"Que me rechazaran en el PC fue humillante"

María Albilla (SPC)
-

Jona Jaraba

Ninguno de los personajes que aparece en esta historia es real, pero todos han existido en la vida de la periodista y escritora Pilar Eyre, que teje en su nueva novela, Cuando éramos ayer (Planeta), la intrahistoria de la sociedad barcelonesa de los últimos años de la dictadura y los albores de la democracia, una época que vivió y en la que participó y cuyas vivencias están muy presentes en esta obra pese a que, insiste, «es una novela».

Aunque con este ya son 22 los libros que tiene publicados, la veterana escritora se confesaba nerviosa con las primeras entrevistas que concedía minutos antes de la presentación de su obra en Barcelona hace unos días, un acto en el que no escatimó en anécdotas y en el que demostró que vale tanto por lo que cuenta como por lo que solo dice a medias…

Eyre asegura que su hueco ahora mismo está en la novela y en su cabeza ya urde nuevas tramas, aunque se le nota que el periodismo le hace vibrar y no oculta su satisfacción al hablar de la exclusiva que anticipó hace casi tres años y se confirmó hace unos meses, cuando anunció en una conocida revista que el matrimonio entre Iñaki Urdangarín y la Infanta Cristina estaba roto, un hecho que corroboraron unas fotos de él con su nueva pareja en enero. Pero ahora es el momento del ayer…

La novela transcurre en un lapso muy concreto, de 1968 a 1992, ¿qué sucedió aquellos años del tardofranquismo a la democracia para que la interesaran tanto?

Fueron años importantísimos de nuestra Historia porque cambió el régimen político de nuestro país de una manera brutal. Fue como pasar de la Edad Media a la modernidad prácticamente y todo esto está muy documentado, lo recogió la prensa de la época, a la que todos tenemos acceso. Pero yo echaba de menos la vida íntima de las personas. Yo no me veía reflejada en ningún sitio y era una chica de esa época que vivió y padeció todo lo que ocurría. Aquellos hechos incidieron en mi futuro, en mi relación con los hombres… Tampoco veía reflejados a los hombres de mi vida y para suplir esta carencia pensé que era una buena idea escribir un libro.

Ha puesto entonces negro sobre blanco de manera novelada la intrahistoria de aquellos días.

Exacto, esa letra pequeña que no sale en los tomos de Historia está convertida en novela, pero esto no es un libro documental, ni de memorias, ni autobiográfico… Es una novela generacional en la que todas las historias que salen son verídicas.

¿En cuáles se ve más reflejada?

Fragmentariamente me veo reflejada en todos los personajes, incluso en los masculinos. Con Silvia, la protagonista, pues tenemos la misma edad en ese momento, empieza la Universidad el mismo año que yo, 1968, y estudia Filosofía y Letras, como yo; su familia es muy conservadora, muy de derechas, como la mía, es muy rebelde, igual que fui yo… pero luego también le pasan muchas cosas que a mí no me sucedieron. También hay algo de mí en los personajes de sus amigas y de los hombres porque si no soy yo la que estoy son amigos míos o gente que he conocido y también historias que me han contado.

¿Hay alguien que ya ha leído el libro y se ha reconocido?

No, pero pasará. Habrá personas que sabrán que son ellas y hay otras que tristemente ya no están entre nosotros. El otro día le di a leer el libro a una amiga y me dijo, mira no lo he podido acabar porque yo compartí una vivencia con la protagonista del libro y revivir aquello me parece insoportable.

Esta trama empieza de una manera muy suave, porque arranca como una historia de amor y lujo, pero luego se va endureciendo, como lo hacía aquella época.

Entró en la Universidad en el año 68 con el mayo francés y las revoluciones estudiantiles en pleno apogeo. ¿Cómo fue aquel movimiento en la España gris que teníamos?

Yo recuerdo aquel tiempo como años muy duros, muy siniestros. Pasaban cosas que ahora no se pueden ni imaginar. Es que igual te oían decir la palabra Franco y te venían a detener los de la mesa de al lado. Era todo oscuro, pero en lo personal yo lo recuerdo como una de las mejores épocas de mi vida. Estaba viva, había algo por lo que luchar, el enemigo estaba muy claro quién era, la sensación de pensar que podías hacer historia era embriagadora. Sabíamos que nos estábamos rebelando contra la generación anterior y el hecho de vivir una libertad que nuestras madres no habían tenido suponía para nosotros una sensación apasionante.

¿Cree que hubiera sido igual si hubiera vivido en Madrid o estar en Barcelona implicaba algún elemento diferencial?

Es curioso esto que me planteas porque La Movida madrileña absorbió unos años después un poco todo lo que habíamos hecho en Barcelona aquellos años. Ese tiempo de modernidad, de lucha, de feminismo… todo eso también se daba de una manera algo más minoritaria en otras provincias, pero el movimiento de Madrid tuvo tan buenos propagandistas que han hecho que lo que ocurrió en Barcelona quede en el olvido. Le dieron nombre a La Movida y les vino muy bien.

¿Se sirve de personajes reales para dar verosimilitud a la trama?

Mira, para llegar hasta donde estamos ahora has pasado por la casa de los Raventós. Joan Raventós es un histórico socialista catalán. Es una familia bien y tenían una torre muy bonita que creo que sigue perteneciendo a la familia. Bueno, pues a él lo venían a detener con cierta asiduidad y la madre no quería que le metieran en el furgón porque había piojos y hacía que el chófer le llevara en su Mercedes a la comisaría. Entonces la madre les decía a los policías: 'ay, no me lo torturen mucho hoy, que está un poquito resfriado'. Es una anécdota que me pareció muy muy de la época. Hay personajes como Juan Antonio Samaranch o Luis Caramunt, que fue un pintor amigo mío de juventud que luego se hizo famoso… Todos los personajes que aparecen en el libro han existido, pero muchos salen con otros nombres.

¿Cómo ha cambiado aquella burguesía catalana que describe en el libro? ¿Cómo la ve hoy?

Había muchas contradicciones entonces. Los partidos de izquierdas eran muy machistas y los catalanistas eran muy clasistas. Yo recuerdo que me preguntaban con cierto desdén por qué no hablaba catalán. A otra amiga que le di a leer el libro y que es una conocida política independentista le avisé de que había una parte que no le iba a gustar, pero me contestó que sí que le había gustado y que gilipollas ha habido en todas las épocas.

Yo me considero una outsider, una persona desclasada, no pertenezco a ninguna clase ni a ningún partido y eso hace que pueda contar estas contradicciones porque no tengo ninguna lealtad.

Cuénteme esa historia de que usted intentó entrar en el PC. ¿Por qué no le dejaron afiliarse?

Sí, sí, estuve en varias plataformas universitarias de izquierdas y llegó el momento de entrar en el PC. Mi alias era camarada Carlota y fui a unos cursos que daban tres veces a la semana en un chalé al que ahora no sabría ni llegar y yo creo que era una militante ejemplar porque me tragaba unos rollazos impresionantes, me leía todos los libros que me mandaban… pero al final me rechazaron por juerguista, porque salía por las noches, porque bebía, porque fumaba… Y una buena militante no podía ser así. Aquel rechazo fue el momento más humillante de mi vida. Ahí elegí otras opciones más radicales.

Del anarquismo a ser una «outsider»… Vaya cambios da la vida.

Yo soy animalista. Voto siempre a Pacma, el partido antitaurino. Ir contra los toros es una de las luchas de mi vida. Para mí representa mucho más que una lucha ecologista, es poner en cuestión una filosofía de vida que cosifica a los animales.

En cuanto a la política, te podría decir que tengo amigos de todo signo. Mira, te voy a contar una anécdota. Antes de sacar un libro siempre me suelo poner enferma y me sube la fiebre, así como los niños antes del día de su Primera Comunión… Bueno, pues en estas mientras estaba en casa recuperándome, dediqué y envié 100 libros. Entre las personas a las que se los mandé había políticos de izquierdas y de derechas y es curioso que los políticos de izquierdas me han felicitado en público y los de derechas lo han hecho por vía privada. Lo tengo que analizar a ver qué significado tiene.

Me parece imprescindible hablar de la figura de la mujer en esa época, que fue revolucionaria para las jóvenes, pero también para sus madres, como reflejan Silvia y Carmen.

Entre la generación de Silvia y la de su madre, Carmen, pasaron 100 generaciones. El cambio fue absolutamente radical. A las chicas como Silvia las criaban y educaban para casarse con un señor bien, en la novela para sacar de la ruina a la fábrica de su padre, y muchas optaron por otro camino que hizo que se enfrentaran a sus familias. Lo curioso es que muchas madres de esa época también tuvieron que cambiar para apoyar, defender y estar al lado de sus hijas. Que una señora normal, con su moño a lo Grace Kelly y su faldita bien cortada tuviera que hacer cola con las gitanas en las cárceles donde estaban sus hijos cambió la mentalidad de estas mujeres. Otras empezaron a trabajar… Y esto tampoco está reflejado en los libros. Se suele hablar del salto generacional de los jóvenes, pero no del reflejo que se dio en las madres mucho más que en los padres.

Hoy diríamos que rompieron techos de cristal…

Exacto. Para estar al lado de sus hijos tuvieron que evolucionar y para entenderlos también tuvieron que cambiar de mentalidad. Alguna incluso se llegó a separar al entender que aquello no era lo que quería.

ARCHIVADO EN: Libros, Novela