Colosal batalla

Ana María Jara López*
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La segunda de las batallas de esta IX edición, bajo la temática de la batalla de Lepanto rememoró 451 años después ese enfrentamiento naval desde el ámbito musical.

El Festival de Música El Greco en Toledo ha propuesto para su IX edición tres batallas de órganos que se están desarrollando durante este mes de octubre. Unos conciertos que cuentan con el apoyo del público que completa el aforo de una Catedral Primada que se convierte en escenario. Las Batallas de órganos se inician mucho antes de que tengan lugar. Conciertos que son posibles gracias a la hazaña que supuso que los órganos de la Catedral volvieran a sonar después de un prolongado silencio. Los siete órganos en activo y en pleno rendimiento son los responsables de que estas batallas sean solamente posibles en la Catedral Primada. Ninguna otra sede cuenta con un conjunto sonoro tan potente. Echevarría y Berdalonga desde el coro, los Realejos portativos, el órgano del Sagrario bajo la imponente presencia del órgano del Emperador en la puerta de los Leones, fueron interpretados por los organistas franceses Marle-Ouvrand, Dubois y Pinardel. Ostentan puestos de gran relevancia en el ámbito musical de París siendo organistas de San Eustaquio, Notre Dame y Notre Dame de Gràce, respectivamente. Completó el grupo el toledano Juan José Montero, artífice de que estos conciertos sean una realidad. Los músicos mostraron una extraordinaria complicidad evidenciando que son un grupo que se entiende y se respeta dentro y fuera del escenario. Fue especialmente visible en el carácter amable e incluso lúdico del bis improvisado final. Además son organistas que ya conocen la disposición instrumental de la Catedral lo que propició que supieran extraer el máximo provecho a las sonoridades de cada instrumento. 
Un estandarte original de las fragatas que lucharon en la batalla de Lepanto estuvo presente en el concierto cedido por el Museo de Santa Cruz, formaba parte del patrimonio de la Catedral. Las improvisaciones forman parte imprescindible de las batallas. En el concierto permitieron contextualizar los sonidos imaginando el fragor de esa batalla colosal transformada en melodías, armonías y ritmos energéticos. Los músicos además de concertistas también son docentes capaces de enseñar cómo estructurar un discurso musical basado en la más pura creatividad. Su magisterio deja patente que a improvisar se aprende. Es una cualidad del intérprete presente en todas las épocas históricas: hacer propia la partitura más allá de lo escrito en el papel. Las galeras de la Santa liga, aquellas dirigidas por Juan de Austria sonaron primero desde el órgano del Sagrario recreando lo que podía ser el oleaje de un mar que se tornaría convulso. La trompetería del Emperador fue contundente. Sus graves nunca dejan indiferente al oyente. Melodías ascendentes anunciaron lo que sería después el fragor de la lucha en una improvisación extensa, bien estructurada en el que los organistas arriesgaron apostando por sonoridades disonantes, con ráfagas confrontadas para terminar en una victoria representada por melodías vigorosas y plenas. 
Sobrecogedora fue la intervención de Dubois quien fue capaz de emplear numerosos registros del órgano creado por Berdalonga. La imagen dolorosa de la mar teñida de sangre fue creada a través de recursos musicales que invitaban a la incertidumbre junto a la fiereza de los graves con un final que anunciaba el triunfo. La última de las improvisaciones  con referencias literarias, al que fuera el soldado más ilustre de la batalla, Miguel de Cervantes quien perdió un brazo pero encontró inspiración en esa confrontación que dejó recogida en el Prólogo de la segunda parte del Quijote y en Viaje al Parnaso, afirma que «con propio valor y airado pecho tuve, aunque humilde, parte en la victoria». La improvisación también fue un guiño a la música que se podría escuchar en la corte de Felipe II con melodía popular en apariencia sencilla que se fue agrandando gracias a la intervención de los cuatro organistas musicalizando la Victoria. 
Además, formó parte del programa la música de los compositores hispanos Antonio de Cabezon, Sebastián de Aguilera y Joan Cabanilles. Su obras son imprescindibles para el repertorio organístico  que junto a grandes nombres como son George F. Haendel y J. S. Bach con su concierto 'alla siciliana' y concierto para dos claves BWV 1060, conformaron una propuesta interesante y agradable que permitió el lucimiento de los músicos. Tientos, batallas, danzas, ritornellos orquestales y pasajes solistas que se ofrecieron desde los teclados de los órganos con recreaciones originales, cuidadas e interpretadas con la seguridad de unos músicos de sólida trayectoria. Fue una nueva ocasión para sentirse formar parte de la historia en unas batallas épicas que podemos sentir como propias.

*Ana Mª Jara López es musicóloga y profesora en el Conservatorio Profesional de Música de Toledo.

 

La Catedral de Toledo albergó ayer la segunda de las batallas programadas en esta nueva edición del Festival de Música El Greco.
La Catedral de Toledo albergó ayer la segunda de las batallas programadas en esta nueva edición del Festival de Música El Greco.