante un animal que iba y venía sin terminar de definirse. Disposición y un concepto definido de un novillero que atraviesa el momento más asentado de su carrera.

Zazo sorteó un animal con recorrido al que se afanó en meter en la muleta. Llegaron los mejores momentos por el pitón derecho cuando giró sobre sí mismo. No rompió hacia adelante la faena y faltó conexión con el tendido durante la faena, a pesar de que con el gran espadazo se le pidió la oreja.