Pedro Carreño

La Ínsula

Pedro Carreño


La camiseta

25/10/2022

Sobre el papel, escribir a cerca de una camiseta no otorga mucho glamour ni prestigio. Pero si la camiseta luce la crestería de Consuegra y su castillo, bajo el anochecer impresionista que soñó Van Gogh, entonces hablamos de otra cosa. Entonces, escribir sobre lo que significa y proyecta un trozo de tela, es una responsabilidad y un riesgo difícil de rechazar. También un honor.
Lo primero que hay que contar es que esa camiseta, hermosa y original a todas luces, existe y se viste. Cualquier castellano-manchego estará orgulloso de tenerla en su armario y también, de sudarla. Obligado es, por tanto, conocer que la camiseta nació de la inspiración de un buen consaburense. Abogado de profesión y enorme amante de su pueblo.
Hace unos meses, a Florencio Ortiz Novillo se le vino a la cabeza esa idea. Imaginó los molinos de su pueblo, y los tatuó bajo la noche que impresionó a Van Gogh. Así los grabó en su retina. Mezcló ambas imágenes, las tejió en su mente y las destiló en una camiseta que ya es conocida con el nombre de 'Consuegra Impresiona'.
El Ayuntamiento pronto se hizo eco de la iniciativa, y la apoyó comprando algunos cientos para su promoción. Un acierto y, sin duda, un claro ejemplo de cómo, con buena voluntad, la iniciativa privada y la gestión pública pueden ir de la mano sin darse bofetadas.
Pero vayamos con la camiseta, porque impresiona. Afortunadamente, a lo largo de los años, son miles y miles las fotografías que han retratado uno de los paisajes más representativos y bellos no sólo de Castilla-La Mancha, sino también de España. Desde todos los ángulos y ópticas, la crestería consaburense ha sido inmortalizada, y se ha convertido en emblema universal de una tierra. Y ahora, de un sueño.
La camiseta contribuye también a ese sueño universal. Se ha convertido en una tarjeta de visita manchega. En una postal embajadora del orgullo de una tierra a la que no le gusta presumir, pero a la que le sobran los motivos para hacerlo. La camiseta se ha tornado en el blasón textil de la patria a la que Cervantes dio nombre. En el sueño de un escritor y de un pintor impresos en una tela. Quizá Van Gogh soñara con esos molinos, y Cervantes escribiera sobre ese cielo. Universales.
A los impresionantes atardeceres que brinda la crestería consaburense, hay que añadir ahora su anochecer. Su brillante oscuridad estrellada, tal y como soñó Van Gogh, es ahora propiedad de todos los que consideran que, el paisaje manchego, debería ser declarado bien de la humanidad. Propiedad universal, como los horizontes manchegos.
Titularidad también de todos los que piensan que, ningún ojo humano, debería cerrarse sin haber admirado un atardecer desde la crestería manchega, agotando la mirada en los cuatro puntos cardinales. Un instante de la existencia, una fotografía o un cuadro para saborear la vida, al lado de los imponentes, impresionantes y ahora serigrafiados, molinos de viento. Los señores de La Mancha.
El sueño de Cervantes, y de Van Gogh, juntos, infinitos y universales. Como esta tierra. Pasapalabra.