Un espadín de conchas con una hoja 'real' toledana

Germán Dueñas Beraiz
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En este ejemplar que se conserva en el Museo del Ejército se utilizó una hoja de uno de los más reputados espaderos vascos que trabajaron en Toledo a finales del siglo XVI, Juan Martínez

Un espadín de conchas con una hoja ‘real’ toledana

Muchas de las armas que han llegado hasta nuestros días han tenido una vida larga y azarosa, no sólo por su uso derivado de su naturaleza como instrumentos de defensa y ataque. Sino que además la carga simbólica que muchas de ellas poseían les llevó a adaptarse e incluso modificarse estructuralmente para sus nuevos fines. Este es el caso de las espadas existentes durante los siglos XVI y XVII. En este periodo estuvieron de moda entre las clases más acomodadas de toda Europa, portar armas blancas de calidad, muchas veces a juego con la propia indumentaria. Y como ella, las espadas estuvieron sujetas a las modas y estilos procedentes de otros lugares.

Así en la España de finales del siglo XVII y comienzos del XVIII, quizás por influencia de Francia y después de la llegada de los Borbones al trono español, las largas hojas de las espadas de taza que hasta el momento eran las que predominaban en la corte española, se fueron sustituyendo por espadas de hoja más cortas y estrechas. Mientras que las guarniciones también se fueron haciendo más pequeñas y simples. Conformando unas tipologías que se irían imponiendo en las cortes Europeas durante todo el siglo XVIII, incluso en el ámbito militar.

Estas nuevas piezas han venido recibiendo diferentes denominaciones: espadines, 'espadas de corte', espadas de duelo, etc. Tuvieron una amplia tipología, dependiendo de las formas de las hojas y de sus empuñaduras, asi como de los materiales utilizados en estas últimas. La que hoy traemos aquí tiene una serie de connotaciones especiales. En primer lugar posee una hoja 'reutilizada'. Es decir una hoja más antigua que la empuñadura que monta. Se trata de una práctica común en este tipo de armas derivada de una serie de cuestiones. En primer lugar la económica. Poseer una espada antigua que se podía actualizar para ponerla a la moda, rescatando una hoja de calidad de un reputado espadero, era más barato que adquirir una nueva. Otro factor era el simbólico o sentimental dando una nueva vida a una hoja que perteneció y utilizó un antepasado, que pudo servir con ella en algún episodio glorioso o que lo vinculara a sus antepasados. Para esta adaptación la hoja debía de sufrir algunas variaciones, normalmente se recortaba su longitud y se volvía a afilar la punta, como en este caso. Además se modificaba su zona de unión a la nueva empuñadura (recazo y espiga).

En nuestro ejemplar se utilizó una hoja de uno de los más reputados espaderos vascos que trabajaron en Toledo a finales del siglo XVI, Juan Martínez. Este fue uno de los más importantes forjadores de hojas que trabajaron en Toledo en el último cuarto del siglo XVI. Llegando incluso a ser nombrado con el título de 'Espadero Real' en tiempos de Felipe II, tal y como se expresa en la siguiente orden somos informados que es abil y suficiente paraello. Hasta tal punto llegó su reputación como espadero que sus marcas y su firma fueron falsificadas a lo largo del siglo XVII e incluso en el XVIII, en multitud de hojas.

Se trata de una hoja recta, corta, de seis mesas y dos filos corridos. Tiene el recazo, parte inicial de la hoja sin filo, tapado por la guarda. Presenta un profundo vaceo central en el primer tercio de la hoja, calado a base de diferentes motivos geométricos, y donde se encuentra grabada una inscripción por ambas caras IVANM ARTIN EZ/ ENT OLE EDO.  

La guarnición es de las denominadas de conchas o veneras, pero más pequeña que los ejemplares del siglo XVII. Está formada por un pomo esférico perforado y grabado, dos virolas que enmarcan un puño de madera salomónico forrado con un alambrado de torzal, probablemente posterior. La guarda está compuesta por un gavilán corto y un aro guardamano; un escudete prolongado que embute el recazo; y dos patillas que descienden hasta el interior de las conchas que forman las guardas. Las conchas, que están ligerámente cóncavas en su interior aparecen decoradas con motivos geométricos y vegetales calados, a través de perforaciones circulares que forman a su vez diferentes figuras y motivos vegetales grabados en su interior, así como una cenefa perimetral que rodea el conjunto.

Esta forma y decoración es heredera de las que se utilizaban en las empuñaduras de taza o cazoleta en la Península Ibérica desde la segunda mitad del siglo XVII. Y que en zonas del norte de Italia y en los centros espaderos españoles fueron muy comunes durante dicho periodo. Lo cual relaciona este espadín, tanto en su hoja como en la empuñadura, con centros fabriles hispanos, que montarían este arma en el último tercio del siglo XVII o comienzos del XVIII. Está pieza entró en las colecciones del Museo del Ejército en los años 80 del siglo XX, formando parte de la colección Emilio Sobejano.